Madrid, J. MORÁN

Eduardo García-Rico, periodista y escritor nacido en Trevías, Valdés, en 1931, relata en esta última entrega de «Memorias» su trabajo en la revista «Triunfo», especialmente significada en el tardofranquismo y la transición. García-Rico también vive desde dentro los conflictos internos del Partido Comunista.

l Librepensamiento y neumotórax. «Claudio Ramos me interrogó. Era Eduardo Rincón quien me había nombrado en un interrogatorio, que luego transcribió Gómez Fouz en su libro "Clandestinos". Me tranquilizó saber que hubiera sucedido así. Rincón, que tenía por nombre de guerra "Carlos", sabía muy pocas cosas. Desconocía la implicación de los hermanos Vigil, por ejemplo. Tampoco Ramos la sabía y no me preguntó por nadie, salvo por mí mismo. "¿Eres marxista?". Lo negué, claro. "¿Qué defiendes?". "Las libertades, la democracia, la justicia?". "Ya, ya, entonces eres librepensador". "Bueno, pues sí". Me dejaron libre, seguramente asustados por el estado de mi enfermedad pulmonar. El médico había alarmado a los agentes de la Brigada de Oviedo y convencieron a los de Madrid para que me pusiera en libertad. Carmen Labra disponía de un piso vacío cerca del Santiago Bernabeu. Lo ocupamos. El doctor Rafael Gutiérrez resolvió hacerme un neumotórax. Fue un trance dolorosísimo durante una semana; tardó en hacer efecto aquella operación, pero recobré la salud al cabo de un año».

l Nace «Triunfo». Tuve una entrevista con el responsable de los intelectuales del PC. Habían venido para ayudarme a pasar la frontera, pero el plan se frustró. Decidieron buscarme trabajo y me pusieron en contacto con Rabanal Taylor, un crítico de cine que colaboraba en la revista "Ínsula" y que trabajaba con un cargo importante en Movierecord, empresa dedicada a la publicidad en los cines. A Movierecord pertenecía, en parte, una revista dedicada al cine, en tono sensacionalista y con la actualidad más frívola: "Triunfo". La había creado en Valencia la familia Ezcurra, implicada en el régimen desde la guerra, menos uno de los hermanos, José Ángel, amigo de Bardem, de Berlanga, de Muñoz Suay... Había creado con todos ellos, y otros, "Objetivo" y "Nuestro Cine", revistas con tendencia izquierdista dedicadas al cine; y "Primer Acto", de teatro y del mismo tono ideológico. Pues bien, Movierecord accedió al cambio de contenido, pese a que el propietario, Jo Linten, era un exiliado belga partidario de León Degrelle; pero dejaba libertad a sus ejecutivos a cambio de competencia y lealtad. De la mano de Rabanal Taylor llegué a Ezcurra, que me integró inmediatamente en "Triunfo". Él estaba acostumbrado a formar equipos competentes, por sus anteriores experiencias editoriales. Al nuevo "Triunfo" destinó a César Santos Fontela (cine), Jesús García de Dueñas (cine, grandes reportajes, entrevistas, artículos, dadas sus excepcionales cualidades), José Ramón Marra, Ricardo Doménech o José Luis Martínez Redondo (redactor-jefe). Ezcurra me dedicó a la tarea de reclutador y así fui mediador de la entrada de otros: en alguna medida, de Manolo Vázquez Montalbán; Luis Carandell, Chumy Chúmez? Fui a París y llegué a un acuerdo por el cual "Triunfo" disponía de los contenidos de "Le Nouvel Observateur" para publicarlos en castellano».

l «Ruedo Ibérico» y los «felipes». «Escribí para la revista: reportajes en París, Bruselas, y una sección semanal, "El mundo y los libros", reflejando la aparición de los libros progresistas más importantes. Fui nombrado secretario general y ayudé a Ezcurra en la orientación de la revista, y le sustituí siempre que fue necesario. En todo este tiempo, años sesenta y primeros setenta colaboré en la tarea de conseguir que "Triunfo" se convirtiera (según valoraciones que se han hecho después) en "la voz del progresismo español" y en "reflejo y recreación de la cultura radical de los años 60 y 70, que ha dejado tras de sí una aureola de mito generacional y de ahí el significado histórico que tuvo". Desde los primeros sesenta, cuando colaboré con un trabajo sobre la historia de la revolución asturiana en "España hoy", de Ruedo Ibérico, mantuve una relación muy estrecha con esta editorial. Después fui uno de los fundadores y colaborador de la revista "Ruedo Ibérico", que dirigía José Martínez, y me nombró miembro del comité de dirección con Jorge Semprún, Fernando Claudín e Ignacio Quintana. Asistí a la llegada de los miembros del partido Frente de Liberación Popular (FLP), el "Felipe", fundado por Cerón. Enseguida, junto con Ignacio Quintana, aparecieron colaborando de distintas maneras, Manuel Castells, Joaquín Leguina, José Luis Leal, José Manuel Naredo, Pascual Maragall, Luciano Rincón, Juan Tomás de Salas, Carlos Romero, José Ramón Recalde, Alberto Míguez, José Manuel Arija, etcétera. La pertenencia a la redacción de "Ruedo Ibérico", con cierta jerarquía, me trajo problemas en mi vinculación con el PC. Simplemente, la organización de Madrid me separó por esta razón».

l Escisiones en el Partido Comunista. «Se celebró la asamblea de Arrás, en 1963, en la que el PC reunía al sector intelectual. La reunión de Arrás, en la que participé, tuvo un valor especial: contribuyó a desvelar en toda su crudeza las escisiones y desviaciones, muy numerosas, que se habían producido en los últimos años en todos los comunismos. Hay que citar entre los participantes directos a Horacio Fernández Inguanzo y a Manuel Sacristán, el mayor intelectual del marxismo español; o Antonio Rato (de la familia gijonesa) y Pepe Ortega, el pintor. Estallaron las tensiones a propósito de varios temas: el movimiento obrero, o la polémica entre arte moderno y el socialrealista, o por la discusión entre novela social y novela descomprometida. También salieron a relucir los problemas de los prochinos, ya que estaba allí su más alta representación: Lorenzo y Eulalia Peña. Tras los enfrentamientos, intervino Santiago Carrillo y las cosas siguieron igual. Los "maos" se volvieron más escisionistas que nunca y el "claudinismo", del que a mí se me acusaba, sin duda con razón, consagraba con rigor su apuesta bien distinta a la línea oficial. Yo, afortunadamente, me mantuve siempre en la periferia, y en la transición me adscribiría a una especie de Fundación denominada "Europa", que dirigía Enrique Curiel y que facilitó el salvamento a los marginados ante la descomposición de un partido que había sido el más fuerte en la clandestinidad. La corriente de Curiel se integró después en el PSOE. Ayudé todo lo que pude a José Mario Armero, del que era amigo íntimo, en sus esfuerzos por hacer dialogar a la derecha y a la izquierda, en los últimos tiempos del franquismo y primeros de la democracia. En La Habana estaba Enrique Líster, el general derrotado en política, siempre más soviético que español. Lo volví a ver en 1982 en el Palacio de Congresos de Madrid, ante un televisor que daba el resultado de las elecciones: significaban para el PSOE el poder absoluto y desaparecía del mapa político el PC. El general sonrió y se marchó. Moriría al poco tiempo».

l Sólo hace callar la censura. «Trabajé también muchos años en "Pueblo". Me recomendó una amiga de Emilio Romero y mía, gran pintora, la gallega María Antonia Dans. Le mostré a Romero mi currículo, con expresión clara de mi manera de pensar de izquierdas. Me replicó: "Aquí sólo hace callar la censura", y me destinó a la tercera página y poco más tarde a la crítica de teatro, como sucesor de Marqueríe. Romero también me mandó a París como corresponsal, para sustituir a Pilar Narvión, tres veranos. En representación de "Pueblo" y de "Guadiana" (publicación de la que me habían hecho director los hermanos Camuñas), hice reportajes en el extranjero. Colaboré con la revista "Interviú", con entrevistas, y estuve en los telediarios de fin de semana, con Felipe Mellizo, Gurriarán y Luis Carandell como directores de informativos. Allí llevé durante 10 años el área de cultura».

l Palabras en libertad. «He escrito más de mil artículos y de cien entrevistas, además de unos veinte libros. Varios de conversaciones con políticos, entre ellos el que hice con Fernández Ordóñez, "Palabras en libertad" (hoy título que utiliza uno de mis hijos, Rafael, ex diputado socialista, para escribir de política en algunas revistas). Y otro con Alfonso Guerra, en su época de Vicepresidente. Hace muchos años, más de cuarenta, publiqué con Manuel Vázquez Montalbán "Reflexiones ante el neocapitalismo". Firmé tres libros sobre la revolución burguesa, dedicados al Marqués de Salamanca, a la reina Cristina de Borbón y al general Serrano, y otro, del que se hicieron ediciones especiales, dedicado a Isabel II y su tiempo. También escribí los libros "Queríamos la revolución. La historia del Frente de Liberación Popular", o "La caída del fascismo portugués", con investigaciones que realicé en Lisboa después de la revolución. Y "Vida, pasión y muerte de Triunfo"».