Oviedo, J. E. MENCÍA

¿Será Cascos el próximo candidato del PP al Principado? «Sin duda. Cascos será cabeza de lista porque es el único capaz de ganar las elecciones, y eso Rajoy lo sabe muy bien». Pese a que la respuesta tiene la misma base científica que la posible existencia de ovnis -de hecho, a día de hoy, ni el mismo ex ministro de Fomento ha dicho que quiera ser candidato-, el casquista, afiliado en Mieres, no tarda ni medio segundo en responder. Lo hace seguro y tajante, como si sumara dos y dos. Pone gesto adusto incluso, la duda ofende.

El convencimiento y el aplomo son dos rasgos que comparte la mayoría de los afiliados y simpatizantes populares que defienden, con ardor y tesón, las opciones del ex ministro de Fomento Francisco Álvarez-Cascos como cabeza de lista en las próximas elecciones autonómicas. Primero, cuando el ex ministro y su entorno dejaron caer su intención de volver a la política activa, se mostraban convencidos de que el ex vicepresidente sería investido como cartel electoral por aclamación. Ahora, después de que los líderes de la dirección regional y 33 juntas locales que suman el 75% de la militancia hayan rechazado a Cascos, están seguros de que Mariano Rajoy dará un golpe para imponer al gijonés.

La diversidad de orígenes e intereses, el mestizaje, es, junto a la infalible fe en el futuro, otro de los trazos dominantes en el cuadro del casquismo. En el cajón de sastre de partidarios de Cascos hay un poco de todo: expedientados y expulsados del PP, desencantados con la dirección regional que ya defendieron en su día las opciones de Alicia Castro Masaveu o Juan Morales, antiguos enemigos de Cascos que ahora han dado un giro, amigos de siempre del ex ministro, un puñado de líderes locales -los de Langreo, Siero o Grado son los más significados- y un montón de militantes y simpatizantes que defienden a Cascos, sin ir a la batalla, porque están convencidos de que es el mejor.

El pegamento de esta amalgama es Cascos; con esa liga se han estructurado para organizar recogidas de firmas, actos de homenaje y plataformas de ciberactivistas que «invaden» con sus comentarios cualquier foro de internet en el que se permita opinar sobre la candidatura popular. Más allá, las coincidencias se diluyen y se convierten, incluso, en abiertas rivalidades. «Por favor, que no vengan ahora Reinerio Álvarez Saavedra y Luis Peláez a hacerse pasar por casquistas», coinciden dos casquistas de las comarcas mineras.

En primera línea de los afines a Cascos se sitúan algunos de sus fieles de siempre: la ex delegada del Gobierno, Mercedes Fernández; el ex senador Isidro Martínez Oblanca; el presidente del Club de Regatas de Gijón y ex presidente de la Confederación Hidrográfica, Fernando González Landa, y el diputado regional Pelayo Roces. También «pata negra», el diputado nacional, Isidro Fernández Rozada, artífice del acto de apoyo a Cascos celebrado en Valencia de Don Juan en agosto. Rozada, que fue presidente del PP durante dos décadas, ya sabe lo que es pelear al lado de Cascos y del alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo. Fue en 1998, cuando el choque entre el ex ministro y el entonces presidente regional, Sergio Marqués, acabó rompiendo el partido, que cayó desde los veintiún diputados hasta los quince en un descalabro histórico fruto, en buena parte, del empecinamiento de dos antiguos amigos: Marqués y Cascos. Rozada, que entonces trató de mediar sin éxito, reconocería luego que aquella crisis le acarreó incluso importantes problemas de salud. Un ejemplo de la obstinación que tuvo aquella lucha: cuando los populares, con Cascos y De Lorenzo a la cabeza, deciden poner fin al Gobierno de Sergio Marqués y buscar una alternativa, el ex ministro se empeñó en poner a Rozada de presidente. Le advirtieron de que el de Blimea no podía ocupar la Presidencia porque no era diputado. Ni así, hubo que encargar varios informes jurídicos para que Cascos se convenciera de su error.

En la adhesión inquebrantable a Cascos no hay barreras. Mercedes Fernández, por ejemplo, defiende activamente las opciones del ex vicepresidente pese a las críticas que esto le acarrea. Fernández es síndica y como miembro de la Sindicatura de Cuentas debe mantener neutralidad política, algo que la obligó, por ejemplo, a dejar de militar en el PP cuando accedió al cargo. Eso no la ha impedido asistir a los actos de apoyo a Cascos ignorando la acerada crítica del portavoz del PSOE, Fernando Lastra. «Cherines», como llaman sus amigos, fue eje de algunas de las más sonadas disputas lidiadas entre Cascos y Pilar Fernández Pardo, presidenta en Gijón. Ocurrió cuando se propuso a Fernández como síndica. En el PP de Gijón se oyeron argumentos contra esta iniciativa, argumentos que dudaban de la actuación preventiva que había llevado a cabo Fernández como delegada de Gobierno en el caso de la dinamita del 11-M. Cascos tildó entonces de «indigna» a Pardo, responsabilizándola de esas opiniones.

Otro de los fieles casquistas es el ex senador Isidro Martínez Oblanca. Su «pedigrí» casquista no ha impedido que haya protagonizado roces con otros destacados miembros del sector, como cuando en febrero de 2003 renunció a ser candidato a la Alcaldía de Gijón y a presidir el PP local en sustitución de Mercedes Fernández. Precisamente, aquella decisión de Martínez Oblanca abrió paso a Pilar Fernández Pardo, una joven edil a la que los casquistas veían entonces manejable. Les salió rana. Fernández Pardo se hizo con el control y los casquistas mordieron el polvo en dos congresos. En el tercero tiraron la toalla y ni se presentaron. «Que no cunda el ejemplo de Oblanca», diría Cascos al conocerse la renuncia.

Queda también en el círculo íntimo del casquismo Pelayo Roces. El diputado regional, ligado al negocio del cemento, fiel escudero de Cascos en Asturias, es el político regional que más fotos ha compartido con el ex ministro de Fomento en los últimos años. En el Congreso de 2008 del PP en Valencia, donde Cascos defendía inicialmente la opción de Esperanza Aguirre como alternativa a Rajoy, Roces no se separó ni un momento de su líder y amigo.

Tras los «pata negra», en el siguiente plano orbital del universo casquista hay varios recién llegados. Algunos, enemigos declarados de Cascos como los diputados Reinerio Álvarez Saavedra, Cristina Coto o Luis Peláez. El primero de éstos, que fue en su día secretario general del PP en Asturias y hombre de confianza de Ovidio Sánchez, estuvo en la «lista negra» de Cascos. El ex ministro exigió su cese y se enfadó seriamente con Sánchez porque el presidente regional se negaba a dárselo. Luego serían los propios Álvarez Saavedra y Sánchez los que romperían. Peláez fue impulsor de URAS junto a Sergio Marqués cuando el «choque» frente a Cascos, De Lorenzo y Rozada. «Son unos oportunistas que sólo pretenden salvar su futuro», señalan dos destacados casquistas que ocuparon cargos de responsabilidad en el partido y en un pequeño Ayuntamiento del centro. Los «escalabrados» (sic) les denominan otros casquistas de toda la vida que han compartido incluso partida de caza con Cascos y que recelan de Álvarez Saavedra y Peláez al considerar que se suben al carro porque ya no cuentan para la actual dirección. En el grupo de nuevos casquistas destacan también Alicia Castro Masaveu, con anterioridad en las filas del «gabinismo», y algunos alcaldes de los que se desconocía el fervor por el ex secretario general, especialmente Rosa Domínguez, de Peñamellera Alta. Con ella, entre los regidores casquistas figuran los de Peñamellera Baja, Yernes y Tameza, Coaña, Villayón, San Tirso de Abres, Tapia, Gozón, Grado y Siero. El apoyo de los alcaldes es uno de los argumentos de peso del casquismo. «Son los que ganan elecciones», aseguran. La dirección del PP respeta su opinión, pero «hay que valorarla en su justa medida, son juntas muy pequeñas y otros alcaldes están muy presionados».

Si el sector oficial presume de contar con el apoyo de los líderes de unas treinta y tres juntas, entre el casquismo destaca la adhesión de presidentes locales como Fidel Sánchez y José Antonio Martínez, de Llanes y Langreo, respectivamente. El primero se declarada ferviente defensor de Cascos cada vez que tiene oportunidad, y el segundo, que mantiene una estrecha relación con Pelayo Roces, fue el hombre encargado de remitir a la dirección nacional, el pasado mayo, los primeros escritos con las firmas de apoyo a Cascos. Con ellos, en Valencia de Don Juan, estuvo un ex delegado del Gobierno, el langreano Fernando Fernández Noval.

Sin salir de Langreo allí tuvo lugar también la presentación, a principios de este mes, de la última campaña casquista de recogida de firmas. El acto fue liderado por militantes como Enrique Álvarez Sostres, antiguo delegado en Asturias del Ministerio de Educación; el empresario panadero Enrique Lanza Morán; el gijonés, ya citado, Fernando González Landa; el edil langreano, Alfredo Rico; Paloma Menéndez Prado, la militante avilesina; el avilesino Manuel Peña; la alcaldesa de Peñamellera Alta, Rosa Domínguez, y el antaño partidario de Juan Morales, José Luis Magro (que ha elaborado el manifiesto casquista al igual que hizo en su día con el de Morales). Ellos pusieron la cara. Entre bambalinas estuvieron Isidro Fernández Rozada y José Antonio Martínez.

Álvarez Sostres es para algunos el rostro casquista en Oviedo, una junta con escasa presencia de partidarios del ex ministro, algo que no impide que el sector baraje ya los nombres del edil José Suárez Arias-Cachero y del presidente del Centro Asturiano, Alfredo Canteli - no se sabe si con su consentimiento o no- para dar el relevo a De Lorenzo.

En Avilés se viven incluso disputas por ver quién levanta más alto el cetro casquista. En una comida de adhesión a Cascos muchos quedaron boquiabiertos al presenciar, en la mesa de Avilés, una discusión entre los antaño dirigentes Raimundo Abando y Antonio Sabino, que rivalizaron por ver quien tenía más «pedigrí» casquista. En esta junta local quien lleva la voz cantante es Manuel Peña, un edil muy crítico con Aréstegui, que en su día fue incluso mediador de la gijonesa Pilar Fernández Pardo cuando ésta y Juan Morales, ahora en Ideas, negociaban una lista alternativa frente a Ovidio Sánchez. A Morales llegaron a sondearle también ofreciéndole entrar en el proyecto Cascos.

En Mieres, tras una deriva de la junta local en la que se vivieron hasta peleas entre dirigentes en la sede local, la dirección fue intervenida y sus miembros expulsados del partido después de que los ediles decidieran apoyar los presupuestos del PSOE contra las directrices del PP regional. Ahora, el presidente de la gestora, el diputado Carlos Galcerán es fiel a Ovidio Sánchez; su segundo, el secretario, José Frey, es casquista; al igual que los expulsados del partido, que, como hicieron con Alicia Castro y Juan Morales, recogen ahora firmas de apoyo al ex vicepresidente. Lo hacen en la sede del grupo de no adscritos en el Ayuntamiento. Los casquistas mierenses en el PP rechazan la iniciativa: «No son del partido».

En Villaviciosa, Castrillón o Ribera de Arriba, con el combativo Andrés Nuñez a la cabeza, que esta semana incluso llamaba «sinvergüenzas» a los dirigentes regionales, también hay trinchera casquista.