La alcaldesa de Avilés, Pilar Varela, encarga al detective privado Tenderino Bajo que investigue unos sms que ha recibido en el teléfono móvil con el texto «El Niemeyer volará y habrá un nuevo futuro». Queca Bayona, parapsicóloga afiliada de Foro Asturias, cree en el contenido de esos mensajes y da una fecha: el 18 de febrero, mañana, en el tiempo de esto que sólo un incauto llamaría relato.

Conduciendo desde Trubia concluí que tenía tarea para mañana en Avilés, en el Niemeyer, el día del descenso fluvial de Galiana. Miles de personas entre las que buscar a alguien que no tenía muy claro quién era y que iría disfrazado. Y el riesgo de que, si se cumplían las amenazas, volara el Niemeyer. Un objetivo era encontrar en aquel ambiente a Queca Bayona y, por absurdo que pareciera, saber si Cascos tenía alguna participación real en su discurso delirante. Sólo había algo sospechoso. Era viernes de noche y Cascos estaba en Asturias. ¿Saldría tarde para Madrid o se quedaría?

Mi paso siguiente en la investigación a tres turnos fue encender el ordenador y enviar un correo electrónico a Bernabé, el «fugao» electrónico, un hacker asturiano pionero, del que llevaba años sin noticias.

Respondió a vuelta de correo, me envió instrucciones, me descargué gratis un programa y al rato estábamos viéndonos las caras por skype. El óvalo de la suya no entraba en la pantalla por impedimento de la obesidad mórbida.

-¿Dónde estás, Bernabé?

-Donde tenga el servidor, ya sabes cómo es esto.

-Ya me lo olía.

Se volvió un segundo fuera de la cámara y sonó un ruido de cisterna.

-Perdona, estaba haciendo una descarga.

-Ya me lo olía.

-Estoy poniendo en marcha lo que va a ser el nuevo Megaupload para tener jet, yate, limusinas, mansión y playmates hasta que me pillen? Lo de Dotcom sí era dominio, no lo de María Dolores de Cospedal. Mira -dijo mostrándome una caja de cartón- pizza pija, de caviar iraní. Pronto serán pizzas familiares para la chica «Play-boy» de mayo de 1990, que tengo brindado mucho a su salud. Ella, yo y mi pizza. Caprichos de magnate.

-Necesitaba que me echaras una mano remota para una investigación.

-No puedo, estoy muy liado, pero si quieres alojar archivos informáticos, mi sitio web es praodelmolin.com.

-¿Prao del Molín, como el sitio de la descarga de Cangas del Narcea?

-Sí, pero todo junto y sin acentos. Para descargas, la del Carmen y las mías. Tengo que dejarte que ya pasó el tiempo de la cita. Así es la vida del emprendedor?

Tenía la investigación parada por razones técnicas cuando Kaveda entró en el cuarto y propuso que nos leyéramos unos haikus. No he escrito más desde que me criticó el último (orbaya mayo / y no hay manera / de que seque la ropa). Le pregunté abruptamente cómo andaba de conocimientos informáticos y me preguntó cortésmente qué quería hacer.

-Necesito ver qué hace Cascos. No me sirven los sistemas convencionales de vigilancia detectivesca porque no deja aparcar el coche delante del palacio. Sólo se me ocurre entrar a través de sus comunicaciones, aunque a estas horas, las dos de la madrugada, las dos del tercer turno del horario casquiano, no sé si comunicará con alguien ni siquiera si está en el palacio.

Kaveda Inava se llevó las manos largas a la nariz chata, bajó la cabeza cubierta por media melena con flequillo de picos imposibles, cerró los ojos enormes cuajados de brillos y se concentró durante dos minutos en silencio. Flaco, de negro, estático y apoyado en la pared blanca, parecía un kanji.

-Voyechai un güeyu, dijo en asturiano que sonó japonés.

Tomó el mando a distancia, encendió el televisor y sintonizó la TPA. Había terminado la emisión y se veía, desde una cámara de vigilancia urbana, la playa de San Lorenzo al naranja mortecino de la luz de las farolas. La imagen cambió a Oviedo, mostrando una esquina del palacio presidencial con una luz encendida en la vivienda.

-Tankasa.

Entendí que se refería a que el objetivo se encontraba en su domicilio.

Tecleó largo y seguido en su ordenador portátil.

Reloj de espera, clave de acceso, warning, ok, página abierta, desplegar menú, elegir opción, confirmar, ok, barritas de carga, recordar más tarde, tráfico entrante, conexión a satélite, ok?

La emisión de la TPA se detuvo en la imagen de la cámara de Oviedo y el plano se acercó a la ventana. En la habitación, un bulto borroso se movía bruscamente. A un enter de Kaveda, la imagen se recompuso, pixel a pixel, mostrando, con mucha precisión a Cascos, de espaldas a una figura masculina, alta, delgada, difícil de identificar, al fondo de la habitación.

-Graba, graba, ¿podemos tener sonido?

-No. Pero saber qué dice si mueve boca a cámara. Programa de lectura de labios -FoziQreader- que uso para estudio del astur-japonés. En una hora ver las imágenes y leer subtitulado de lo que dice.

Ahora hablaba en su castellano. Salta del japonés, su lengua materna, al castellano -que no lo entiende ni su madre- y luego al astur-japonés, según sus necesidades expresivas. Dormí una hora en el sofá bendiciendo el momento en que decidí alojarlo en casa a cambio de una ayuda pública.

Cuando desperté, Kaveda tenía lo prometido y más. Había pasado el subtitulado conseguido por el programa de lectura de labios por un simulador de voz pirateado de El pitufo cuentacuentos. En la imagen, Cascos hablaba airado y se le oía como si hubiera respirado helio.

-¡Fuera!, no quiero ni una poltrona más. Que quiten todas las de palacio y las cambien por sillones tú y yo. Y que le llegue ese mensaje a Rajoy de una vez y como sea. Presiona a Gabino. Mañana a medianoche a la puerta del auditorio del Centro Cultural Internacional Avilés (en el subtitulado apareció como Centro Niemeyer) para el duelo de paladines.

-¿Duelo de paladines?, ¿estás seguro de que dice eso?

-Según labiolector.

Dormité en el sofá. Tenía una cita madrugadora con Gabino de Lorenzo, aunque él no lo sabía.

Continuará