Avilés, Teresa CEMBRANOS

Ramón Álvarez (San Juan de la Arena, 1959) llegó al cargo de gerente de la sociedad Nueva Rula de Avilés en octubre de 2008 con un claro cometido: poner en marcha las nuevas instalaciones pesqueras, mucho más modernas, y devolver la tranquilidad en el sector. Ahora, recién llegado de gira comercial por Portugal y las islas Azores en busca de vías alternativas para sacar al mercado el chicharro que llega a Avilés, se muestra aún ilusionado por la labor que le encargaron: «Agradezco la paciencia de los comercializadores y de los pescadores, que ha sido mucha. También estoy consiguiendo la plena implicación de todo el personal en el proyecto, algo importante».

-¿Cómo definiría este primer año de funcionamiento de la lonja climatizada de Avilés?

-Muy complicado. La sociedad de la rula se hizo a instancias del sector pesquero, ya que se demandaba algo más; las antiguas infraestructuras estaban muy mal. Ahora, la grandísima diferencia es que la sociedad no sólo representa al sector pesquero, sino también a todos los agentes implicados en el proceso comercial.

-¿Satisfecho con los datos de venta?

-Hemos mantenido la actividad. Hay una encomiable fidelidad por parte de los pescadores y de los comercializadores. Se está vendiendo en cifras considerables, pero aún quedan muchas cosas por hacer. No he obligado a nadie a que venga a comprar o vender aquí, lo único que he pretendido es que vean que estar en la rula de Avilés tiene ventajas.

-¿Y cómo se ha portado la cofradía «Virgen de las Mareas», antigua gestora de la rula?

-La cofradía es un socio más que ejerce su papel. «Virgen de las Mareas» se enfrenta a sus propios problemas y tiene que resolverlos internamente. La sociedad de la nueva rula ha sido una apuesta obligada por parte del Principado y de la Autoridad Portuaria por la desunión que había en el sector, algo que nos salpicó a todos. Yo siempre he intentado mantenerme al margen de todo eso y lo que he hecho, desde el principio de mi gestión, es poner encima de la mesa instrumentos para que haya armonía y consenso. Eso sí, desde el punto de vista comercial, no en recursos pesqueros.

-¿Qué se encuentra cuando va a captar nuevos clientes: comercializadores, armadores...?

-Lo que nos interesa cuando vienen a vender los barcos es cubrir las lagunas o necesidades en cuanto a ciertas pesquerías. Por ejemplo, en arrastre y bajura no tenemos mayor problema. Para mantener un mercado necesitas la continuidad del producto y una garantía de ese producto. Con descargas esporádicas no mantienes el mercado. Es el caso del cerco. En Avilés hay compradores que vienen de otras provincias y aquí comercializadores de lo más competitivo a nivel nacional. Hay, por tanto, una base importante de importación y exportación, pero nos falta materia prima. El pilar básico de todas las ponencias que se organizaron durante el «Día marítimo europeo» fue la sostenibilidad. ¿La sostenibilidad de qué? Sólo se piensa en el recurso, pero lo fundamental también es la de la empresa (la embarcación o el comercializador). Si ésta no es rentable, ¿adónde vamos? Las medidas que se adopten, las que sean, han de garantizar la sostenibilidad de todos los actores del sector, no sólo de los recursos. Por eso yo digo que el reparto de cupos falla, porque no contempla la sostenibilidad de las empresas.

-¿Cómo es posible que ahora el pescado valga cinco veces menos que hace diez años?

-En el precio influye el estado de la economía nacional; nosotros dependemos de lo que se consume, pasa en todos los sectores primarios. No es cierto, como se dice, que se quede con todo el valor añadido la parte comercial: los distribuidores también han bajado los márgenes de beneficio. Yo creo que tiene que haber, en general, más comunicación, más consenso. No es lo mismo sacar un producto a principios de mes que a finales, ya que los hábitos de consumo cambian. Lo fundamental es concentrar la oferta y la demanda siempre que eso sea económico y atractivo, y que haya una continuidad de abastecimiento de productos.

-¿Son necesarios planes de pesca?

-No me gusta meterme ahí, pero sí, es necesario que la parte pesquera esté más controlada, que existan unos planes de pesca en sintonía con la comercialización del producto; todo sería mucho más sencillo. No puede ser que en una semana tenga para vender 200.000 kilos de merluza y otras, nada. Eso está motivado por agentes que podemos controlar. Se puede programar la flota y hacer un plan de pesca, y eso lo tiene que hacer el armador, pero ahí también juega un papel importante la Administración.

-¿Echa de menos una organización de productores?

-Desde hace veinte años, pero las cofradías siempre la han visto como un enemigo. Lo cierto es que esas organizaciones son las únicas instituciones que están habilitadas por la Comunidad Económica Europea para regular el mercado. A las cofradías no las tienen reconocidas como tales. Eso sí, lo que hay que tener claro es que establecer un plan de pesca supone un compromiso para hacer las cosas de una manera determinada.

-¿Es posible el acuerdo del sector para racionalizar la pesca?

-No queda más remedio. Ahora están acribillando a los pescadores a inspecciones; venimos de un proceso en los últimos años donde cada barco recibía dos o tres inspecciones anuales; éste llevan ya cuatro. La Administración tiene que ser consciente de que una pesquería tiene que ser rentable desde el punto de vista de la extracción y desde el punto de vista del armador. Es imperativo que hagan números el armador y la Administración para llegar a un acuerdo.

-¿Qué opina del actual sistema de reparto de cuotas?

-No vale, hay que cambiarlo. Es socialmente inadmisible que, por ejemplo, la flota de bajura tenga que compartir cuota con el resto de comunidades autónomas. Pasa lo mismo con la xarda o con los que pescan a pincho. Ellos están cumpliendo con la sostenibilidad de los recursos, respetan los caladeros y de repente se encuentran con que no pueden pescar más porque se agotó la cuota, cuando ellos, realmente, no han faenado casi nada. ¿Quién se lo ha llevado? En Asturias, al menos, ese modelo de reparto no vale.