Oviedo,

Asturias ha multiplicado el peso de su sector turístico a partir de un modelo válido y eficaz, pero todavía con mucho recorrido por delante. Expertos consultados por LA NUEVA ESPAÑA analizan el vigésimo quinto aniversario de la apuesta por la promoción turística en el Principado -las bodas de plata del «Paraíso natural»- a partir de la certeza de que la base de aquel método diseñado hace un cuarto de siglo permanece vigente, pero que el futuro también pide focalizar la atención en capítulos específicos desatendidos hasta ahora. Perfeccionar el patrón es, dicen, profesionalizar y cualificar la gestión, venderse más a través de paquetes turísticos, potenciar otros turismos, como el «de experiencias», y mejorar la captación de turistas extranjeros, además de utilizar las potencialidades del sector para sacar del olvido a esos «otros Taramundis», territorios rurales profundos o tradicionales degradados para los que el turismo puede seguir identificando en el futuro una salida similar a la que encontró en 1986 la villa pionera del turismo rural asturiano.

«Asturias tiene recorrido». La síntesis del argumento de Covadonga Vigil, directora de la Escuela Universitaria de Turismo de Asturias, traduce la convicción de que «25 años no son tanto tiempo, queda mucho por hacer». ¿Por ejemplo? «Adaptarse a la demanda de los clientes y optar por un turismo experiencial», entendido como aquel capaz de proporcionar al visitante sensaciones, además de alojamiento y servicios, una oferta imaginativa más allá de la venta de paisaje y gastronomía que ha mandado hasta ahora. Se trata, dice, más de abrirse a los nuevos turismos que de controlar el supuesto exceso de la oferta en el ámbito del turismo rural, donde Asturias es de largo la comunidad española con más plazas de alojamiento por habitante. Vigil «nunca hablaría de sobredimensión. La empresa decide dónde quiere hacerse empresa y dónde va a ofrecer sus servicios y la oferta tiene que ir adaptándose». En general, los empresarios turísticos «lo están haciendo bien y pueden mejorar mucho más», afirma, y ya es algo que en el contexto complejo de la crisis económica «no sea el sector turístico el que está teniendo peores resultados».

A la pregunta por dónde le duele más al enfermo, hay quien contesta mirando al Occidente. Fermín Rodríguez, director del Centro de Cooperación y Desarrollo Territorial de la Universidad de Oviedo (CeCodet), retrocede hasta 1986, a aquella apertura de La Rectoral de Taramundi en un sitio al que hasta entonces «no iba nadie». El hotel que dio la salida a la explotación turística del medio rural asturiano apadrinaba en realidad «un proyecto para salvar el territorio». Un esquema triunfador que ahora habrá que «reformular», pero que sigue siendo válido, asegura, porque de él también depende en parte la tarea esencial de «recuperar el territorio y mantenerlo activo». El turismo puede seguir sirviendo, afirma, para evitar que los ámbitos rurales desplazados se descuelguen del proyecto territorial, pero hay una condición esencial, que «mantengan su originalidad y sus rasgos particulares, que sean confortables y estén bien comunicados». Hay camino porque «hay más Taramundis» y están sobre todo al Oeste, porque en el Oriente, explotado el factor atractivo de la costa y los Picos, acumula aproximadamente la mitad de la oferta turística de la región y allí ya «más de la mitad de los núcleos de población tienen un establecimiento hostelero».

Luis Valdés, director del Sistema de Información Turística de Asturias (SITA) y coordinador del máster en Dirección y Planificación de Turismo de la Universidad de Oviedo, defiende asimismo el recorrido del turismo asturiano y asegura que aunque «no será la solución de todos los problemas», puede progresar tomando como base el formato actual, asentado en su oferta de paisaje, naturaleza y alojamientos rurales. Se muestra partidario, eso sí, de generar paquetes turísticos que puedan venderse en distintos mercados y que permitan «ligar transporte, alojamientos y actividades». A su juicio, «es clave profundizar en ello e ir a productos más específicos. El punto flaco es captar ese turismo de experiencias y más público extranjero», explica Valdés, que tampoco se muestra preocupado por un exceso de oferta en el turismo rural, sobre todo en algunas zonas del Oriente. «Cuando se recupere la economía también se notará mayor afluencia de visitantes», señala. En su opinión, es esencial la profesionalización del sector: «Hay que añadir valor a los productos, la formación es muy importante. El turismo genera mucho empleo y las rentas se expanden por toda la actividad económica», indica. Valdés defiende además el potencial de desarrollo del turismo urbano: «Cascos históricos como los de Avilés tienen un gran atractivo, igual que equipamientos como el Niemeyer, la Laboral o los museos».

Los partidos políticos en precampaña también se han agarrado a las posibilidades de crecimiento del turismo en Asturias. El candidato socialista, Javier Fernández, ha puesto el objetivo en la posibilidad de elevar dos puntos el «peso» en la economía regional de un sector que aportó el año pasado un «estimable» 10,4 por ciento al producto interior bruto. En la respuesta al cómo, Fernández plantea la apuesta por la calidad y la innovación en la oferta, así como el incremento del aporte de recursos a un área con «un potencial enorme».

El programa del Partido Popular mira el sector como «el complemento ideal para la economía de base en muchos concejos». Isabel Pérez-Espinosa sugiere empaquetar la oferta en «productos destinados a segmentos estratégicos» -turismo de nieve y montaña, náutico, cultural, religioso...- y, además de «modernizar el tejido empresarial», diseñar un «plan de promoción y comercialización» dirigido a «mercados de alto rendimiento».

El recorrido de estos 25 años, basado en la «imagen de marca», el refuerzo de la protección de los espacios naturales y la diversificación de la oferta cultural, también le sirve al candidato de Izquierda Unida, Jesús Iglesias, como punto de partida para un futuro capaz de «rentabilizar esa inversión y esa infraestructura que ya está creada». Su idea consiste en «consolidar ese modelo que ya está hecho» más que en rendirse a la construcción desaforada de segundas residencias.