La Granda (Gozón), F. V.

-¿Un diplomático tiene que ser neutral o debe posicionarse políticamente?

-Mi padre me dio un consejo y me dijo que un diplomático ha de ser un técnico y tiene que servir al Estado siguiendo las directrices del Gobierno. Por tanto, mi consejo ahora es que un diplomático no se haga de ningún partido político; yo no soy de ninguno, unas veces voto a unos y otras a los otros.

-Usted ha «pateado» medio mundo y ahora se ha asentado en España, ¿lo echa de menos?

-Pues sí. Lo bonito de esta profesión es que siempre te estás poniendo un sombrero distinto. Pasé de ser cónsul en Miami a ser embajador en Angola, o sea que imagínese si mi vida ha sido movida.

-Cuando estaba en Miami (2000-2005) le toco lidiar con el caso de Joaquín José Martínez -con ascendencia asturiana-, que estaba condenado a muerte, ¿cómo fue aquello?

-Me llamaban «el salvador de náufragos». Cuando llegué a Miami había tres españoles condenados a muerte en el mundo y tres estaban allí: Pablo Ibar, el sobrino de Urtain; Julio Mora, de La Gomera, y Joaquín José Martínez, cuya abuela era asturiana. Los tres lograron conmutar sus penas de muerte y eso es una de las cosas de las que más orgulloso estoy de toda mi carrera, sin ninguna duda es la que más me ha enriquecido humanamente. A Joaquín José, que ya está libre, siempre le digo que si algún día hacen una película sobre su caso yo quiero salir de verdad, que no pongan a otro para hacer el papel que yo desempeñé (risas). Aún mantenemos contacto.

-¿Qué opina del conflicto entre Israel y Palestina?

-De eso prefiero no hablar porque estaríamos horas.

-Acaba de salir una encuesta del CIS en la que se refleja que los asturianos están dando un giro político hacia el centralismo a consecuencia de los excesos de alguna autonomías, ¿qué opina usted al respecto?

-Éste es un país plural y diversificado y tenemos que respetar sus singularidades. Lo que hay que intentar es que todos empujemos el carro en la misma dirección para beneficiarnos. Si estamos en un país plural, lo estamos y hay que demostrarlo. El modelo de autonomías es el modelo de Estado que hemos elegido y está aprobado por todos los españoles, por eso debemos respetar sus reglas. Hay autonomías que se sienten más centralistas y otras más nacionalistas, pero precisamente en la diversidad es donde reside la riqueza de las cosas. ¿Por qué no nos respetamos unos a otros?, sobre todo cuando se ha decidido democráticamente; ¿la soberanía no es popular en este país?, pues dejemos que el pueblo elija y respetemos lo elegido.

-¿Cuando se está fuera se le echa un ojo a la política española?

-Claro, tenemos una política apasionante.