Oviedo,

A. P. P

Cuenta Alberto Álvarez Peña, entre las numerosas historias que se mantienen en el recuerdo de los más ancianos del lugar en referencia al Día de Todos los Santos, que existió en Tineo, hace ya muchos años, un vecino muy famoso al que apodaban el «Paxarón de Fontes». «Su fama se debía a su capacidad de comunicarse con los muertos. Este hombre iba casa por casa donde estaban a punto de llegar los cabos de año y, sobre todo, cuando se acercaba el 1 de noviembre, para decirles a las familias si tenían que matar un carnero o un xatu para comerlo posteriormente entre toda la familia, en homenaje a la persona fallecida en la casa, comida a la que por supuesto el hombre siempre estaba convidado», dice.

Explica este estudioso de la cultura popular asturiana que este hombre, el «Paxarón de Fontes», «era un oracionero». «Le llamaba la gente de los pueblos para que rezara por los difuntos en lugar del cura. La razón de elegir a uno a otro era, meramente, económica: el oracionero cobrara dos pesetas y el cura, tres, algo que evidentemente levantaba ampollas porque al final la mayor parte de la gente llamaba, para tal fin, al oracionero. Éste lo que hacía era colocarse en una sala oscura, en la casa familiar y, tras taparse la cabeza con un saco, se ponía a rezar», señala, para recrear un capítulo aún vivo en la memoria del suroccidente asturiano.