Oviedo, Raquel L. MURIAS

Al periodista Juan Ramón Lucas le cuesta desconectar del todo de su trabajo porque le apasiona. Y eso que a punto estuvo de terminar como militar en el Ejército o como director de cine, hasta que alguien «con buen criterio» le aconsejó que estudiase, y entonces optó por el periodismo, y fue un acierto.

A este comunicador nato que nació en Madrid «por casualidad» pero que se siente asturiano le gusta volver a su tierra siempre que puede para intentar justo eso que le cuesta tanto, desconectar. Ayer hizo un hueco para atender a LA NUEVA ESPAÑA mientras desayunaba, a eso de las doce, en el hotel balneario de Las Caldas, donde la Unión Hotelera de Asturias acaba de premiarlo por ser uno de los mejores embajadores del Principado, algo de lo que él asegura no tener percepción porque cuando habla de su tierra lo hace porque le encanta.

-Le pillo desayunando, pero en su rutina diaria el despertador suena algo más temprano. ¿Cómo se acostumbra uno a vivir al revés que el resto del mundo?

-Me levanto todos los días a las tres y media de la mañana y cuando suena el despertador pienso lo mismo que cualquier mortal, que ¡maldita sea! No soy de dormir mucho, así que me acuesto entre las nueve y las diez, pero para mí son horas suficientes, pero luego me levanto y pienso que soy un privilegiado, porque tengo la suerte de hacer un trabajo que me gusta, en el que me lo paso bien, y eso me apasiona, luego miro a mi mujer y pienso que soy un afortunado.

-Usted siempre habla de Sandra Ibarra con muchísimo cariño, no le importa mostrar esa parte de parcela personal y se implica con ella en su fundación de lucha contra la leucemia, siempre lo vemos con el lazo naranja colgado en la solapa.

-Ella es mi pareja en el sentido más amplio del término. Tampoco voy a ir mucho más allá de lo que digo sobre ella, pero no me avergüenzo, vivo con ella y lo llevo con total naturalidad. ¿Cómo no me voy a implicar con una persona que lleva tantos años luchando y ayudando a las personas que sufren esa enfermedad? Lo hago encantado.

-A Juan Ramón Lucas le hemos visto, en lo periodístico, hacer casi de todo, pero ¿en qué campo se siente más cómodo?

-En la radio, sin duda, y tú, si la hicieras, seguro que también te quedarías encantada. Es el medio más caliente, más cercano. La gente dice que la televisión te ofrece la imagen y es verdad, pero es una imagen enmarcada, la radio no enmarca. La sensación de la gente que está escuchando detrás de la radio es maravillosa y el diálogo con el oyente...

-A usted ese diálogo le pierde, ¿a veces se le olvida que es periodista y acaba transformando la entrevista en una conversación entre amigos?

-Procuro no perder el norte completamente, pero a veces es muy difícil. Empiezas a charlar y cuando te das cuenta estás metido en la conversación y es ahí donde no te puedes olvidar que tú tienes que dirigir siempre la entrevista.

-¿Hay alguna de esas conversaciones o entrevistas que le hayan cambiado la vida?

-Hay una, la que le hice a José Luis Sampedro. Él es mucho más que un economista, es una persona que entiende la vida como un ser humano integral. Cuando le escuchas aprendes. Puedo decir que aquella entrevista sí que cambió mi vida.

-Internet viene pisando fuerte y amenazando con llevarse por delante a los libros y a los medios de comunicación. ¿Usted cree que acabará ganando la red?

-Yo creo que internet es una cosa muy fría y aunque las nuevas generaciones no tienen a lo mejor la misma necesidad que tenemos nosotros de disfrutar de la lectura directa sobre el papel no creo que haya peligro para los periódicos, porque en ellos puedes pararte, detenerte, volver a leer y analizar la foto, es un diálogo mucho más cálido que el que se establece en internet.

-Un hecho histórico que le hubiera gustado cubrir como profesional...

-La Revolución Francesa o infiltrarme en un barco pirata y hacer una crónica desde dentro.

-Un maestro en su profesión...

-El maestro es Iñaki Gabilondo, pero también admiro mucho a Luis del Olmo y a Mercedes Milá, a la reportera, a la canalla. Y al gran Walter Cronkite.

-Ahora le premian por ser un buen embajador de Asturias, y usted sin saberlo...

-Asturias es la tierra donde vive mi familia, adonde vengo siempre que puedo. Es curioso, pero es como si la vida me hubiera concedido elegir el origen, no el destino. Aunque he nacido en Madrid no siento ninguna desafección por Asturias, me siento y me identifico con esta tierra, pero no sabía que yo estaba siendo embajador de Asturias. Hace años alguien me presentó en la gala de los premios «Príncipe de Asturias» como uno de los mejores embajadores de Asturias y me sorprendió muchísimo. Supongo que no hago nada distinto de lo que puede hacer Carlos Herrera con Sevilla. Quizás ahora con este premio comienzo a darme cuenta de que sí tiene valor que yo hable de mi tierra desde la radio.

-Y como buen asturiano, ¿qué le parece que los gurús estadounidenses digan que la sidra vasca es mejor que la asturiana?

-No tengo ni idea de dónde ha salido eso, pero me parece injusto que en un «ranking» de las mejores sidras no aparezca ninguna asturiana, eso no es más que la prueba de que hay un desconocimiento completo de la cuestión. En Estados Unidos deberían tomar buena nota de lo que dice su colega Al Gore, que asegura que Asturias es el secreto mejor guardado.

-Un proyecto que le ronda la cabeza.

-Quiero ir a Haití, donde está la noticia, y espero poder hacerlo pronto.

-Y para desconectar, además de Asturias, ¿qué hace Juan Ramón Lucas?

-Paseo con mis hijos, con mi mujer, escucho música de todos los estilos; me gustan Mozart, los «Rolling», Bruce, «Led Zeppelin», ir en bicicleta por la sierra de Madrid, la moto...

-¿Qué crisis le preocupa más, la económica o la social?

-A mí me preocupa que nos hemos instalado en un pesimismo desalentador, se necesita confianza. A esta sociedad le falta liderazgo, y tenemos instalado un pesimismo que nos paraliza, necesitamos algo que rompa esa rueda. El que no sepa liderar, que se retire.

«La radio es el medio más cálido, el más cercano; la sensación de que la gente te escucha es maravillosa»