Los expropiados de Sogepsa ven «kafkiano» que Cascos tape la gestión de Areces en la empresa pública, pero en realidad por su trayectoria en el Gobierno regional parecen solo las dos caras de una misma moneda.

Vicente Álvarez Areces llegó a la Presidencia del Principado en 1989 como el hombre que iba a llevar la modernidad desde Gijón a toda Asturias. Doce años después la región se despertó del sueño reformador en medio del «caso Marea» con un ex consejero y una ex directora general en la cárcel y una «marea» de sentencias que anulaban los nombramientos «a dedo» de los cargos medios de la Administración regional. El Gobierno de progreso se había trasmutado en un régimen con la franquista Universidad Laboral y el ventrílocuo José Luis Moreno como banderas.

En esas llegó Francisco Álvarez-Cascos como un vendaval, anunciando que iba a desmantelar el entramado del régimen anterior y levantar todas las alfombras. Al final apenas tiró de la manta con un par de gin tonics del nuevo cómico de cámara de Ana Botella y un iphone de otro de los empleados del Niemeyer. En el resto de asuntos no sólo se limitó a dejar las moquetas en su sitio, sino que además puso a todos sus fieles a tratar de que nadie abriese las ventanas y airease las habitaciones.