Los asturianos van a tardar aún tiempo en conocer quién presidirá su Gobierno. Y no va a estar fácil. La derecha, Foro y PP, cuenta con mayoría absoluta en el Parlamento regional, Pero eso no es ninguna garantía. Ni tampoco ninguna novedad. En el pasado mes de mayo casquistas y populares ya habían logrado votos suficientes para pactar un Ejecutivo estable y, sin embargo, ni tan siquiera se sentaron a negociar: ni un Gobierno ni un acuerdo de legislatura o algo similar primero, ni unos Presupuestos para la comunidad autónoma después.

Para quien no conozca los entresijos de la política asturiana, los resultados de las elecciones de ayer no ofrecerían ninguna duda: la derecha ha ganado y debe gobernar. Pero si se profundiza un poco, si se analizan las razones por las que existen dos partidos que se disputan el voto de esa derecha, aparecen dudas muy razonables, no sólo sobre que pueda haber un acuerdo, sino, incluso, que se pueda producir un acercamiento entre el partido de Francisco Álvarez-Cascos y el que lidera en Madrid Mariano Rajoy.

¿Ha cambiado algo en las última semanas para que ambos partidos acabasen deponiendo su actitud y firmando un armisticio que pusiese fin a quince meses de confrontación permanente? Sí, las personas que formaban parte de la lista del PP. Ésa es la gran novedad. ¿Y eso es suficiente? Por lo visto hasta ahora, no. La candidata popular a la Presidencia del Principado, Mercedes Fernández, lleva ya tiempo, desde antes de que se adelantasen las elecciones, con las riendas del partido en la región. El líder de Foro podía haberle hecho algún guiño (no en vano Mercedes Fernández fue siempre una de las personas de su máxima confianza hasta el momento mismo en que decidió darse de baja en el PP y fundar una nueva formación) y, sin embargo, no lo hizo. Cascos había trazado hace tiempo su ruta política y la llegada de Mercedes Fernández a la dirección popular no la alteró para nada.

Las declaraciones de anoche del presidente del Principado no hacen pensar en ningún cambio en sus relaciones con el Partido Popular ni con su presidente, Mariano Rajoy. Volvió a repetir su ya consabida llamada a un diálogo que hasta ahora nunca ha concretado, que siempre ha quedado en el aire y que ha impedido que desde el pasado mes de mayo Asturias haya tenido un Ejecutivo con los votos suficientes para poder gobernar.

Tras la deriva regionalista de Foro y sus críticas al Gobierno central del PP, ambos partidos tendrían que hilar muy fino a la hora de buscar algún tipo de acuerdo que les permitiera ostentar el poder conjuntamente en el Principado. Así, a primera vista, no parece muy probable que Cascos renunciara fácilmente a una de sus grandes reivindicaciones electorales: los fondos mineros que tiene previsto recortar Rajoy. Y seguro que también exigiría plazos concretos para las obras pendientes de la variante ferroviaria de Pajares y de las autovías.

Por su parte, en el PP son conscientes de que darle oxígeno a Cascos, ceder a sus presiones ahora es muy, pero que muy peligroso para el futuro de la organización en Asturias. Por eso su gran objetivo era quedar por delante de Foro en los comicios de ayer. A su juicio, este objetivo hubiera marcado probablemente el inicio de la reconciliación. Ahora, con Cascos de nuevo por delante, todo sigue como en los últimos meses, con los foristas empeñados en apropiarse de todo el espacio de la derecha asturiana.

Son conscientes, no obstante, unos y otros, aunque especialmente los populares, de que las presiones de sus propios votantes para alcanzar un acuerdo de la derecha van a ser muy difíciles de aguantar. La batalla de la opinión pública se prevé muy enrevesada. Y comenzó en el mismo momento en que se conocieron los resultados electorales. Porque, ¿si estuvieran realmente dispuestos a pactar, no hubiera sido ayer el mejor momento para hacerlo, para despejar dudas? Seguro que sí. Lo que sucede es que en estos momentos las heridas abiertas en el seno de la derecha asturiana, muy profundas, siguen sin cicatrizar.

En estas circunstancias es fácil imaginar que el candidato más votado en las elecciones de ayer, el socialista Javier Fernández, tiene no pocas probabilidades, como le sucedió a Cascos el 22-M, de salir elegido presidente del Principado, aunque sólo sea con los votos de su partido (16, los mismos obtenidos por el líder de Foro). Se repetiría así lo sucedido en mayo pasado, aunque con distinto protagonista.

Aunque no lo digan públicamente éste es el escenario que barajan en estos momentos los dirigentes más cualificados de los principales partidos asturianos. Y si Javier Fernández es el nuevo presidente, la izquierda no descarta que, a medio plazo, casquistas y populares acaben presentándole una moción de censura.

¿Habrá dado por acabado el todavía presidente el pacto PPSOE al que tanto provecho sacó?