Oviedo, M. J. IGLESIAS

En el planteamiento general del documento para la elaboración de un plan territorial de los espacios libres del centro de Asturias subyace la tesis de que el suelo no urbanizable que queda en los treinta municipios a los que, en principio, va dirigido el planeamiento debe ser preservado del crecimiento, excepto en el caso de los usos agrarios, de ocio o culturales.

Los técnicos alegan que el centro de Asturias es la zona que concentra la mayor parte de población, la actividad económica, la industria pesada y las principales infraestructuras de comunicación. Estos antecedentes justifican, según los redactores, el diseño de una especial protección para los recursos naturales, que de otro modo corren el riesgo de perderse para siempre.

El documento asegura explícitamente que los instrumentos de planeamiento supramunicipal, con excepción del POLA, en la costa, no han logrado desarrollar un modelo de ordenación capaz de poner límite al proceso de destrucción de los recursos más valiosos del medio rural, en la zona central. Los redactores ponen como ejemplo la proliferación de polígonos industriales en las vegas del Nalón.

El estudio sugiere además la creación de un sistema general de sendas, similar al que planteó el POLA para las áreas costeras. La red peatonal estará formada por tramo de caminos existentes, formando una especie de malla. Esa red debería transformarse en un incentivo para el desarrollo del turismo rural en los pueblos colindantes.

En cada hotel rural debería existir un esquema de los itinerarios que pasan por sus proximidades, aunque se estima imprescindible un cambio radical respecto al modo en el que la Administración «sobrediseña» las sendas que construye o arregla.

Las nuevas sendas deberían ser tan «discretas», a juicio de los autores del documento, que resulten «indistinguibles» del paisaje por el que discurren y pasar tan desapercibidas que ni siquiera sean inauguradas oficialmente.

La propuesta va más allá e indica que las áreas con espacios vegetales «de interés» deben mantenerse lo más inaccesibles posible, con medidas disuasorias como el desvío de los accesos, para evitar las visitas inoportunas.

Además, el proyecto plantea la sustitución de carreteras que califica de «innecesariamente agresivas» por otro tipo de vías que tengan menos impacto en el entorno y vayan separadas de lo que se denominan «zonas sensibles».