Oviedo, José A. ORDÓÑEZ

Entre 23.000 y 39.000 euros. Esa es la cifra que la neoyorquina casa Sotheby's espera obtener el miércoles por la subasta de un retrato del histórico magnate John Pierpont Morgan (1837-1913), el fundador de la compañía financiera global JP Morgan, realizado por el fotógrafo luxemburgués Edward Steichen. Siempre que la puja no quede desierta, la suma obtenida estará muy por encima de la que el propio Morgan pagó a comienzos del siglo XX por una de las principales piezas de su magna colección de obras de arte: la cruz procesional de la parroquia de San Salvador de Fuentes, en Villaviciosa. Se trata de una maravilla de la orfebrería medieval que, para José Amador de los Ríos, es la joya más importante de Asturias después de la Cruz de la Victoria. Si el retrato del magnate de la banca que fue su propietario es una imagen emblemática del capitalismo, la de esta cruz asturiana en el Museo Metropolitano de Nueva York, donde permanece desde 1917, es el emblema del patrimonio histórico que la región no supo o no quiso defender. Esa era, al menos, la opinión de Joaquín Manzanares, cronista de Asturias y fundador del Tabularium Artis Asturiensis.

¿Cómo llegó la cruz procesional desde la iglesia románica de San Salvador de Fuentes a manos de Morgan? Las investigaciones realizadas por el prematuramente desaparecido Rafael Balbín, sacristán de la parroquia y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, han permitido esclarecer las circunstancias que rodearon la salida de esta joya artística de la región a comienzos del siglo XX. Según recoge Aurelio de Llano en su libro «Bellezas de Asturias», de 1928, la cruz habría sido vendida en 1901 por el párroco, don Perfecto Palacio, a un empresario extranjero con grandes industrias en Mieres por 10.000 pesetas. El libro de fábrica de San Salvador recoge un ingreso por esa cantidad fechado en 1901.

Sin embargo, la opinión generalizada entre los vecinos y las investigaciones de Balbín parecen exculpar a don Perfecto, que, en realidad, estaba radicalmente en contra de deshacerse de la cruz que había presidido las procesiones en la parroquia durante más de 700 años. Parece ser que fueron los señores Nozaleda y Antonio Cavanilles quienes actuaron de intermediarios ante el Obispo, fray Ramón Martínez Vigil, natural de Tiñana (Siero), para que emplazase al párroco a a autorizar la venta a Ernesto Guilhou, propietario de Fábrica de Mieres, negocio que había heredado de su padre, Numa Guilhou. Ernesto, de origen francés, sería ese industrial extranjero afincado en Mieres del que da cuenta Aurelio del Llano.

El dinero obtenido por la venta de la histórica joya maliayesa se habría invertido en el proyecto de mejora del santuario de Covadonga, impulsado por el obispo Sanz y Forés, el predecesor de Martínez Vigil en la mitra ovetense.

La peripecia de la cruz -de madera y cubierta de plata repujada- continua en tierras galas. Se sabe que pasó por el Museo del Louvre, donde, incluso, habría sido expuesta al público. Poco después, ya estaba en Estados Unidos, formando parte de la colección particular de J. P. Morgan, que, además del banco que lleva su nombre, también fue el fundador de General Electric. Incansable coleccionista de obras de arte, sobre todo de libros, el financiero e industrial habría adquirido la cruz procesional asturiana en una subasta. La joya de Fuentes pasaba a integrar los fondos artísticos de uno de los hombres más ricos del mundo, tan numerosos que le obligaron a construir un edificio para albergarlos.

Tras ser inmortalizado fotográficamente por Edward Steichen, John Pierpont Morgan falleció en Roma en 1913. Cuatro años después, sus herederos donaron la Cruz de Fuentes, junto a otras obras de arte de época medieval, al Museo de Arte Metropolitano de Nueva York. Allí se puede observar hoy una pieza de primoroso repujado en plata dorada, cuya simbología fue analizada por José Amador de los Ríos en «Monumentos arquitectónicos de España». En el centro está el Crucificado en actitud mayestática, en los lados la Virgen y a San Juan, por arriba un ángel con incensario y abajo Adán saliendo de un sepulcro. Representa la redención de la Humanidad.

En el reverso de la pieza hay una inscripción en la que se lee: «In honori Sancti Salvatoris, Sanccia Gundisalvi me fecit». Es decir: «En honor del Santo Salvador, Sancha González me hizo». Según Amador de los Ríos, esta Sancha no sería la autora de la obra, sino la persona que encargó y donó la pieza a la parroquia de Fuentes. Pertenecería a la familia del conde Gonzalo González, lo que remonta la fecha de realización de la obra a las primeras décadas del siglo XI, que es la época en la que se fundó la primitiva iglesia de San Salvador. El templo actual es del siglo siguiente, del XII, al igual que lo sería la joya, según investigaciones recientes.

La Cruz de Fuentes, la que salió de Villaviciosa hace más de un siglo y de la que hay una réplica en el Museo de la Iglesia, solo regresó una vez a Asturias. Fue en 1993, entre fuertes medidas de seguridad, para la exposición Orígenes que se celebró en Oviedo. Después de haber sido vendida en diez mil pesetas, su precio es hoy incalculable. Nada que ver con esos 39.000 euros que Sotheby's espera obtener por el retrato del magnate norteamericano que la tuvo en su colección privada de arte tras poner en pie General Electric y JP Morgan.