El Llano (San Tirso de Abres), T. CASCUDO

Jesús López y María Jesús Corveiras son los padres de la niña más famosa de San Tirso de Abres. La pequeña Adriana López, que es la benjamina del concejo con sus cinco meses, saltó el sábado a la fama al pasar un buen rato en brazos de la Princesa Letizia. «Le gustó la nena y la cogió un buen rato, no me extraña porque es una cameladora», dice su orgullosa madre. La pequeña representa el futuro de la comunidad vecinal que anteayer recogió de manos de los Príncipes de Asturias el reconocimiento como «Pueblo ejemplar» de Asturias 2011.

Corveiras explica que la Princesa le hizo «las preguntas típicas de una madre» al interesarse por la edad de la pequeña y si había sido primeriza. La pequeña Adriana -vestida de asturiana por primera vez- estaba ya cansada de la espera bajo el sol cuando Letizia pasó a su lado. Con todo, cuando la sostuvo en brazos, no protestó ni lo más mínimo. De ahí que la Princesa bromease diciendo que se la iba a llevar a casa: «Qué niña tan rica, me la llevo para mi casa».

Los padres de la niña quieren guardar todos los recuerdos del gran día para que los vea cuando sea mayor. Pero sobre todo, lo que más les enorgullece es que la pequeña haya nacido el año de la distinción a San Tirso: «Que naciera el mismo año es un orgullo». A buen seguro que este 2011 quedará grabado para siempre en el corazón de todos los santirseños.

Aún es pronto para analizar las repercusiones del premio, pero ya ha provocado alguna consecuencia, al menos en lo que al turismo se refiere. Que se lo digan a María Victoria Mayo y José Luis Moreno, que ayer se desplazaron a propósito a la capital santirseña. «Vivimos en Segovia, pero estamos pasando unos días en Luarca. Llevábamos tiempo queriendo conocer esta comarca y al ver lo del premio nos decidimos», explican.

Recorrieron las calles de El Llano en plena resaca principesca y aún así les gustó la capital más occidental de Asturias. «La verdad es que lo del premio nos animó a venir, porque si no igual dejábamos la visita para más adelante», reflexiona Mayo tras hacerse una fotografía junto a la escultura de castaño que conmemora el reconocimiento. Su hipótesis la confirma la presidenta de la asociación San Tirso de Abres Turismo Rural, Yolanda Alzu, quien asegura que el premio ha atraído a visitantes «no habituales». Además en los días previos al acto del sábado, casi todos los establecimientos santirseños colocaron el cartel de lleno.

Las tranquilas calles de El Llano no sólo registraron ayer los primeros turistas, sino los trabajos de limpieza y vuelta a la normalidad. Un vecino se dedicó a recoger los tiestos con los que se engalanó la calle principal, mientras colaboradores de la asociación San Tirso del Eo se ocuparon de desmontar los aperos utilizados en la muestra de oficios tradicionales.

Precisamente en la representación de oficios se registró una de las anécdotas de la jornada. Su protagonista, Carola Acebo, lo recordaba ayer entre bromas. Y es que se atrevió a decirle al Príncipe que era afortunado por haberse casado con una asturiana. El heredero de la Corona le pidió que siguiera elaborando las tradicionales roscas.

Cuenta que el Príncipe le dijo: «Esto no se puede dejar, hay que seguir recuperando la tradición». Y es que Acebo es una de las pocas mujeres que sigue elaborando las populares roscas de Jueves Santo.

Pero desde luego el momento más cómico de ayer fue cuando Acebo tuvo que pedir permiso a los agentes de seguridad para saltarse el cordón y acceder a un huerto cercano para recoger unas berzas para la Princesa. Explica que vieron a Letizia tan interesada y volcada con las costumbres del pueblo, que en el último momento se les ocurrió regalarle esta hortaliza tan aprecida en el cocido.

Precisamente la idea partió del presidente de San Tirso del Eo, Ángel Prieto, quien acompañó a Sus Altezas durante todo el recorrido. Una llamada al móvil sirvió para poner en marcha a Carola Acebo. Bromas aparte, Prieto recuerda con emoción una jornada que el pueblo vivió con intensidad: «Lo más emocionante fue ver las caras de la gente, de alegría y de orgullo».

Los vecinos amanecieron agotados, pues la fiesta se prolongó hasta las cinco de la mañana. Hubo cena a base de cordero a la estaca y música para alargar en lo posible el día más feliz de San Tirso.