Oviedo, L. Á. VEGA

En las grabaciones de las cámaras de seguridad de los bancos que atracaba, Manuel Ángel Álvarez Riestra, conocido como «El Solitario» avilesino, presentaba un aspecto atildado, con el cabello y la perilla bien recortados -en realidad eran postizos- y atuendo impecable. El hombre de 69 años que se sentó ayer en el Juzgado de lo penal número 2 de Oviedo para responder de un atraco en Lugo de Llanera el 28 de febrero de 2008 ofrecía un aspecto bien distinto. La barba canosa, una bien visible calva y aspecto humilde. Aun así, el director del banco atracado, Fernando López Vallina, lo reconoció sin dudar, y también un cliente sorprendido en la sucursal en el momento del robo. «Soy inocente», clamó al final del juicio el acusado, quien presentó en la vista las sentencias absolutorias por otros dos atracos cometidos en el País Vasco, para dar a entender que no todos los robos que se le atribuyen fueron cometidos por él.

La defensa del avilesino, a cargo del abogado José Manuel Fernández González, sugirió que la Guardia Civil había inducido a los testigos a reconocer a Manuel Ángel Álvarez como el autor del atraco. Para Fernández, las descripciones que ofrecieron estas personas no se corresponden con el aspecto de Álvarez, que acaba de ser condenado a seis años y medio de cárcel por un atraco en Corvera.

Los testigos hablaron de una persona enjuta, de nariz aguileña y una altura de entre 1,70 y 1,75 metros, y calcularon la edad del atracador en no más de 55 años. Álvarez es corpulento, no tiene una nariz afilada y mide 1,83 metros. Además, está a punto de cumplir 70 años, aunque bien llevados. Su letrado intentó explotar estas aparentes contradicciones y se agarró sobre todo al testimonio de la cajera, quien indicó que no podía reconocer al asaltante.

Los testigos coincidieron en lo básico. Sobre las siete y cuarto de la tarde de aquel día, poco antes de cerrar, una persona bien vestida, con cabello y perilla de color castaño tirando a rojizo, penetró en la sucursal de Caja Rural de Lugo de Llanera. Fue directamente hacia el director, que estaba hablando con un cliente. Sacó una petaca eléctrica y la hizo restallar junto a ellos. «No os mováis, que os pego una descarga», dijo el atracador, y a continuación sacó un pequeño revólver de color negro. El director, con el cañón a la altura del estómago, no dudó un momento en darle el dinero.

El atracador metió el botín -un total de 4.485 euros- en una bolsa de color azul, que además utilizó luego para no dejar huellas al abrir la puerta del banco. Antes de eso, preguntó por la caja de seguridad. El director le dijo que tenía retardo. Si quería que la abriese, tenía que esperar un rato. El atracador decidió poner tierra de por medio. Unos meses después, en junio, la Policía detuvo a Álvarez Riestra en Huelva, mientras se disponía a cometer un atraco. Le quedó el apodo de «El Solitario» avilesino, porque, como el original, Jaime Giménez Arbe, utilizaba postizos para disimular su verdadero aspecto.

Cuando ayer le enseñaron una foto tomada por una de las cámaras de seguridad del banco, la reacción del acusado no se hizo esperar. «¿Qué tengo que ver yo con ese señor? No lo conozco de nada», exclamó. El fiscal del caso, Gabriel Bernal, aseguró que las identificaciones del acusado realizadas durante la vista de ayer fueron «claras y contundentes», y defendió el trabajo realizado por la Guardia Civil. También esgrimió a una carta que envió «El Solitario» desde la cárcel de Villabona, en la que reconocía los hechos y pedía que se le condenase pronto para disfrutar cuanto antes de los beneficios penitenciarios. Ayer Álvarez Riestra declaró que se había confundido al escribir esa carta.