Oviedo, M. J. IGLESIAS /

R. MURIAS / P. GONZÁLEZ

Riguroso, tolerante a pesar de sus firmes ideas políticas y religiosas, hombre de familia y buen amigo. Éstos son algunos de los rasgos de la personalidad de Juan Luis de la Vallina Velarde que más repiten aquellos que conocieron a este político conservador ovetense fallecido ayer en la Clínica Universitaria de Pamplona a los 77 años de edad tras una grave enfermedad. De la Vallina Velarde (Oviedo, 11 de noviembre de 1932) deja tras de sí una dilatada carrera profesional, política y familiar.

Su vida la pasó entre los atriles de las aulas y las tribunas de los foros políticos más importantes del país. En su amplio currículo político destaca el haber sido presidente del PP en Asturias (1977-1983) -en aquellos tiempos denominado Alianza Popular (AP)- y muchos años diputado nacional (1977-1996) y senador (1996-2000). Pero sobre todo formó parte de la bautizada «Comisión de los ocho», como se conoció a los ponentes de los principales partidos que redactaron el Estatuto de Autonomía de Asturias.

Fue un reputado experto en Derecho Administrativo, lo que le permitió acceder a altos cargos de responsabilidad en los últimos años del franquismo. Antes estudió la carrera de Derecho en la Universidad de Oviedo (1949-1954) y viajó a Roma, París y Bruselas para ampliar sus conocimientos y obtener así el doctorado. Tiempo después se convirtió en catedrático de Derecho Administrativo en la Facultad de Derecho de la Universidad de Oviedo, donde coincidió con otros brillantes profesores como Gonzalo Mourullo, Fabio Suárez Montes, Aurelio Menéndez o Fernando Suárez. Luego llegaría el salto a Madrid. En la capital ejerció como director del Instituto de Estudios de la Administración Local (1969-1973). Más tarde se convirtió en secretario general técnico de la Presidencia del Gobierno (1973-1974), donde vivió el corto mandato presidencial del almirante Carrero Blanco, asesinado por ETA en diciembre de 1973, seis meses depués de su nombramiento. Los años siguientes (1974-1975) siguió ejerciendo como secretario general técnico, en este caso del Ministerio de Gobernación, equivalente en la actualidad a la cartera de Interior. Además, fue procurador en las Cortes franquistas en su X Legislatura (1971-1976), en representación del tercio familiar por la provincia de Toledo. Y entre 1976 y 1977 fue presidente de la Diputación Provincial. Entre los reconocimientos que recibió a lo largo de su vida destacan las grandes Cruces de la Orden del Mérito Civil y de la Orden de Cisneros. Además, es autor de numerosas obras sobre derecho administrativo.

Casado y padre de seis hijos, nunca ocultó sus profundas creencias religiosas y su vinculación al Opus Dei. Su cadáver llegó en la tarde de ayer a Oviedo, donde fue velado en el tanatorio de Los Arenales. La misa por su eterno descanso se celebrará hoy a partir de la una de la tarde en la iglesia de San Pablo de la Argañosa (Oviedo). Posteriormente el cadáver será trasladado al cementerio de San Martín de Salas, de donde es originaria su familia.