Oviedo, L. Á. VEGA
Las protestas mineras provocan situaciones insólitas, como que dos hijos de Tuilla (Langreo), el líder del SOMA, José Ángel Fernández Villa, y uno de los jefes de los antidisturbios del Cuerpo Nacional de Policía se encuentren frente a frente en bandos diferentes. Ocurrió en la mañana de ayer, cuando los mineros cortaron el acceso al parque de carbones de El Musel, en Gijón. Los antidisturbios lanzaron gas, y Fernández-Villa, acalorado, se enfrentó al jefe de los agentes. Éste es el diálogo íntegro:
F. Villa: Lo que no acepto ye que empiecen a disparar habiendo quedado aquí. Porque eso es una provocación.
Primer jefe de la Policía: No vuelve a suceder.
F. Villa: Y con la gente que es, ¡los arrollamos!
Mineros: ¡Ahí, ahí! ¡Lárguese! ¡Claro que sí! ¡Y no nos acojonen!
Primer jefe: Vamos a retirarnos.
F. Villa: Ya, pero quiero decir que no provoquen, hostia.
La cosa parece calmarse, pero, de repente, aparecen seis furgones de antidisturbios. Fernández-Villa sale por debajo de la pancarta y se dirige airado al jefe policial, un hombre con antepasados mineros, que jugó en el Tuilla e incluso llegó a conocer la casa familiar del dirigente minero.
F. Villa: ¿Qué necesidad hay? ¿Usted cree que es normal esto?
Primer jefe: Tenemos que prever.
F. Villa: Prever no, esto es provocar. Pues si tenemos que...
Primer jefe: No, no, no, hombre, no...
F. Villa: ...dar la batalla...
Primer jefe: Que nosotros no queremos batalla ninguna, hombre.
Minero: ¡Quién lo diría!
F. Villa: Lo que no puede haber es este despliegue aquí.
Primer jefe: Esta gente tenemos que tenerla en algún lado.
F. Villa: Pero podían estar discretos donde estaban hasta ahora.
Primer jefe: Es que han llegado ahora. Nosotros nos retiramos.
F. Villa: Por Dios. Ya habíamos hablado con usted. Lo que no se justifica ye que había un grupo de gente aquí que empezó a disparar. Podíamos haber arrollado. Y ahora no pueden aparecer.
Primer jefe: No se preocupe.
Segundo jefe: Volvamos a la calma.
F. Villa: Yo toi muy calmao, ¿eh? Yo llevo sesenta años en primera línea de este negocio. Y viví la represión de la dictadura y no acepto una represión en la democracia. Así de claro. Que se guarden, por Dios. Íbamos a venir a preguntarle: ¿podemos ir a otra zona?
Primer jefe: Se pueden ir ustedes.
F. Villa: Era lo que estábamos tratando. Pero aquí ¿que aparezca todo eso? ¿Que venimos, armaos, joder?
Minero: No nos dejan ni manifestarnos. Esto ye la puta derecha.
Segundo jefe: No asustamos a nadie, ni comemos a nadie.
Primer jefe: Si somos los menos interesados.
Segundo jefe: Somos gente normal, como ustedes.
Primer jefe: Si no tenemos nada contra ustedes.
F. Villa: Si quedamos en una cosa, no hay por qué aparecer por aquí. ¿En previsión de qué?
Segundo jefe: Pero para eso estamos, para eso estamos.
Primer jefe: Para evitar...
F. Villa: Pero ¿no podían seguir guardaos?
Segundo jefe: Nos marchamos, nos marchamos ahora.
F. Villa: ¿No podían? ¿Por qué aparecen?
Segundo jefe: Hombre, lo que tenemos que hacer lo decidimos nosotros, no lo decides tú.
F. Villa: (Cabreado) Y lo que voy a hacer yo ye decirle a la gente que tire pa'lante. Ya está.
Segundo jefe: Tú verás.
F. Villa: Ya está. Yo no pretendo decir...
Segundo jefe: Si tampoco es para ponerse así.
F. Villa: ...lo que tienen que hacer ustedes. Lo respeto, y la responsabilidad ye ¡un comportamientu políticu represivu! Así de claro.
Segundo jefe: Entonces no lo critiques. Te podrá gustar o no.
Una mujer: Esto ye la derecha, esto ye una dictadura, hombre, dictadura total.
F. Villa: Yo lo que estoy opinando es que habíamos hablado con un compañero lo que íbamos a hacer y de golpe y porrazo aparece aquí todo un ejército.
Primer jefe: Nosotros, igual que aparecemos, nos vamos.
F. Villa: Yo no invado competencias de nadie, pero que me atropellen y atropellen a la gente, no.
Segundo jefe: Pero no busques problemas, hombre. Ni imponer lo que tengamos que hacer, ¿vale?
F. Villa: No, yo no te voy a imponer, pero provocarme, eso no.
Segundo jefe: Nosotros no provocamos a nadie.
Primer jefe: Al contrario.
F. Villa: Porque ya luchamos bastante contra la dictadura franquista.
Segundo jefe: No provocamos a nadie.
Minero: Y nosotros tampoco provocamos a nadie.
F. Villa: Pero es que usted no quiere entender que habíamos hablado y habíamos quedao.
Segundo jefe: Yo de estas cosas lo entiendo todo, lo entiendo todo.
F. Villa: Yo no les echo la culpa a ustedes, ustedes obedecen criterios políticos, que les dan órdenes y, bueno... unos tiene un comportamiento y otros tienen otro. Hubo un ejercicio de disparos y hablamos, y que no iba a suceder más. Pero de golpe y porrazo aparece...
Segundo jefe: Que vuelva la cosa a la calma porque...
F. Villa: Está la gente calmada. ¡Mírela, mírela!
Segundo jefe: Cuanto más calmada, mejor.
F. Villa: La gente ta calmada. Está calmada porque los dirigentes son muy responsables. ¡Muy responsables!
Segundo jefe: Yo no lo dudo.
F. Villa: Bien, vale, venga.
La cosa termina por complicarse cuando un camión trata de salir de El Musel. Avanzan los mineros, avanzan los antidisturbios. Y Fernández-Villa vuelve a encararse con uno de los jefes antidisturbios.
F. Villa: ¿Por qué no se tranquilicen? Ya pasó antes.
Segundo jefe: Tranquilízate, vale.
F. Villa: Algunos, si no os ocultaseis detrás de eso, no tendríais huevos a darnos la cara. Y eso que tenéis muchos problemas, tantos como nosotros.
Segundo jefe: Que llevas muchas historias en esto, joder.
F. Villa: Coño, ya vivimos lo de antes con la provocación y ahora tiren nuevamente. ¿Quién ta detrás de usted?
Segundo jefe: Que no provocamos a nadie, ¿vale? Cumplimos con nuestro trabajo.
Mineros: ¡Y nosotros también, chaval! Con los terroristas no os atrevéis. ¡A ver les dietes cómo les cobráis! Todavía os quitaron poco, qué poca solidaridad.
F. Villa: Un placer tienen en disparar, joder. No nos dieron nunca nada, siempre nos conducen a situaciones límite, al desgaste de la economía de los trabajadores, cuando ya tienen enormes dificultades con lo que cobren al mes. ¿Pero usted cree que ellos están a gusto teniendo que soportar un conflicto que repercute en el bienestar de ellos y su familia? Pues no, no.
Segundo jefe: A nadie le gusta...