Ribadesella / Avilés,

P. MARTÍNEZ / A. P. GIÓN

La angula se ha quedado este año sin récord. Las lonjas de San Juan de la Arena y Ribadesella subastaron ayer los primeros alevines de la temporada a un precio que poco se asemeja al del inicio de la campaña anterior. El precio de la especie alcanzó en Ribadesella los 1.450 euros el kilo, 663 por debajo de la marca angulera. Y es que en la lonja de San Juan de la Arena (Soto del Barco) pagaron hace un año 2.113 euros por el kilo de angula, cifra que marcó un récord histórico al superar la marca anterior que poseía la rula riosellana: 2.075 euros. Los dos grandes focos anguleros asturianos reunieron en la primera subasta un total de 4,3 kilos de angula.

Los primeros alevines de anguila de la temporada salieron a la venta en la lonja arenesca a las nueve de la mañana. La puja partió de los 3.000 euros, aunque el precio de compra se quedó finalmente en 829 euros, casi un tercio de lo que se pagó el año pasado. «Bajó por la crisis, se nota en todo. Los primeros días de la temporada nadie sale ganando. La he vendido prácticamente al mismo precio que la compré», señaló Purificación Alvaré Fernández, que adquirió los 2,3 kilos de angulas que salieron a la venta en San Juan de la Arena.

La compradora arenesca vendió los más de dos kilos de alevines al restaurante avilesino Casa Lin. Alvaré Fernández pagó por las primeras angulas un total de 900 euros: «Al precio de la lonja hay que sumar el IVA y el porcentaje que hay que pagar a la rula, y que encarece el precio en torno a un 11 por ciento», dijo. Y añadió: «Una vez cocida, el precio se sitúa en 1.200 euros el kilo. Un kilo de angula, al cocinarla, queda reducida a 800 gramos», explicó.

Eran casi las doce del mediodía cuando el secretario de la Cofradía «Virgen de La Guía» de Ribadesella, José Manuel Gutiérrez, anunció: «¡Ataco!», y comenzó una vertiginosa cuenta atrás desde los 1.700 euros por kilo. Cuando llegó a los 1.450, José Manuel Mori, del restaurante riosellano El Campanu, dio el alto para quedarse con los primeros alevines de la temporada, que se abrió la pasada tarde del viernes y se cerrará el 30 de marzo.

Los otros cinco compradores y distribuidores presentes en la rula no continuaron pujando y el kilo que once anguleros habían pescado la noche anterior fue para El Campanu, situado apenas unos metros detrás de la lonja riosellana. Son 220 euros más de lo que se pagó el año pasado en la misma cofradía, 1.230 euros el kilo.

No habían pasado ni quince minutos desde la adjudicación de los primeros alevines cuando el gijonés Daniel García apareció por la puerta de atrás con otro kilo de angulas, capturadas por él mismo durante toda la noche, «una buena noche». El apostadero de un angulero es como el secreto de un buen mago, nunca se revela, y García disfrutó del más fértil en soledad. Capturó lo mismo que una decena de sus compañeros y resumió su fortuna con un simple «la angula es así, no te lo esperas. Estas cosas pasan, luego igual estás diez días sufriendo para sacar lo de una sola noche».

Sin embargo, las suyas ya no eran las primeras y tampoco tuvieron esta gracia en el precio, que bajó hasta los 1.000 euros. El joven pescador lo lamentó y varios de los presentes en la cofradía comentaron que difícilmente las vendería por un importe superior.

José Manuel Mori compró los dos kilos, por los que pagó unos 2.450 euros en total y que vendió pocas horas después en su restaurante. Antes de la subasta, Mori ya tenía cuatro encargos y cuando las tenía en su poder confiaba en que «sabiendo que está ahí, la angula se va vendiendo». El empresario, que ofreció a 80 euros la ración de 100 gramos, explicó que «el restaurante va a asumir la pérdida» en compensación por la publicidad que le supone vender los primeros alevines de la temporada, algo que poco tiempo después ya se anunciaba en la cristalera de El Campanu.

Mori esbozó los pasos que sigue el manjar desde que se embala en la cofradía hasta que llega al plato. «Hay que matarla, lavarla y darle un hervor». Una vez que se queda blanca y estirada, «se pone una guindilla, ajo y aceite», se tapa y ya está listo un plato del que a las tres de la tarde ya se había vendido medio kilo.