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Oviedo,

Elena FERNÁNDEZ-PELLO

La psicopedagoga Jacinthe Nkongolo estuvo hace unos días en Asturias para participar en una jornada solidaria organizada por la Fundación Pájaro Azul, de la que es delegada para África. Durante su estancia en la región, participó en una mesa redonda celebrada en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA.

-¿Cuál es el trabajo que desempeña en el Congo?

-Conocer los proyectos y decidir cuáles son los que encajan con los objetivos de la Fundación. He visitado proyectos en Kinshasa y en Bukavu. Trabajo con el equipo que dirige el proyecto y a finales de octubre tenemos pensado poner en marcha el de atención a mujeres víctimas de violaciones. Yo no conozco la lengua que se habla en esa región del Congo, así que ya estoy aprendiéndola.

-¿Qué problemas tienen que salvar?

-De infraestructuras, todos. No hay comunicaciones entre una provincia y otra, no existen carreteras, hay que coger el avión...

-¿Hay organizaciones internacionales trabajando en la zona?

-En este momento hay más proyectos internacionales, pero a veces nos preguntamos si estos apoyos llegan a las víctimas. De momento hay algunas organizaciones no gubernamentales que trabajan bien. En realidad, no hay una estructura que te facilite o te impida el trabajo. Por parte de la población no hay problema. Los desafíos que nos tocan son tan grandes que se necesita una colaboración entre nuestro país y los países del Primer Mundo.

-Las mujeres?

-Las más expuestas a las consecuencias de todos estos problemas son las mujeres, son ellas las que más trabajan; la falta de estructuras adecuadas hace muy difícil su vida. La mujer no tiene derecho a la educación, a la salud, a la tierra? Y son ellas las que tienen que cambiar esas injusticias.

-¿Cómo se justifican esas desigualdades?

-Hay aspectos culturales que no ayudan. Las mujeres no han tenido la misma suerte de formación que los hombres. Aquí hace cincuenta años la situación de la mujer era muy distinta de la actual y las mujeres tuvieron que pelear sus derechos. En el Congo no hay una estructura de Estado. Las leyes hablan de igualdad, pero es una ilusión.

-¿Es posible cambiarlo?

-Hay que dar a las mujeres la posibilidad de formarse. En la base de la sociedad está la mujer: ella educa a los niños y es ella la que les transmite la idea de superioridad del hombre. La gente quiere formarse, mejorar, una toma de conciencia de que lo que viven no debería ser así. Tienen la voluntad de formarse y salir de la miseria y eso facilita las cosas. Cuando trabajo con mujeres analizamos situaciones, lo que dictan las costumbres, lo que hacemos y lo confrontamos con los derechos humanos. La dote, por ejemplo, es una tradición, pero debe ser algo simbólico, si se exige una cantidad grande es un mercadeo. Gracias a los medios, a internet, las cosas están cambiando rápido. Las personas se dan cuenta de que es posible vivir mejor.

-Eso es también una invitación a inmigrar.

-Muchas personas se van, la huida de capital humano es enorme. Existe ese riesgo, pero también puede hacer que las personas se preocupen más por mejorar su país. Si las personas vienen a Europa es porque piensan que la vida aquí es mejor, que hay de todo. Si la política nacional e internacional pudiera hacer algo para mejorar nuestras condiciones de vida la gente se quedaría en su casa.

-Nadie emigra por gusto.

-Desde luego, pero si no tienes ninguna libertad ni derechos tienes que salir a buscarlos.

-Las agresiones sexuales a las mujeres en el Congo son un arma de guerra.

-En la República Democrática del Congo hemos estado y seguimos estando expuestos a la violencia por la guerra, pero la violencia más fuerte ha sido la violencia sexual ejercida contra las mujeres. Antes las violaciones eran cometidas por el ejército, por las guerrillas, y ahora son también los civiles. Hay violaciones que resultan de la frustración personal, pero éstas son planificadas y utilizadas como armas de combate y están en la base de la proliferación del sida en el país. Uno de los proyectos más importante de la Fundación es el acompañamiento de las adolescentes violadas.

-¿Son capaces de sobreponerse a esa crueldad?

-La vida es más fuerte que la muerte y en el centro de la fundación se huele la vida.

-¿Cuál es el efecto de la prohibición de la Iglesia católica del uso del preservativo para protegerse del sida?

-Esas son polémicas de aquí, ni se plantean cuando estás con la gente que sufre. Cuando trabajamos con niños de la calle, expuestos a todo tipo de riesgos, tenemos que darles preservativos para que se protejan. La Iglesia, sobre el terreno, tiene otra percepción de la realidad. Hay personas con una visión cuadrada y rígida, en la Iglesia como en todas las instituciones, y otras personas con gran apertura de mente y realistas.

-Violaciones, sida? ¿y más?

-Pobreza extrema, y eso significa levantarte por la mañana y no saber lo que vas a comer ese día, es sobrevivir más que vivir. Toca seguir sufriendo y le toca a la mujer. El Estado está dominado por la corrupción y el egoísmo ocurre en un país con una inmensa riqueza.

-¿Nacer mujer en África es una desgracia?

-No, yo estoy muy contenta de ser mujer y tengo la creencia de que la libertad no se da como un regalo, hay que ganársela.

Perfil

Jacinthe Nkongolo

Psicopedagoga formada en la Universidad de La Sorbona, en París, es la delegada de la Fundación Pájaro Azul en África, donde coordina diferentes programas de desarrollo. Ha estado recientemente en Asturias para participar en unas jornadas sobre solidaridad organizadas por Pájaro Azul.

Fundación Pájaro Azul

Esta ONG, presidida por Inmaculada González-Carbajal García, fue fundada en Oviedo. Entre sus abundantes proyectos están un plan de alfabetización de adolescentes, jóvenes y adultos en Angola, un programa de apoyo a colectivos de mujeres víctimas de violencia sexual en la República del Congo, el apoyo a un centro niños de la calle en Kinshasa o la financiación de un paritorio en Benin.