Campanal II (Marcelino Vaquero, 1932), el futbolista avilesino que hizo historia en el Sevilla, culmina sus «Memorias» en LA NUEVA ESPAÑA evocando su paso del fútbol al atletismo de veteranos.

Solución del día.

«Helenio Herrera fue un gran entrenador, diríamos que tipo Mourinho: trabajador, moderno, con mucha dureza, muy disciplinado. Ponía detectives a los jugadores y leía en las concentraciones los partes que le entregaban los investigadores. Decía: "Fulanito de tal salió de casa a las once, fue con una chica, se metió en una casa de citas y salió a las seis de la mañana; estuvo tomando un café en tal sitio y a las nueve y media se presentó en el entrenamiento". Era la monda. Y luego les ponía unas multas de miedo, de 500 o 1.000 pesetas de entonces, que era una barbaridad. Ganábamos en aquella época 1.750 pesetas, que era un buen sueldo; un obrero ganaría 300 pesetas. Helenio Herrera era muy buen estratega, aunque no era muy humano porque buscaba sacar lo máximo del jugador. En ese aspecto era un poco materialista, en el sentido de que quería que rindiera y no le importaba que eso trajera secuelas. Quería la solución del día y si había un jugador que tuviera roto un ligamento, se le inyectaba y buscaba la forma de que rindiera».

Jugar con una pierna rota.

«En febrero de 1955 tuve la peor lesión, en un encontronazo con Gento en Madrid. A consecuencia de ello fui perdiendo el riñón poco a poco, hasta que quedó hecho un quiste, así que estuve jugando con un solo riñón durante años. El encontronazo fue que yo llegué al balón y él detrás de mí, en un cruce, y sin pretenderlo me metió la rodilla. Tuve una contusión renal brutal, pero no deje el partido, aunque fue a la mitad del segundo tiempo. Cuando fui a ducharme noté que tenía muchas ganas de orinar y todo era sangre. Estuve dos meses sin jugar y luego reaparecí. En otra ocasión llegué a jugar con una pierna rota, en Gijón. Tuve un encontronazo, me parece que con Gago, cuando faltaban 20 minutos de partido, pero seguí jugando. Notaba un dolor y al final voy a la caseta del Sporting y le digo al médico que siento un clic-clic en la pierna. "¿Cuándo te pasó?", me preguntó. "Faltarían 20 minutos de partido". Me dijo: "Eso no es nada, ¿cómo ibas a estar jugando con una pierna rota?". Volví a Sevilla y tenía una fractura de peroné total, pero a los 27 días estaba jugando otra vez. Pero he pasado por el fútbol sin una sola rotura muscular».

Patrimonio del Sevilla.

«Jugué varios partidos como internacional, pero deje de ser internacional en la mejor edad por una razón: el Sevilla era hasta entonces un equipo puntero, pero hubo una transformación, digamos, de jugadores buenos que decayeron y entonces pasó a mitad de tabla. Fue entonces cuando me quisieron llevar el Madrid, el Barcelona o el Inter de Milán, donde ya estaba Helenio Herrera de entrenador, después de dejar el Sevilla. Pero Ramón Sánchez Pizjuán, el presidente del Sevilla, dijo que "Campanal es un patrimonio del club y nunca marchará". Eso me perjudicó internacionalmente. Mi mejor época de internacional había sido de los 20 a los 25 años, pero que el Sevilla dejara de ser puntero me perjudicó, y que Sánchez Pizjuán no me dejara marchar, también. Pero seguí siendo ídolo en el Sevilla y batiendo récords de España de atletismo, aunque no homologados. Estuve 16 temporadas en el Sevilla, en el primer equipo, sin contar los del Coria y el Iliturgi. Fui titular hasta el año 1966, en el que tuve una lesión en la rodilla derecha. No salí bien del Sevilla. Ya había muerto Sánchez Pizjuán y de no haber sido así yo hubiera seguido vinculado al club. Vinieron otros presidentes, que no quiero ni nombrar y además ya no viven, y no salí bien. Con la lesión me dieron la libertad y me fui al Deportivo de La Coruña, que me acogió muy bien. Jugué el primer año en Primera y bajamos. Yo me lesioné y no jugué parte de la segunda vuelta. Pero me curé de la rodilla y quise jugar el siguiente año, cuando el Deportivo volvió a Primera. Me quisieron renovar y dije que no porque como tenía mal un riñón tuve miedo de que acabara un día con una lesión en el otro».

Dorsal de leyenda.

«Posteriormente, Luis Cuervas, presidente del Sevilla, sabiendo lo que había pasado conmigo en su día, y que no se habían portado bien conmigo, me rehabilitó y me dio la insignia de brillantes del Sevilla. Y el año pasado, José María del Nido, que también conocía la historia, lo remató al entregarme el "Dorsal de leyenda" del Sevilla. La afición sevillista siempre fue de diez. Me llamaban "el ciclón", "el capitán maravillas", o "el huracán de Avilés". Me acuerdo que cuando fui a jugar con el Coruña a Sevilla me dieron la mayor ovación de la historia cuando salí al campo, de diez minutos. Todavía se me pone la carne de gallina, y resulta que en aquel partido no toqué bola de la emoción que tenía. Nos ganaron. Viví los mejores años de mi vida en Sevilla, 23. Me casé con una sevillana, Mari Cruz Guitarte, a la que conocí jugando al tenis, que fue campeona de Andalucía y posteriormente lo fue de Asturias. Sus padres eran aragoneses, pero ella nació y se crió en Sevilla. Tuvimos seis hijos, pero el primero, Francisco José (que sale haciendo un saque de honor en la reciente película de Fran Vaquero), se nos murió con 5 años y fue un golpe durísimo. Está enterrado en Sevilla. Los otros cinco hijos e hijas son todos deportistas y fueron campeones de Asturias en algunas modalidades. Una hija fue campeona de España juvenil y cadete y subcampeona de tenis. Mis hijos fueron muchas veces campeones de Asturias de pádel y mis hijas también. Son Mari Cruz, Marcelino, Margarita, Covadonga y Dani».

Entrenador agitado.

«En el año 1957 hice una exhibición en Sevilla de atletismo y batí dos récords de España, en longitud y triple salto, no homologados. Y en 1956 participé en los Campeonatos de España, en Oviedo, en el Cristo. Eran pistas de ceniza y participé fuera de concurso después de terminar la temporada y de jugar 40 o 50 partidos. Gané al campeón de longitud y al de triple salto. El primero era Capilla, un guipuzcoano que saltó 7,15, y yo 7,20; y en triple salto Parellada hizo 13,97 y yo 14,60. Me dejaron participar fuera de concurso. Y seguía haciendo 10,8 en cien metros, que era el récord de España y que lo tenía Llana. Ya retirado, vine a jugar unos partidos, por una peseta, con el Real Avilés, que fueron de ascenso. Era la temporada 1969-70. Luego me hice entrenador nacional y debo de ser decano de los entrenadores nacionales asturianos, al igual que decano de los internacionales, desde la muerte de Herrerita. Y también decano de los capitanes de la selección nacional y el primer asturiano en serlo, a la vez que el segundo más joven de la historia, con 23 años, en 1955. Entrené a la selección andaluza y luego me llamó Muro de Zaro y estuve un año entrenando al Ensidesa. Después estuve cuatro o cinco años de preparador físico de las categorías del Ensidesa. Me retiré porque si sigo de entrenador no estaría vivo; me agitaba mucho, me estresaba. Luego fundé un gimnasio en Avilés en el año 1979, hasta que me jubilé, y después siguieron unos años mis hijos con él».

Entrenamiento y cine.

«Actualmente tengo una discapacidad física de la rodilla y un riñón menos, pero seguí practicando el atletismo como veterano y tengo 79 títulos de campeón de España en siete modalidades: 80 metros vallas, 110 metros vallas, longitud, triple salto, altura, lanzamiento de peso y de disco. Fallé varios años a los Campeonatos de España, pero no a los de Asturias, donde conseguí 258 medallas. El último Campeonato de España al que he ido fue en Zaragoza, el pasado marzo, en pista cubierta. Con una mano lesionada por un esguince batí el récord de España de lanzamiento de peso, en la categoría de 80 a 84 años, con 9,32 metros, y quedé campeón en salto de altura. Ahora estoy preparándome para los campeonatos al aire libre en Águilas, Murcia, en junio. Participaré en cuatro o cinco pruebas y puedo batir algún récord. Entreno todos los días y me cuido mucho. Hago gimnasia, salto de altura, lanzamiento de peso o ando mucho por las dunas de Salinas y por los pinares. Hago algo de pesas en casa, viendo cine, que sigo con la afición desde chiquillo, u ojeando los álbumes que mi hermano, Ovidio Vaquero, me hizo con tanto cariño en su día con todas las noticias que salín sobre mí, desde que empecé en el Coria. Ahora me entrena Nacho Riesgo junto a Gelín y Panizo, y yo, que empecé a practicar deportes en las calles de Avilés de chiquillo, puedo disfrutar ahora de instalaciones municipales maravillosas. Eso hay que agradecérselo a la alcaldesa Pilar Varela».