Primera reunión entre Foro y el PP en nueve meses y vuelta a las andadas. De nuevo los malentendidos, los dimes y diretes. Está claro que entre Francisco Álvarez-Cascos y sus antiguos correligionarios hay algo que no funciona y que va a ser muy difícil que se pueda arreglar: falta confianza, fruto de continuos desengaños. Y en estas circunstancias recuperar la camaradería perdida va a ser tarea complicada, de días, de muchos días, si es que realmente la paz, o al menos el armisticio, es posible.

Para demostrar que el acercamiento entre casquistas y populares no va a ser fácil sólo hace falta ver las fotografías de la reunión de ayer entre el líder de Foro y la actual presidenta del PP asturiano y cabeza de cartel en las recientes elecciones autonómicas, Mercedes Fernández. Quince meses hacía que no se veían -salvo un casual encuentro callejero durante la campaña electoral de mayo pasado- después de una muy larga trayectoria juntos (casi treinta años) en el Partido Popular. La entrevista sirvió para demostrar que de aquellos tiempos, de las épocas en las que Mercedes Fernández era una de las personas de la máxima confianza de Álvarez-Cascos, su alumna más aventajada, no queda casi nada, sólo frialdad.

El escrutinio del voto de los emigrantes, que dio un diputado más al PSOE en perjuicio de Foro e igualó a derecha e izquierda a 22 parlamentarios, ha dejado tocado al actual presidente del Principado en funciones. Se le nota. Y es lógico. En símil boxístico, Cascos ha pasado de tener al PP contra las cuerdas a verse en la obligación de ponerse a intercambiar golpes. Con la mayoría absoluta de la derecha, el líder de Foro tenía la sartén por el mango. Incluso podría estar pensando en utilizar la misma estrategia que usó en Gijón en las elecciones municipales de mayo, forzar la situación al máximo para lograr el apoyo de los populares sin ninguna contrapartida: o me votáis a mí como presidente o permitís que gobierne la izquierda. Ése hubiera sido el dilema. Ahora ya no, ahora ya no cuenta la derecha con mayoría absoluta, ahora UPyD, el partido de Rosa Díez, tiene la llave.

Y qué se le ha ocurrido a Francisco Álvarez-Cascos para intentar seguir llevando la iniciativa sobre el Partido Popular (siempre el Partido Popular, su obsesión tras rechazar Mariano Rajoy su candidatura a la Presidencia del Principado), pues anunciar que para facilitar un acuerdo con los populares está abierto «a todo», lo que podría incluir incluso la cesión de la Jefatura del Gobierno asturiano a Mercedes Fernández.

El golpe de efecto de Cascos no le ha parecido nada bien ni a Mercedes Fernández -que niega que en la conversación de ayer saliera a relucir este asunto- ni a la dirección nacional de los populares, que dice desconfiar del líder de Foro porque, en su opinión, últimamente maniobra siempre «en contra del PP».

Razones para desconfiar le ha dado muchas Cascos al PP desde que es presidente. En todo este tiempo se ha preocupado, sobre todo, de culpabilizarlo de la falta de diálogo. Le ha acusado de ser el causante de la ingobernabilidad de la región, cuando lo cierto es que él, como jefe del Ejecutivo autonómico, tenía la obligación de buscar por todos los medios posibles un pacto y renunció a ello. Puede que el resto de las fuerzas políticas no estuviera por la labor, pero lo cierto es que la incógnita no podrá ser despejada, ya que Cascos se negó a dar el primer paso: nunca les puso a los otros partidos en la disyuntiva de elegir entre sentarse a negociar realmente o no.

El presidente del Principado en funciones, cuya falta de sintonía con Isabel Pérez-Espinosa era evidente, tuvo durante semanas la oportunidad de llamar a su ex pupila Mercedes Fernández (convertida ya en la representante de Rajoy en Asturias) para, al menos, intentar limar asperezas y dar algún paso en la búsqueda de un presupuesto regional. Pero no lo hizo. Siempre pensando en cómo ganar la batalla de la opinión pública, forzó la máquina para imponer su proyecto de cuentas regionales y cuando no lo consiguió, se amparó, otra vez más, en su eslogan propagandístico predilecto, el pacto PPSOE, para adelantar las elecciones. Ahora, como si nada hubiera pasado, se sienta a hablar con los populares y les ofrece hasta la Presidencia del Principado. ¿Es o no para desconfiar?