En España el oso pardo está protegido desde el año 1973 e incluido en la categoría «en peligro de extinción» en el Catálogo Español de Especies Amenazadas, que obliga a las comunidades autónomas a elaborar y aprobar planes de recuperación. Actualmente, las cuatro comunidades autónomas cantábricas con osos tienen planes de recuperación vigentes. Además, el Ministerio de Medio Ambiente aprobó en 1999 la estrategia para la conservación del oso pardo cantábrico en España.

Los trabajos llevados a cabo por las administraciones en colaboración con ONG y entidades conservacionistas han ofrecido resultados muy positivos en la cordillera Cantábrica, sin embargo, los niveles de éxito difieren mucho entre los dos grupos que conforman esta área.

El último censo llevado a cabo en la población occidental, que se distribuye por el alto Sil leonés, parte de Lugo y Asturias, ofrece los datos más optimistas, con 150 osos habitando la zona. En la población oriental o subgrupo oriental, que se extiende entre Palencia y Cantabria, sólo viven 50 osos pardos cantábricos. De hecho, se lleva tiempo debatiendo si es necesario o no hacer un cruce artificial entre las dos poblaciones, pero de momento no se ha llevado a cabo, principalmente por el temor a que la operación no se resuelva con éxito. El Principado siempre se negó a hacer trasvases de ejemplares, incluso dentro de la cordillera Cantábrica, y en contra de la opinión de expertos como los de la Fundación Oso Pardo (FOP). La muerte del oso «Cuervo», en mayo de 1998, durante un programa de radiomarcaje que dirigía la Administración regional cortó de cuajo todas las expectativas de los expertos para llevar a cabo reintroducciones artificiales.