Hubo un tiempo, allá por la segunda mitad de los noventa, en que no se podía ser alguien en Oviedo sin tener un perro cocker regalado por el alcalde Gabino de Lorenzo, por entonces prolífico criador. En aquella época de inauguraciones triunfales, cuando era un cometa fulgurante seguido por una estela infinita de pinchos variados, cuando le daban los niños a besar, De Lorenzo regalaba perros a diestra y siniestra. Algunos los colocó en lo más alto de la derecha. Glorioso destino fue el que tuvieron «Zico» y «Gufa», la pareja de cockers que recibió el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar.

María Ángeles López de Celis, secretaria en la Moncloa durante más de tres décadas, acaba de escribir un jugoso libro en el que cuenta, entre otras muchas cosas, que aquellos perros gabinianos «odiaban profundamente» a Francisco Álvarez-Cascos y que le «ladraban enloquecidos y le enseñaban los colmillos en cuanto se acercaba». Añade la secretaria que «una vez reducidos y a buen recaudo (Cascos) les hacía un corte de mangas para demostrarles que nunca conseguirían echarle el diente». Ese extremo no parece cierto pues sí que se lo echaron.

Juan Martorell, un amigo de los Aznar, novelista y ex profesor en la Complutense, ha contado que «Zico» era «tremendo» y que mordía a todo el que se le acercaba. Aseguró Martorell en una entrevista publicada en 2009 que «Zico» consiguió cobrarse la pieza de Cascos y también la de Miguel Ángel Cortés. Aquellos cockers que «apasionaban» a Aznar -no tanto a Ana Botella- ya han muerto. Primero falleció «Gufa», algo que dulcificó el carácter de «Zico», «que dejó de morder y se volvió encantador», dice Martorell. «Zico» falleció en las Navidades de 2009.

Visto lo que pasa ahora en el PP asturiano, cabe preguntarse si aquellos perros, lo mismo que intuyen un terremoto, ya olfateaban que las cosas entre su criador y el poderoso «general secretario» del PP iban a torcerse. Aunque también pudiera haber una cierta rivalidad entre razas ¿O no llamaban a Cascos el «dóberman» del PP?