Todos han analizado la construcción europea desde diferentes ámbitos profesionales y todos consideran, por diferentes motivos, que la fórmula francoalemana para superar la crisis ofrece claroscuros. Los expertos consultados por este diario creen que el plan que se debatirá en la trascendental cumbre de Bruselas no solucionará el problema estructural y se mueven desde la posición moderada del sociólogo y politólogo Óscar Rodríguez Buznego, que solicita redefinir los objetivos políticos de la Unión, hasta la más crítica del profesor Fernando Rubiera, que pide un esfuerzo para no quedar en la cuneta de la historia. Una disparidad de opiniones que pone de manifiesto la confusa coyuntura ante la que se encontrarán estos días los diferentes jefes de Estado y de Gobierno de los 27.

«El planteamiento de Merkel y Sarkozy es el que, en parte, demanda la situación, aunque creo que es una solución improvisada porque no va en la línea de la arquitectura de la Unión Europea», señala Rodríguez Buznego. «Estamos ante una idea que no se encuentra ni en el diseño inicial ni en las sucesivas reformas de los Tratados; se trata de una determinación política en medio de una situación problemática», añade, seguro de que «muchos tendrán que aceptar a regañadientes la única alternativa lógica».

Sin embargo, el sociólogo considera que la actual crisis financiera esconde problemas mucho más duros. Es decir, que son los lodos que han provocado los polvos de la indefinición que arrastra el proyecto europeo desde hace décadas. «La Unión Europea nació con unos objetivos bien definidos, pero desde principios de los noventa, lo único que ha hecho ha sido crecer sin un fin claro, definido. No se sabe muy bien a dónde se quiere llegar», sostiene. Esta expansión un tanto desordenada habría dado como resultado «un artefacto político complejo, que resulta inmanejable en muchas ocasiones».

Por este motivo, señala que poner de acuerdo a todos los gobiernos para pactar un documento común este viernes será misión difícil. «Ahora ya se habla de la posibilidad de que se adhieran sólo los que pertenecen al euro y no todos los socios. Parece ser que la Unión se flexibiliza en según qué circunstancias. No obstante, todo está aún bastante en el aire», dice. Y añade que la creación de un sistema de control sobre los gobiernos para que cumplan con sus compromisos de deuda y déficit «no es una propuesta que me resulte especialmente simpática, pero parece que es la única forma de que se avance en la búsqueda de un remedio a día de hoy».

«Es un parche, no va a resolver el problema de la insuficiente construcción del euro», opina, por su parte, Fernando Rubiera. El profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo ve necesario «ir mucho más lejos de lo que se pretende» a la hora de promover una política fiscal común. «Es necesario dar un mensaje más contundente en ese sentido, sin olvidar que no podemos dejar sin margen de maniobra a los países del Sur en lo relativo a la fiscalidad, porque ya no disponen de capacidad para devaluar la moneda debido al euro», opina.

Además, acusa a los diferentes ejecutivos nacionales de inacción desde el pasado verano. «Los políticos están fallando, no toman decisiones como se podría esperar y lo único que se está consiguiendo es alargar la agonía», añade. Según explica, esta incapacidad para coger el toro por los cuernos a la vez y con fuerza podría propiciar consecuencias nefastas para las próximas generaciones del continente, abocadas a una serie de complicaciones sostenidas en el tiempo.

«Las crisis siempre descabalgan a algunos países y los dejan en segunda fila. Corremos el riesgo de que Europa quede tocada si no logramos salir con una respuesta fuerte», explica Rubiera, temeroso de que el bloque comunitario ocupe un lugar en «tierra de nadie», entre un Estados Unidos volcado en la innovación y la ciencia y una China que ocupará el primer lugar entre las potencias industriales.

En relación a la imposición de sanciones a todos los incumplidores, considera que «es una buena fórmula, pero no necesariamente será la solución porque impondrá restricciones muy importantes a algunos de los más desfavorecidos y les obligará a esfuerzos que muchas veces resultarán dolorosos».

Por último, el empresario Domingo Cienfuegos-Jovellanos reserva sus dardos para las agencias de calificación, a las que culpa de haber orquestado «un ataque en toda regla contra el sistema financiero europeo», después de que Standard and Poor's amenazase ayer con reducir la nota de quince Estados tras conocer los propósitos de Merkel y Sarkozy. «Creo que lo que se quiere hacer va en la línea correcta, por eso no se entiende qué buscan estos institutos de calificación, con intereses nada claros».

Este responsable de varias gestorías en Madrid y Asturias y miembro del Círculo de Empresarios de la capital considera, además, imprescindible iniciar cambios en la mentalidad española a partir de ahora. «Es necesario potenciar a los emprendedores, tenemos que tener un mayor afán competitivo», sostiene. «Estamos en un momento para cambiar muchas cosas, además de intentar resolver en el ámbito comunitario los graves problemas que atravesamos, también tenemos que aprovechar nuestro potencial para salir fortalecidos y ampliar nuestra visión sobre la globalización», añade. «Es una cuestión cultural, no es normal que el sesenta por ciento de los universitarios quieran ser funcionarios, tal y como he leído recientemente en un estudio», prosigue. Y finaliza con una llamada a la unidad de los gobiernos para «salir adelante entre todos y sin particularizar intereses».

«Desde hace unos años, la Unión ha crecido constantemente sin un objetivo claro»

Óscar Rodríguez BuznegoSociólogo y politólogo

«Europa puede quedar en tierra de nadie, entre un EE UU científico y una China industrial»

Fernando RubieraProfesor de Economía Aplicada

«Las agencias de calificación encabezan un ataque a nuestro sistema financiero»

Domingo Cienfuegos-JovellanosEmpresario