Avilés, Elisa CAMPO

A siete millas de la costa avilesina se encuentra uno de los ecosistemas más profundos del mundo, un paraíso para las investigaciones científicas y el hogar de incontables especies marinas. El Cañón de Avilés no sólo es la guarida del legendario kraken (calamar gigante), sino que su situación fronteriza entre las aguas cantábricas y las atlánticas le confiere unas características únicas que multiplican la biodiversidad y le hacen ser merecedor de incorporarse a la lista de los espacios submarinos protegidos, tal y como reclaman los investigadores. Además se trata del tercero más importante del mundo en cercanía a la costa. A ocho millas mar adentro, esta sima alcanza profundidades de 4.000 metros, una cifra nada despreciable si se tiene en cuenta que la mayor depresión del mundo, la Fosa de las Marianas (en el Océano Pacífico) tiene 11.000 metros. Y el botín que atesora apenas se empieza a revelar.

El Ministerio de Medio Ambiente tiene incluido el cañón de Avilés entre los diez enclaves con potencial suficiente como para configurar la red de espacios marinos protegidos. España está obligada, por el Convenio de Biodiversidad, a crear refugios en el mar que ocupen, al menos, el 10 por ciento de sus aguas territoriales. Ahí se enmarca la aprobación de la ley de protección del medio marino, que tramita el Congreso y que sentará las bases para poner en marcha esta red de áreas protegidas.

Entre las diez zonas de alto valor que merecen este reconocimiento se encuentran, junto al Cañón de Avilés, los bancos de Galicia y de la Concepción, el sur de Fuerteventura, el frente de Doñana, las montañas submarinas y conos volcánicos de Alborán, el Seco de los Olivos, el canal de Menorca y el Cañón de Creus. Hasta ahora la única área marina protegida se encuentra frente a la costa asturiana, y es la de Cachucho, que lo consiguió en 2009. Y la protección lo que permite es una regulación amplia de las actividades pesqueras, de la navegación, de la explotación del subsuelo o la extracción de recursos naturales. Según las previsiones del Ministerio de Medio Ambiente, este año se aprobarán las tres primeras áreas marinas protegidas, y una de ellas será la de Avilés.

La riqueza del cañón, el abismo marítimo al que va a morir la falla de Ventaniella, hace que los descubrimientos se sucedan casi al mismo ritmo que los proyectos de investigación. Uno de los últimos hallazgos fue el arrecife de coral, que habitualmente se asocia a zonas tropicales de aguas cálidas y bien iluminadas. Sin embargo las aguas frías y oscuras del cañón de Avilés también encierran arrecifes, tal y como descubrieron hace unos meses los investigadores del Instituto Español de Oceanografía (IEO) embarcados en el buque oceanográfico Vizconde de Eza, de la Secretaría General del Mar.

El profundo valle marino oculta también una importante cantidad de mamíferos, como el delfín mular, las marsopas, la tonina, el delfín común y el listado, el calderón común, los zifios y el cachalote pigmeo. También los grandes cetáceos tienen cabida, como el rorcual común e incluso los cachalotes. Esas son las principales credenciales de un cañón, el de Avilés, que apunta con fuerza en el panorama de la biodiversidad marina.

Las aves tienen presencia habitual en la superficie del cañón, con especies como el alcatraz, el colimbo, el arao común, el frailecillo y la pardela. La abundante pesca es un reclamo para las aves, que tradicionalmente encontraron refugio en las zonas costeras.

El cañón de Avilés se puede explicar como un gran valle sumergido y sísmicamente activo. Los seísmos apenas alcanzan el grado 3 de la escala de Richter, por lo que son prácticamente imperceptibles, según recogen los trabajos de investigación.

El proyecto «Life+Indemares, inventario y designación de la Red Natura 2000 en áreas marinas del Estado español» tiene como objetivo principal contribuir a la protección y el uso sostenible de la biodiversidad en los mares españoles.

Los investigadores de la Coordinadora Gallega para el Estudio de los Mamíferos Marinos (Cemma) han detectado la presencia de numerosos desperdicios en el cañón de Avilés: paquetes de leche, aerosoles, botellas, lámparas fluorescentes y artes de pesca.

Los kraken o calamares gigantes podrían tener en el cañón de Avilés una de sus escasas guaridas. Esta especie descrita por Julio Verne en «20.000 leguas de viaje submarino» sólo ha podido ser vista en Nueva Zelanda, Japón y la costa Cantábrica.

El Cachucho es una montaña submarina situada a unas 36 millas marinas de la costa, a la altura de Ribadesella, en la que se ha encontrado una extraordinaria biodiversidad con casi 600 especies registradas, dos de ellas nuevas para la ciencia.

Catalogar los espacios marinos para incluirlos en la futura red de áreas protegidas de España, entre ellos el cañón de Avilés, será el cometido que tendrá el robot denominado «Liropus 2000», del Instituto Español de Ocenaografía (IEO).