Autor de «La Brigadilla»

Gijón, J. L. ARGÜELLES

El libro volverá a estar en los escaparates en los próximos días, después de agotar varias ediciones. Y es que «La Brigadilla», una minuciosa investigación sobre el largo y cruento enfrentamiento que mantuvieron durante casi quince años, desde finales de 1937 hasta 1952, los cuerpos policiales y los guerrilleros antifranquistas, deja indiferentes a pocos lectores. Su autor es José Ramón Gómez-Fouz (Oviedo, 1952), ex boxeador que ciñó el cinturón de campeón europeo de los pesos superligeros y que ha hecho de su otra pasión, la investigación histórica, el instrumento de un relato -polémico en muchos tramos- en el que un pasado incómodo y reciente muestra todas sus heridas, sus grandezas y sus miserias. Gerente de Aceros IMS, Gómez-Fouz ha escrito otros dos libros que tocan de lleno el largo período dominado por el franquismo: «Bernabé: el mito de un bandolero» y «Clandestinos».

-Usted ha relatado muy vivamente la lucha de la guerrilla contra la Guardia Civil y la contrapartida.

-Fue una lucha a muerte. Unos utilizaron el terrorismo de Estado, a través, por ejemplo, de la ley de fugas, y otros el terrorismo puro y duro, que consiste, por poner un solo caso, en secuestrar a un chaval de 17 años y matarlo. Fue de una dureza terrible y ganó el más fuerte y disciplinado. Hay un error claro, que fue no sacar de Asturias a finales de 1947 a todos los guerrilleros.

-El historiador Ramón García Piñeiro afirma que la Guardia Civil tenía «carta blanca» y está demostrado, además, que persiguió a familiares, amigos y vecinos de los guerrilleros.

-Tanto como «carta blanca» total? Lo que sí hizo la Guardia Civil es que se volcó con quien colaboraba con ellos. Sí es cierto que hay casos que implican a familiares, pero ocurrió lo mismo por la otra parte, que también mató a familiares de gente de derechas o de la contrapartida. Los excesos eran más organizados por parte del Gobierno, que tenía más oportunidad de reprimir.

-García Piñeiro afirma que llegaron a estar encausados por colaborar con la guerrilla entre mil quinientas y dos mil personas.

-Esa colaboración tan amplia con la guerrilla sólo se dio en Asturias. Claro, muchas de esas personas pasaron una sola vez por Comisaría; no conviene exagerar, que ya fue bastante.

-¿La guerrilla asturiana fue, quizá, la principal preocupación de Franco en aquellos años?

-Sí, porque el PCE del exilio también tenía puesta su mirada en Asturias. Estaba el recuerdo de la Revolución del 34 y la minería, con gente muy bragada y solidaria. Había preocupación, porque era un «grano», pero creo que tampoco en exceso, porque estaba la cuestión económica o el contexto internacional.

-Pero el franquismo envió a Asturias fuerzas y policías importantes?

-Sí, sí, no olvidemos que Asturias fue zona de guerra hasta 1952. Ahora bien, quien acabó con la guerrilla fue la Guardia Civil; el resto era fuerza de apoyo.

-¿Qué papel jugaron los falangistas y los somatenes, lo que se llamó la contrapartida?

-La contrapartida no tenía gente profesional y estaba formada por personas que vivían de otra cosa, así que muchos lo iban dejando, aunque otros tuvieron un papel importante y estuvieron hasta el final, como el famoso ganadero de Soto de Agues que menciono en «La Brigadilla». Fue un personaje del que muchos pensaban que era jefe de la Guardia Civil. Todo aquello fue una locura y había gente de mucho valor por un lado y otro.

-Tengo la impresión de que delaciones e infiltrados precipitaron el final de la guerrilla.

-Lo mismo que ocurrió con el PCE.

-Pero el PCE tuvo una gran capacidad para levantarse de todas las caídas.

-Es cierto que personajes como el tangerino Francisco Cano Román, que logró infiltrar a dos guardias civiles en la guerrilla, uno de ellos el famoso «Radio María», fueron determinantes en la gran caída del 27 de enero de 1948, cuando matan a diecinueve guerrilleros en una noche y se producen detenciones masivas -también en Oviedo- de enlaces y colaboradores. Ahí empieza el final: mueren guerrilleros importantes, como Bóger, Onofre, Aurelio Caxigal, los Castiello? De ahí sacó el material Emilio Romero para su novela «La paz empieza nunca».

-Socialistas y comunistas tienen estrategias distintas con la guerrilla.

-Unos eran más militares y los otros eran otra cosa. Los comunistas quisieron aguantar hasta el final, porque la orden que dio Stalin en 1948 de dejar la lucha guerrillera se transmitió con la boca pequeña. Hubo casos de guerrilleros comunistas que lograron pasar a Francia y a los que estaban allí les pareció fatal. Al final, a los que quedaron, los mataron a todos. Entre ellos, entre los socialistas y los comunistas, se llevaban mal.

-Y bien. Usted recoge que la guerrilla socialista mató a dos falangistas por ensañarse con los cadáveres de guerrilleros comunistas.

-Y también en Pola de Siero. A la vuelta de Mata (José) del exilio, una señora me contó que le reconoció por la mirada. Aún recordaba aquellos ojos de cuando los guerrilleros entraron en un bar y ametrallaron a dos guardias sin darles ocasión de defenderse. Uno de ellos libró y fue expulsado de la Guardia Civil por cobardía ante el enemigo.

-¿Cómo es posible que un puñado de guerrilleros pudiera mantener en jaque al franquismo durante quince años?

-Era un combate muy difícil. El armamento de la Guardia Civil, que tenía vehículos lentos, era malo y, además, la guerrilla conocía mejor el terreno. Fueron cortando las bases de los guerrilleros poco a poco, sin prisas. Al final eran expertos unos y otros. Entre los guardias estaba el teniente Padilla, que era un especialista. Recuerdo que una vez, cuando escribía «La Brigadilla», le pregunté a una señora de Turón y fue mencionar el nombre de Padilla y se puso a temblar.

-¿Qué policías y guerrilleros tuvieron un papel destacado?

-Padilla, ya lo he mencionado. Y también el brigada Joglar, el sargento Fernández y el guardia Díaz. Como policía, Claudio Ramos, que estuvo asignado a la Brigadilla y era, guste o no guste, muy inteligente. Entre los guerrilleros socialistas, Lele y Mata; entre los comunistas, Manolo Caxigal y Bóger

-¿Cómo es posible que el maquis francés, donde hubo guerrilleros españoles, tenga los mayores honores, y la guerrilla española siga olvidada?

-Aquí no lucharon contra invasores alemanes, sino contra españoles. Es una diferencia sustancial. Mientras los socialistas han cuidado de todos los suyos, los comunistas, en cambio, no. Una vez estuve en el pueblo donde está enterrado Manolo Caxigal, que fue otra cosa, con muy buena fama, y tuve que decir que si no les daba vergüenza tener aquello medio abandonado. Los comunistas olvidaron a los suyos y, sin embargo, fueron los que aguantaron lo peor, hasta morir, sabiendo que no tenían escapatoria.

-«Bernabé», «La Brigadilla», «Clandestinos», ¿sigue investigando?

-Las facultades ya no son las mismas, pero no descarto nuevos libros.

«La colaboración amplia con la guerrilla sólo se dio en Asturias; muchas de esas personas pasaron una sola vez por Comisaría»

«Los guerrilleros también mataron a familiares de gente de derechas o de la contrapartida»

«Los comunistas olvidaron a los suyos y, sin embargo, fueron los que aguantaron lo peor, sabiendo que no tenían escapatoria»