Oviedo, L. Á. VEGA

Los dos magistrados que han tumbado la política laboral del Principado en los últimos años, Jesús María Chamorro, presidente de la Sala de lo contencioso-administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA), y José Ramón Chaves, titular del Juzgado de lo contencioso número 5 de Oviedo, pertenecen a la élite judicial del país y están considerados dos jueces realmente influyentes en sus campos de actuación. Pese a sus buenas relaciones en el ámbito de la Administración, sus últimas sentencias -la semana pasada se conoció una de la Sala de lo contencioso-administrativo que anulaba el nombramiento de 281 funcionarios elegidos a dedo- están causando auténtica zozobra en el Gobierno regional, que ha dado con la horma judicial de su zapato.

El prestigio de Jesús María Chamorro (Oviedo, 1964) lo ilustra el hecho de que lleve presidiendo la organización mayoritaria de los jueces, la Asociación Profesional de la Magistratura (APM), desde hace tres años. Al frente de la asociación denominada por algunos conservadora Chamorro ha podido influir en los últimos años en algunas de las cuestiones más candentes en relación con los jueces. Ya antes de llegar a ser el «gran jefe» de la asociación mayoritaria había participado en las negociaciones con el Ministerio de Justicia para la consensuar la ley orgánica del Poder Judicial. Quienes lo conocen señalan que «no es dogmático, sino que tiene un gran componente pragmático».

El que fuera uno de los jueces más jóvenes de España -con apenas 25 años se hizo cargo del Juzgado de Pravia- ha tenido una carrera fulgurante que se explica, según quienes lo conocen, no sólo por su competencia, sino por su increíble capacidad de trabajo. Está considerado un especialista de lo contencioso-administrativo, el auténtico West Point de los jueces españoles, según manifiesta un juez que se cuenta entre sus amigos. Partidario, según sus propias palabras, del «modelo de juez profesional, técnico e independiente», en 2004, con apenas cuarenta años, fue nombrado presidente de la Sala de lo contencioso-administrativo del TSJA, que en aquel momento arrastraba la friolera de 15.000 asuntos sin resolver. En poco más de cinco años Chamorro ha logrado reducir ese número a apenas 3.000.

En la Universidad de Oviedo labró algunas amistades que se han mantenido con el tiempo, como la que le une a Juan Pablo González, que fue vocal del Consejo General del Poder Judicial y aspiró a presidir la Audiencia de Guipúzcoa; a José Luis Concepción, que preside el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León; a Antonio García Martínez, magistrado de la sala de lo civil penal del Tribunal Superior del País Vasco y portavoz de APM, o al abogado ovetense Ángel Bernal, director de la Escuela de Práctica Jurídica. A Chamorro también le unía una fuerte amistad con el psicólogo Javier Grossi (hijo del ex concejal del PP en Oviedo Rodrigo Grossi), quien falleció en 1999 junto a su esposa cuando realizaba un viaje de cooperación por África. Aquello fue un duro golpe para el juez, según quienes le conocen.

Casado y con un hijo pequeño, «Chamorro es un carbayón de pura cepa, de los que piensa que Oviedo es lo más grande del mundo y que se pone nervioso cuando pasa más de 48 horas fuera de Asturias», en palabras de su amigo Antonio García. Montañero -se conoce al dedillo los Picos de Europa y Las Ubiñas-, una de sus pasiones es el esquí, y no desaprovecha los fines de semana de invierno para acudir a la estación de Pajares. En Oviedo se le puede ver en ocasiones en casa Gervasio, junto al presidente del TSJA, Ignacio Vidau, o el presidente de la sala de lo civil penal, José Ignacio Pérez Villamil. Quizás esa querencia ovetense sea la que está frenando su marcha hacia responsabilidades más altas.

La carrera del otro juez que está poniendo contra las cuerdas la política laboral del Principado ha sido muy diferente. José Ramón Chaves (Oviedo, 1962) comenzó como técnico de urbanismo en Mieres a mediados de los años ochenta. Considerado como uno de los mayores expertos en el régimen jurídico del profesorado, en el año 90 organizó el primer seminario jurídico sobre derecho universitario. Le salió tan grande la ponencia que pudo publicar un libro, el primero sobre este asunto. Sólo 48 horas después de conocer la ponencia, el rector de la Universidad de Salamanca, Julio Fermoso, hoy presidente de Caja Duero, lo contrató para dirigir los servicios jurídicos.

Tuvo su aventura política, aunque en un Gobierno de lo más aciago, como fue el de Sergio Marqués, quien lo hizo regresar a Asturias para hacerse cargo de la Dirección General de Universidades. En ese puesto tuvo sus más y sus menos con el rector Julio Rodríguez, que ponía todos los impedimentos posibles a que se auditasen las cuentas de la Universidad de Oviedo. Dicen que el puesto le venía como anillo al dedo, porque estaba en posición de discutir en pie de igualdad con el interventor delegado, con el letrado universitario o con el mismo rector, si era necesario.

Quizá fue esta experiencia, de la que salió escaldado, la que le hizo dar el paso de ser juez. Accedió a la carrera judicial por el cuarto turno. Cuando obtuvo plaza tuvo que quedarse un año en casa por la cuestión de las incompatibilidades.

Chaves se confiesa admirador del que fuera magistrado del Tribunal Supremo Marino Barbero, fallecido en 2001, y que sufrió como pocos el juego sucio de los políticos cuando instruyó el «caso Filesa» de financiación ilegal del PSOE. En más alta estima tiene al administrativista Ramón Martín Mateo. Entre sus amigos se cuentan el profesor de Derecho Administrativo Francisco Sosa Wagner, ahora eurodiputado de UPyD, y el síndico Antonio Arias, propuesto por IU.

Casado y con tres hijos, José Ramón Chaves se ha hecho famoso sobre todo por su blog (www. contencioso.es), uno de los más prestigiosos del país, donde no sin cierta sorna pero con ánimo constructivo se analizan todos los aspectos referentes al derecho administrativo. En este blog el magistrado se encarna en Sevach (Chaves al revés), un personaje que fustiga y saca las vergüenzas especialmente a los políticos. Es quizá por esto que el Gobierno regional decidió impedir a los funcionarios de su Administración acceder por internet a la página de Chaves, un gesto que fue aireado por éstos a los cuatro vientos.

«Es el hombre del sentido común y de la naturalidad. Tiene una gran facilidad para escribir y hablar, y es muy respetado desde el punto de vista jurídico. No hay congreso al que no le inviten», señala uno de sus amigos. Y bajo la imagen de cierta severidad que caracteriza a todo buen magistrado, subyace una persona afable, siempre dispuesta a la conciliación.