Oviedo, M. J. IGLESIAS

Los llagares asturianos reclaman, airados, la paternidad de la sidra. La atribución a los vascos de la «invención» de esta bebida en la península Ibérica, realizada por entidades europeas y americanas del sector -como la web oficial de los lagareros de Hesse (Alemania) y la «Michigan Apple Committee», del Estado de Míchigan (EE UU), según publicó ayer LA NUEVA ESPAÑA- ha originado una oleada de indignación entre los llagareros y sidreros asturianos. Además, la noticia ha provocado más de 200 comentarios en la edición digital de LA NUEVA ESPAÑA, una de las mayores cifras alcanzadas en la página web.

Aunque la sidra es una bebida universal, los lagareros asturianos defienden que en ningún lugar como en la región existe una tradición y hábitos tan arraigados y distintivos, como, por ejemplo, el escanciado. Actualmente, se prepara una candidatura ante la UNESCO para que la cultura sidrera asturiana sea reconocida patrimonio inmaterial de la Humanidad.

En el sector no molesta tanto que se atribuya el nacimiento de la bebida a los vascos, como que en reportajes sobre el sector sidrero de publicaciones como el rotativo británico «The Guardian» se omitan por completo referencias a Asturias, región que lidera la producción de sidra natural en Europa y que cuenta con una denominación de origen para la bebida, la única vigente en España.

A pesar de que las cifras van a favor de Asturias, donde se producen 40 millones de litros de sidra anuales frente a los 11 del País Vasco, los lagareros reconocen que la comunidad vasca aventaja al Principado en promoción y que también vende mejor su producción. Los lagareros reclaman al Principado más apoyos para realizar campañas de publicidad, que consideran insuficientes.

Reyes Ceñal, gerente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen de la Sidra, advierte de que los vascos también quieren una marca de calidad. «De momento no la han conseguido, pero están en ello», explica. «Aunque a veces lloremos un poco por no disponer de más recursos, en el caso de la sidra nuestra superioridad está por encima de todo y si desde fuera se nos conoce por algo es por la sidra», matiza.

Ceñal coincide con José María Osoro, presidente de la Asociación de Lagareros de Asturias (ALAS), en que las valoraciones del diario británico «The Guardian», que sólo incluye lagares vascos en la lista de los diez mejores de España, no pueden tomarse al pie de la letra. «Si los vascos han recibido a unos periodistas ingleses, es lógico que no les hayan hablado de la sidra asturiana, la clasificación no parte de una valoración imparcial», señala. Ceñal añade que los lagares que cita «The Guardian» pertenecen a la Asociación de Sidras Vascas. «Es fácil suponer que el artículo no se basa en una información imparcial», sostiene.

«Quizás hay un poco de dejadez, pero no sólo para la sidra, también para promocionar otros productos», indica Osoro. Numerosos lectores que comentaron el reportaje de LA NUEVA ESPAÑA coinciden en reclamar más promoción para la bebida. «La realidad es que la sidra en Asturias no se ha cuidado nunca ni se cuida ahora. A la sidra le hace falta una evolución como la que ha tenido el vino en España», indica uno de ellos. Otro internauta, que vive fuera de Asturias, considera «indignante» que se el resto del mundo no aprecie «maravillosos manjares que sólo hay aquí. La sidra asturiana es la única y auténtica».

También hay reproches: «Los vascos promocionan lo suyo, los asturianos lo desprecian», matiza otro lector. Algunos piden que Fernando Alonso brinde con sidra para celebrar sus victorias en las carreras.

Otros cuestionan cómo deben difundirse los productos asturianos. «En todo el mundo cada uno promociona su producto, pero en Asturias lo tiene que promocionar el Gobierno a base de subvenciones», señala otra de las entradas.

Los lagareros defienden la sidra asturiana como la original tirando de testimonios históricos que así lo refrendan. El primer documento escrito en el que se hace mención a la sidra en el País Vasco data del año 1014. En Asturias, en cambio, la primera alusión a la sidra la hizo Estrabón en el año 40 antes de Cristo.