Arriondas / Cangas /

Ribadesella, P. MARTÍNEZ /

A. SÁNCHEZ / R. DÍAZ

«Parece que pasó un tsunami», señalaba el agricultor de L'Alisal, en Ribadesella, Roberto Capín al comprobar cómo su cosecha había quedado arrasada por la riada. «Parte de la vega del río sigue inundada; sale el agua por las compuertas de la finca de Central Lechera; y los canales, que Costas debería tener limpios, no lo están. El agua está por las fincas en lugar de ir por los canales», añadió. El perito de una empresa de seguros evaluaba ayer los daños en el invernadero de Roberto Capín. De 4.000 docenas de lechugas que tenía plantadas recuperará el 10 por ciento. Perderá dinero, mucho: el seguro «sólo cubre lo que está manchado». Capín, que ya perdió todo su invernadero en la «riadona» de 2010, comenzará por la limpieza, pero, aunque la riada no dejó mucha porquería» y tampoco daños en estructuras, no podrá volver a plantar de nuevo hasta dentro de unos diez días. Capín y el resto de los perjudicados por la riada en la comarca oriental despertaban de la pesadilla e iniciaban el recuento de daños. Los alcaldes de los municipios afectados demandan ayuda a las administraciones estatal y regional, pero sospechan que las arcas están vacías.

En la villa de Ribadesella la riada dejó un boquete de cinco metros bajo el dique pesquero. El director general de Obras Hidráulicas y Puertos, José Javier González, visitó el lugar y prometió «un presupuesto de urgencia que el viernes tendremos preparado. Si Hacienda nos lo permite, lo sacaremos como una obra de emergencia». También visitó la zona el consejero de Presidencia, Florentino Alonso, en compañía de la alcaldesa, Charo Fernández Román. Alonso remitió a la evaluación realizada por Fomento y la regidora aseguró que están «a la espera de lo que digan los técnicos, que tienen que valorar el alcance de la obra y de lo que se tiene que hacer aquí de manera urgente». La zona afectada continuaba ayer acordonada y cortado el tráfico rodado a los aparcamientos que se sitúan en batería a lo largo del todo el paseo de la Grúa.

El barrio de El Barco, en Arriondas, anegado el martes, volvía ayer a la normalidad. Los centros escolares, cerrados desde el fin de semana, abrían de nuevo sus puertas, los vecinos del barrio se sacudían el susto y los empleados del Ayuntamiento de Parres limpiaban todos los rincones. El «problema» en El Barco es «el alcantarillado, que está obsoleto», afirman los vecinos, sobre todo tras el enorme crecimiento urbanístico que ha vivido el barrio en los últimos años. La presidenta de vecinos del patio Ginés Navarro, Marta Junco Toribio, que estuvo anegado desde el domingo hasta la tarde del martes, imploraba una solución urgente. Está dispuesta a llamar a la puerta que haga falta para que les solucionen el problema del alcantarillado, o si no «este problema lo vamos a tener todos los días». Los vecinos con trasteros en los sótanos de los edificios ya no se atreven a dejar ningún objeto, por temor a que el agua entre. Los bomberos sacaron el agua de dos garajes de la zona, de varios trasteros, así como de los bajos del instituto, dónde se ubican el gimnasio y los vestuarios del centro escolar.

En Cangas de Onís, muchos vecinos se afanaban por reubicar de nuevo sus coches en los garajes, inundados horas antes, y limpiaban almacenes que habían quedado anegados. El Ayuntamiento destinó a todo su personal y maquinaria a atender las carreteras afectadas por la riada; por ejemplo, la de Llanu Con a Gamonéu de Onís, que aún ayer tenía un carril cortado en un tramo de unos cincuenta metros por el desprendimiento de la valla protectora y parte del asfaltado más próximo al río Tabardín.

El pueblo de Següencu, con su carretera principal cortada desde la mañana del lunes a causa de un socavón, veía cómo el tráfico quedaba restablecido al mediodía de ayer, tras las obras de urgencia realizadas por el Ayuntamiento de Cangas de Onís. El vecino Fidel Alonso Fernández, muy atento a las obras, comentaba que la reparación provisional no impedirá que la carretera vuelva a hundirse. Hace falta «un buen relleno» que impida nuevos desplazamientos del suelo, añadió.

También se contabilizaron varios argayos en la zona de Covadonga y en la localidad de Cebia, y otro desbordamiento del río Zardón a su paso por la carretera de acceso al Molín de Mingo. El alcalde cangués, José Manuel González Castro, solicitará ayuda a la Confederación Hidrográfica del Cantábrico para dragar varios ríos del concejo.