C. JIMÉNEZ

Nicolás Olea es uno de los puntales de la medicina ambiental en España. Ha estudiado mucho sobre los efectos de determinados compuestos químicos en enfermedades como el cáncer de mama. Y sabe del peso que tantas sustancias contaminantes que imitan a las hormonas pueden tener sobre la enfermedad. Cuando habla no deja indiferente a nadie. La exposición a sustancias contenidas en pesticidas, plásticos y cosméticos son tres los factores que él asocia al incremento de esta patología.

-¿Qué es lo que lleva a un médico a analizar los factores ambientales que intervienen en el cáncer de mama?

-En el 82 me fui a Boston para estudiar el cáncer de próstata. Tenía que hacer un test y no me salía una prueba bien. Fue un fracaso completo, creían que había contaminado el laboratorio y el problema era que los tubos de plástico donde guardaba los sueros de los enfermos se estrogenizaban. Empezamos a tirar del hilo y vi que el plástico era el que estaba interfiriendo en mi trabajo.

-¿Qué efecto tiene la exposición a esas sustancias sobre la salud humana?

-Lo que se presentó inicialmente como una hipótesis curiosa cada vez está más consolidada y es que la exposición química ambiental de la población normal es muy importante en cuanto a cantidad de compuestos químicos, variedad y frecuencia. Muchos de esos compuestos, clasificados durante años como inertes, pueden actuar de forma combinada y tener un efecto hormonal.

-¿Qué compuestos son?

-Son muy diversos: pesticidas antiguos, componentes de los plásticos, cosméticos... Una exposición prolongada y en bajas dosis pueden provocar un efecto «cóctel» sobre la salud humana.

-¿Qué evidencias hay?

-En especies animales es llamativo y abrumador: el cambio de sexo en los peces del río Ebro y el desarrollo de pena en las hembras de moluscos de las rías gallegas. Cuando esas alteraciones ambientales hormonales pasan a la especie humana se relaciona con problemas en el desarrollo de los niños: cada vez vemos más casos de cáncer testicular, que era uno de los menos frecuentes. En la mujer toda la atención está en cáncer de mama y cómo la exposición química ambiental contribuye, junto con otros factores, a elevar las cifras de incidencia. Los talatos, por ejemplo, sin disruptores endocrinos, actúan cambiando el equilibrio hormonal del organismo.

-¿Dónde está el peligro?

-No es una cuestión de exponerse a uno o dos compuestos muy tóxicos sino que ahora es la exposición generalizada de la población a niveles bajos. Se considera que desde el año 1900 hasta ahora la sociedad industrial ha desarrollado unos 114.000 compuestos químicos; eso en el censo más cauto. Esos compuestos no tenían parangón en la naturaleza y la actividad hormonal ligada a ellos es de unos 600. Es una pieza más en el desarrollo el cáncer de mama.

-¿Alguna recomendación?

-La adherencia de los perfumes a la piel está basada en los talatos, que se absorben y se incorporan al organismo. Es igual que cuando una mujer embarazada se echa crema por la barriga: alguien le va a tener que decir algo alguna vez. En esos momentos la susceptibilidad hormonal del organismo es altísima. En protectores solares hay que buscar cremas basadas en minerales, son más feas porque dejan una capa blanca sobre la piel pero no tienen química. Sobre todo, hay que incidir durante el embarazo dando consejos y mensajes muy sencillos.

-¿Se puede evitar la exposición a esos compuestos?

-Los grandes factores de protección contra el cáncer de mama en la serie estudiada en la Universidad de Granada es parir antes de los 19 años, tener más de cuatro hijos y acumular 36 meses de lactancia, que es el perfil de las abuelas de ahora. Pero no vamos a aconsejar que se cambien los patrones de la vida moderna en salud reproductiva. Lo que sí está claro es que el primer factor de riesgo prevenible es la exposición química ambiental.

-¿Qué me dice de los pesticidas y de los plásticos?

- Hay gente que ha optado por la agricultura ecológica. No hay evidencias de que ofrezca mejores productos pero sí es cierto que supone una menor exposición porque no ha habido un tratamiento químico. El uso de plásticos alimentarios también representa un porcentaje importante de exposición a compuestos químicos. El compuesto más frecuente en la sangre del americano medio en los años 60 fue el DDT (dicloro difenil tricloroetano) Hoy el más abundante son los plásticos de las sartenes de tefal. Todo ese invento de incorporación de plásticos a nuestras vidas tiene un precio.

-¿Cuándo va a actuar la Administración?

-Nunca. Probablemente no tiene capacidad, pero tampoco tiene valor para hacerlo público, creen que todo esto es alarma socia. La Administración no es un árbitro en salud humana, debe estar siempre de parte de quien representa y debe ser valedora de la salud de la gente, además de ser completamente cauta y anticipadora.

-¿Qué propone?

-La Administración cree que controla, ha centrado todo el gasto en el diagnóstico precoz y en el tratamiento pero al final hay que empezar a incorporar el discurso de la prevención en la medicina. Hasta ahora la evaluación de riesgos se ha basado en la demostración del daño, esto es, que alguien tiene que fastidiarse antes para alguien decida. Dice la Unión Europea que las decisiones deberían estar basadas en el principio de precaución o cautela.

Nicolás Olea

Es catedrático de Medicina Interna en la Universidad de Granada y coordinador de Investigación del Hospital Clínico de Granada. Su especialidad es la radiología y la oncología. Terminó la carrera de Medicina en 1977 y lleva 33 años en el ejercicio de la profesión, 14 de ellos como catedrático universitario. Trabaja en investigación en el cáncer de mama. En 1982 se fue a estudiar a Bruselas para profundizar en este campo. De allí dio el salto a EE UU y comenzó a investigar en Boston sobre cáncer de próstata. Un estudio de laboratorio fallido le llevó a estudiar los efectos que tiene sobre la salud humana la exposición continuada a diferentes sustancias químicas. Anteayer participó en el curso de formación organizado por la unidad de mama Bruno Salvadori del Hospital de Cabueñes a para hablar sobre «Xenoestrógenos y cáncer de mama».