Catedrático de Patología Animal y presidente del Comité Científico Veterinario de España

Valdelugueros (León),

María José IGLESIAS

Juan José Badiola Diez (León, 1 de septiembre de 1948), es catedrático de Patología Animal de la Universidad de Zaragoza, de la que ha sido rector, experto mundial en encefalopatías transmisibles, diseñador en España del plan de choque contra las «vacas locas» en el año 2000 y actual presidente del Consejo General de Colegios de Veterinarios de España. Entre 1988 y 1997 fue miembro del Comité Científico Veterinario de España y presidente del Subgrupo de Evaluación de las Investigaciones sobre las Encefalopatías Espongiformes Bovinas (EEB) de la Unión Europea, un puesto clave en su carrera que, tras la aparición, en el año 2000, de numerosos casos de «vacas locas» en toda Europa, lo catapultó al primer plano de la actualidad. Los títulos se evaporan cada agosto entre las montañas astur-leonesas. Es cuando Badiola regresa a Tolibia de Abajo, en Valdelugueros, León, el pueblo de su madre, y se convierte de nuevo en Juan, el hijo del veterinario de La Pola de Gordón, nieto de ganaderos, esposo de María Antonia Vargas, médica cordobesa que igual prepara gazpacho que disfruta de cecina y callos, y padre de tres hijas que, muy a su pesar, no han seguido la tradición familiar de la veterinaria. Una es médica, otra ingeniera y la tercera, licenciada en Bellas Artes. El universo veraniego de Badiola lo completa «Oliva», una perrita que encontraron abandonada entre olivares, cerca de Andújar. «No se separa de mí, me adora». Badiola se licenció en veterinaria en la Complutense de Madrid, en 1972. Cuando tenía 13 años su padre lo mandó a Alemania para aprender el idioma. Agradece la formación que ha recibido, pero más que nada las bases firmes que le inculcaron sus mayores: «En la vida solamente se progresa trabajando».

-Usted es el científico mediático de este país, le conoce desde la Reina al ama de casa? todo un mérito...

-A la Reina le he dado tres charlas o más bien clases. A ella le diseñan un plan de actividades relacionadas con temas de actualidad y a mí me llamaron para hablarle de las «vacas locas» y de la gripe A. Claro, como siempre me gusta atender a los periodistas, pues doy mucho juego (risas). Tengo un gran respeto por la prensa, cuanto mejor expliques las cosas mejor se divulgarán entre la gente. Me encanta que lo que hago se entienda.

-¿Fue un error comprar miles de vacunas contra la gripe A?

-Es muy fácil criticar a toro pasado. Si el virus hubiera sido más agresivo la gente ahora no criticaría las medidas. Sinceramente creo que la Organización Mundial de la Salud tomó las medidas de precaución necesarias. Cuando la pandemia comenzó en México todo el mundo estaba asustado.

-Templó ánimos en España, cuando estalló la peor crisis alimentaria de la segunda mitad del siglo XX, nadie se creía que las vacas enloquecían por comer piensos animales y, que a su vez, las personas podían morir por tomar carne de reses que estuvieran contaminadas.

-Lo importante es que tomamos a tiempo medidas para atajar la situación. El control sobre los piensos y el ganado fue férreo. Yo llevaba muchos años estudiando la enfermedad de Scrapy en las ovejas y la encefalopatía espongiforme bovina cuando apareció en Inglaterra. Lo importante era eliminar los factores de riesgo.

-El plan contra la EEB que usted diseñó en el año 2000 sigue vigente, pero con la llegada del PSOE al poder, al laboratorio de Zaragoza le quitaron el rango de centro de referencia nacional. ¿Le dolió ese trato?

-En la vida son importantes las formas. Hay cosas que están por encima de las ideologías políticas. El laboratorio estaba haciendo muy bien las cosas. Diagnosticamos un caso de encefalopatía en una res de lidia. Eso a alguien le molestó y bueno? mi deber es investigar y hacer bien mi trabajo.

-Nunca ha contado como llegó a ser el hombre de confianza del Gobierno de España para lidiar la crisis de las «vacas locas»...

-He hablado de ello pocas veces. Cuando aparecieron los primeros casos de encefalopatía en España yo iba un día de camino a Asturias y recibí una llamada. «Juan, soy Mariano»... no caía. ¿Mariano, qué Mariano? Resulta que era Rajoy, entonces vicepresidente del Gobierno. Me pidió formar parte del comité de expertos que asesoró al Ejecutivo. Fue entonces cuando comenzamos a coordinar en Zaragoza los análisis de las pruebas remitidas desde todas las comunidades autónomas. Hubo que decidir el sacrificio selectivo de centenares de reses. Fue duro, pero evitamos la ocultación de casos. También era necesario recuperar la confianza del consumidor en la carne de vacuno.

-Asturias fue la segunda comunidad en la que aparecieron reses enfermas. Los ganaderos lloraban de rabia cuando debían sacrificar parte del rebaño. ¿Se hicieron bien los deberes?

-La coordinación fue total. Entonces era consejero Santiago Menéndez de Luarca, actual subsecretario del Ministerio de Medio Rural. Mantuvimos una fantástica relación.

-Luego le nombraron caballero de la Orden del Sabadiego, en Noreña; ya ve que no le guardan ningún rencor?

-Eso fue porque una vez salí en defensa de los callos, que por cierto me encantan. A la gente de la Orden del Sabadiego les hizo gracia mi posicionamiento y me invitaron a Noreña. Me trataron fenomenal. La verdad es que me encanta venir a Asturias.

-¿Los ciervos asturianos pueden pastar tranquilos o deben temer a la pasteurelosis?

-Lo importante es que se extreme la vigilancia. El brote no tiene por qué llegar a Asturias.

-Cerca de este pueblo leonés, en Valdelugueros, pasa el trazado de la polémica línea de alta tensión Sama-Velilla... ¿Otro punto de unión con Asturias? ¿La rechaza?

-Ése no me hace mucha gracia. Me opongo vivamente, porque será un destrozo medioambiental.

-Habla inglés, francés, alemán, italiano, es hijo adoptivo de Zaragoza y tiene condecoraciones como la gran medalla de plata al Mérito de la Guardia Civil. No está mal para un chico de León que un día quiso ser veterinario.

-Lo de los idiomas se lo debo a mi padre. Con 13 años me mandó a Alemania. Viajé mucho de joven, algo que no era habitual en España en aquella época. Otra de las cosas que me gustaba era cuidar las vacas de mis abuelos. También he ido a la trilla y a recoger lentejas y guisantes, que se dan muy bien en estas tierras. Yo aquí soy feliz. De hecho, nunca acepto ninguna invitación de ningún tipo en agosto. Los días en Tolibia son sagrados.

-De joven le tentó torear y confiesa que le fascinan los trenes, es usted un baúl lleno de sorpresas.

-Lo de torear es mucho decir, en plazas de tercera. Lo de los trenes me viene de mi abuelo paterno, que era ferroviario y participó en la puesta en marcha de la línea de Feve entre La Robla y León.

-En Tolibia de Abajo, León, a pocos kilómetros de Cabañaquinta, Aller, el investigador vuelve a ser Juan, el niño que se tiraba con plásticos por las laderas cuando nevaba? ¿Qué aprendió en el pueblo?

-A este pueblo, a mis abuelos, a mis padres les debo el espíritu luchador que dan estas tierras. Aquí, como en las montañas asturianas, nada ha sido nunca fácil. Los leoneses tenemos un espíritu recio de trabajo que valoro cada vez más. Mi abuelo siempre decía que solamente se progresa trabajando. Ese es el único secreto que hace grande a un pueblo y a un país.

-¿Ahora, en plena crisis, es el momento de recuperar el valor del trabajo y del esfuerzo?

-Añadiría que también es buen momento para poner de moda valores como la honradez y un cierto espíritu de discreción y respeto a los demás. La educación es esencial, porque al fin y al cabo es lo que ayuda a una persona a progresar y a entender lo que tiene y sucede a su alrededor.

-Usted luchó por la democracia en sus años de estudiante universitario. ¿Se han cumplido las expectativas?

-Pertenezco a una generación que se ilusionó con cambiar y modernizar este país. Ahora a España la veo en una encrucijada. Nos hemos fijado demasiado en cosas materiales y se han perdido los valores éticos. A menudo se da una interpretación demasiado superficial de las cosas. Me sorprende que esto pase en un país que tanto valor ha dado siempre a la educación. En León, como en Asturias, en los pueblos, la gente hacía todo lo posible para que sus hijos estudiasen. El problema es que los políticos, en general, no tienen credibilidad.

-¿Ni siquiera su amigo Rajoy?

-Creo que Mariano Rajoy puede ser un buen presidente del Gobierno. Lo digo porque le conozco personalmente. Es una persona seria y honesta. Cuando el PP perdió las elecciones me envió una carta de su puño y letra agradeciéndome mi colaboración. Eso no lo hicieron otros.

«No perdono el mes de agosto en Tolibia (León), al lado de Asturias, esos días no acepto invitaciones para ir a ningún sitio»

«Me opongo vivamente a la línea de alta tensión Lada-Velilla porque sólo supondrá un destrozo medioambiental»