Emilio Botín-Sanz de Sautuola y García de los Ríos, presidente del Banco Santander, bisnieto, nieto, sobrino, hijo, hermano y padre de banqueros, y Rodrigo Rato y Figaredo, presidente de Bankia (de caja, Caja Madrid), bisnieto de político e hijo de banquero, coincidieron en la misa que dio en el aeródromo de Cuatro Vientos Benedicto XVI, Papa de la Iglesia católica, nacido Joseph Aloisius Ratzinger, sin ascendientes eclesiásticos y sin descendientes. Los dos banqueros coincidieron en combatir el sol de plano agosteño con un sombrero panamá, cuyo nombre también lleva evocaciones bancarias. La coincidencia parecía convertirlos en los «Hernández y Fernández» de la banca española, como si estuvieran comentándose lo mismo y añadiéndose un «yo aún diría más». Son como un tráiler del «Tintín» de Steven Spielberg. El asturiano de Madrid y el cántabro de Santander hablaron alegremente antes de que empezara la eucaristía. Los puntos de coincidencia que los pueden haber llevado allí no son pocos. Uno local: los dos fueron alumnos de los Jesuitas. Botín estudió en el Colegio de la Inmaculada de Gijón y Rato en los Jesuitas de Chamartín. Las relaciones entre las cúpulas de los partidos y las de la banca son conocidas y Rato estuvo en la del PP muchos años, como Botín en la del banco. Rato llegó a ser vicepresidente económico con José María Aznar y, por tanto, recibió los asesoramientos informales que le gusta hacer al patrón del banco multinacional. Hay que decir que, en reciprocidad, cuando Rato dejó de ser director gerente del Fondo Monetario Internacional (2007), Botín lo nombró miembro del consejo asesor internacional del Banco Santander y pagó «su conocimiento de la economía mundial, su experiencia y su visión global» por 200.000 euros anuales. Para llegar a la presidencia de Caja Madrid renunció a ése y a otros consejos, pero Botín y Rato tienen muchas cosas en común en sus cabezas, como sus propios sombreros indican. «Yo aún diría más, como sus propios sombreros indican».