Fiscal de menores de la Comunidad de Madrid

Rioseco, Elena PELÁEZ

Sonsoles Cabal Cuesta, fiscal de menores de la Comunidad de Madrid, guarda siempre quince días de sus vacaciones para Asturias. Natural de Sama de Langreo, se siente madrileña, ya que lleva 40 años viviendo allí, pero también asturiana, aunque ha trasladado su residencia a otras ciudades como Pamplona y Santander. Hace unos días Sonsoles Cabal, cuyo trabajo se centra desde hace tres años en casos de menores, volvió a Asturias a un encuentro familiar que se celebró en Rioseco.

-¿Se echa de menos la tierra?

-Mucho. Siempre vuelvo en Navidad, en Semana Santa, en vacaciones de verano? Y conservamos las tradiciones. Además, mi hija, que nació en la India, lleva de segundo nombre Covadonga. El primero es Bahar. Aunque soy muy madrileña, ya que llegué allí con 14 años. De todas formas, no me sentí extraña en los lugares en los que viví.

-¿Es necesario el endurecimiento de penas a los menores que delinquen?

-En el año 2006, hubo una reforma de la ley orgánica del menor y las medidas se endurecieron para asuntos de especial gravedad y crueldad. Se han agravado considerablemente en entidad y en duración. Se establecieron dos tramos de edad: de 14 a 16 años y de 16 a 18. Porque un chico de 14 años aunque sepa lo que hace, no tiene el mismo nivel de consciencia que uno de 17.

-¿Se han incrementado los delitos cometidos por menores?

-Los asesinatos u homicidios no han aumentado, pero sí lo han hecho mucho los robos con violencia e intimidación, y la violencia familiar contra los padres en la comunidad de Madrid. Y estos datos pueden ser extrapolables al resto de provincias.

-¿A qué responde el aumento?

-Es una cuestión social, de toda la sociedad porque hay niños de todas las clases sociales implicados. Los menores tienen la idea de que sólo existen derechos y no deberes y en ese contexto es fácil que rompan límites.

-¿La educación que reciben tiene algo que ver?

-Hay que tener en cuenta que son material muy moldeable. Se trabaja bien con ellos y se reforman en un porcentaje alto. Un 89 por ciento no vuelven a delinquir. En el proceso intervienen equipos técnicos compuestos por psicólogos, trabajadores sociales y educadores, que son los que se encargan de realizar el estudio del menor y su familia y de orientar en cuáles son las medidas para reformarlo.

-¿Cuál es la solución?

-Pasa por un planteamiento global. Los padres tienen que ser los primeros implicados. Tienen que hacer comprender a sus hijos que determinadas cosas aunque las hagan muchos chicos no son correctas. Por mucho que los adolescentes de 15 años hagan «botellón» no es normal que beban en el parque y que lleguen a casa en condiciones lamentables. La actuación familiar es fundamental y si no pone los límites intervienen los poderes públicos.

-¿Se puede prevenir?

-Son muy buenas las actuaciones a través de las actividades docentes encaminadas a la prevención de conductas antisociales.

-Las obligaciones laborales hacen que los padres pasen menos horas con sus hijos que las que pasaban sus progenitores con ellos.

-El exceso de horario de trabajo no puede justificar la falta de educación de los hijos. No hablamos de cantidad sino de calidad.

-Los expertos internautas aconsejan a los padres que se formen para conocer qué hace su hijo cuando navega por la red.

-Deben formarse para entender cómo funcionan las redes sociales y controlar el contenido de lo que emiten y reciben sus hijos.

-¿Se encuentran con muchos casos delictivos con internet como herramienta y los menores como víctimas?

-Hay muchísimos delitos contra la intimidad y contra el honor de las personas. Son frecuentes los insultos, las amenazas y también las imágenes de menores de edad que ellos mismos cuelgan en la red.

-Y entran en las redes sociales.

-Es un medio con gran potencial. Debería existir algún tipo de control por parte de esas redes.