Cedeira (La Coruña),

Manuel LÓPEZ-SUEIRAS

El presidente del Principado de Asturias, Vicente Álvarez Areces, hizo ayer un llamamiento al «compromiso ético e irrenunciable que tenemos con las víctimas de la represión del franquismo» en el transcurso del homenaje que el Ayuntamiento de Cedeira y las asociaciones para la recuperación de la memoria histórica celebraron en la localidad coruñesa en recuerdo de los represaliados en el campo de concentración que existió en la localidad durante los años de la Guerra Civil.

Álvarez Areces participó en el descubrimiento de una placa conmemorativa colocada en un monolito en el lugar donde se ubicó el campo de concentración, hoy transformado en un parque público. Fue un acto al que asistieron, además del alcalde de Cedeira, José Luis Vergara, el presidente de la Diputación Provincial, Salvador Fernández Moreda, y la viceconsejera de Presidencia de Asturias, Teresa Ordiz, cuyo padre estuvo preso en un campo similar que existió en la localidad coruñesa de Muros. Cerca de un centenar de familiares y de antiguos presos desplazados desde Asturias asistieron al programa de actos junto a otros procedentes de diversas localidades gallegas y del resto de España.

El campo de concentración de Cedeira llegó a contar con unos 700 presos entre los años 1937 y 1938, de los cuales unos 250 procedían de Asturias, una de las zonas del país que sufrieron más intensamente la represión franquista. Octavio Cabezas, hijo del escritor y periodista asturiano Juan Antonio Cabezas, que estuvo recluido en el penal cedeirés, mostró un especial agradecimiento a las gentes de la localidad, que acogieron con enorme solidaridad a los presos llegados desde Asturias facilitándoles incluso comida para paliar el deplorable estado físico en que arribaron por mar al puerto del pueblo marinero situado en las Rías Altas gallegas.

Cabezas destacó que el movimiento en defensa de la memoria histórica «pretende cerrar las heridas todavía abiertas entre los españoles» y reprochó a la derecha política española que establece una equidistancia entre las víctimas de ambos bandos del conflicto «asumiendo erróneamente que las heridas están cerradas». «Tenemos que terminar con los temores que todavía despiertan las fosas comunes, y eso debe hacerse recuperando la memoria de nuestros muertos».

Areces aunó en su intervención, celebrada en el transcurso de un acto al que no asistió ningún representante de la Xunta de Galicia, su condición de «luchador por las libertades desde hace muchos años» con los recuerdos que mantiene del tiempo en que residió en la comarca, entre los años 1966 y 1972, concretamente en la localidad de Pontedeume: «Los demócratas en este país reconocemos lo que fue el sufrimiento, la dignidad y el honor de muchas personas, y venimos a rescatarlos del olvido», afirmó. «Con todos estos presos represaliados tenemos un compromiso ético e irrenunciable de honrar su memoria, porque estos hechos deben ser recordados para no repetirlos. Y existe el deber democrático de reconocer a esas personas». Areces continuó recordando también la represión que él mismo vivió en la comarca ferrolana durante los últimos años del franquismo: «Las sociedades democráticas se construyen sobre muchos sacrificios personales que quedan en la memoria histórica, que no consiste en vivir con rencor. Defender políticas de reconciliación nacional no significa reabrir heridas, sino cerrarlas, y cerrarlas bien», añadió.