Ni la lluvia, ni la crisis, ni las malas previsiones del sector han podido con el turismo durante la Semana Santa asturiana. Los hoteleros de la región cerraron ayer cinco días de vacaciones con un nivel de ocupación muy superior al esperado, que coinciden mayoritariamente en cifrar en torno al ochenta por ciento. El mejor día fue el viernes, cuando muchos negocios se llenaron por completo. Y, hasta ayer, la presencia de visitantes se dejó notar tanto en las calles de las ciudades como en algunos de los parajes naturales más demandados, como Covadonga o la Reserva de la Biosfera de Muniellos, abarrotados pese al tiempo desapacible.

«La verdad es que nos ha ido bastante bien, mucho mejor de lo que se podía esperar en un primer momento», señalaba a media tarde de ayer Benito Iglesias, recepcionista del hotel Luzana de Avilés, concejo lleno de celebraciones religiosas durante las últimas jornadas. Según dice este veterano trabajador, la ocupación rondó el ochenta y cinco por ciento desde la noche del pasado miércoles, unas cifras «similares a las de otros años», incluso a los anteriores al inicio de la crisis económica. «Podemos estar más que satisfechos, porque la gente ha respondido», remata.

Lo mismo dicen en el hotel Marsol de Candás, el principal establecimiento de estas características de la capital de Carreño. «Nos hemos movido todos estos días entre el ochenta y el noventa por ciento. La actividad fue especialmente alta el Viernes Santo», comenta uno de los encargados de recibir a los clientes, muy contento incluso con el movimiento registrado durante el día de ayer, último de vacaciones para la mayoría de los turistas. «De 85 habitaciones, en 81 hubo alguna entrada o salida», indicaba, pronosticando un saldo positivo para el cálculo global de toda la Semana Santa, que la dirección elaborará esta mañana. «Ha sido un puente largo y con mucha gente, de lo mejor en los últimos tiempos», añadía.

Las cuentas también salían montaña arriba, lejos del área urbana de la zona central asturiana. En Quirós, Amador Fernández se frotaba las manos tras varias jornadas de plena ocupación de las dos casas completamente rehabilitadas que alquila en las localidades de Llanuces y Villaorille. «No ha ido nada mal, sobre todo si se tiene en cuenta lo que había pasado en festivos recientes», comentaba, tras varios años de experiencia en el negocio del turismo rural. «He tenido pleno rendimiento durante los cuatro días fuertes de la semana», remataba.

Igual satisfacción en el hotel Abba Playa de Gijón, donde se quedaron sin camas hace tres días. «De media, hemos tenido llenas ocho de cada diez habitaciones. Son niveles similares a los de años precedentes», advertía uno de los recepcionistas que trabajan en el edificio ubicado en la ribera del río Piles.

El mismo soplo de aire fresco percibieron en el NH Principado de Oviedo, situado en el casco antiguo de la capital, en frente del Edificio Histórico de la Universidad. «Hemos rozado el noventa por ciento, no nos podemos quejar», decía una de las jóvenes que atienden a la entrada, consciente de los pésimos datos que arrojaron períodos vacacionales anteriores, como la Navidad o el puente del mes de diciembre. Por eso, la Semana Santa ha sido un bálsamo para el sector, acostumbrado a las vacas flacas durante los últimos meses.