Se han metido en un charco y no saben cómo salir. Los grupos parlamentarios asturianos gastan mucho. Lo saben. Y lo que es peor para ellos es que lo saben los ciudadanos. Por eso resulta inexplicable que en lugar de intentar dar marcha atrás y reconciliarse con sus vecinos, los portavoces (excepto el PP) y el presidente de la Junta General se lanzasen a tumba abierta a defender lo indefendible: unas asignaciones que en ningún caso parecen las más adecuadas para los actuales tiempos de crisis.

Ante la polémica suscitada por ellos mismos al considerarse agraviados por las críticas de sindicatos de la Administración autonómica, los diputados regionales han decidido ahora dar la callada por respuesta ante los interrogantes sobre las retribuciones parlamentarias, a la espera de que escampe, de que lleguen tiempos mejores. Es decir, de que se olvide todo.

Pero no es tan fácil. La solución a la mala imagen de los políticos no pasa por dejar pasar los días, como si nada hubiera sucedido. Son indispensables gestos de calado, no meros efectos propagandísticos, a los que tan proclive es alguna formación regional, todo populismo y demagogia.

La Junta General del Principado o, mejor dicho, los parlamentarios que la forman y su mesa de dirección están obligados a dar ejemplo de austeridad. Se mire como se mire, en los últimos tiempos no lo han hecho. Y quien lo ha pagado ha sido la institución. Por ellos, pero fundamentalmente por ella, deben rectificar. Y cuanto antes, mejor.

Que en la Cámara legislativa asturiana haya más asesores que diputados es un despropósito. Pero es así. ¿Y para qué? Eso es lo que deberían preguntarse los propios responsables de los grupos parlamentarios. ¿Es tanta la labor que desarrollan para dar cabida a tal número de mentores?

Pueden seguir engañándose, pero lo cierto es que si los grupos parlamentarios se desprendieran de la mitad de los asesores que tienen actualmente no se notaría nada, o muy poco.

Lo que se espera es que el trabajo parlamentario lo desarrollen los diputados, no los asesores. Pero viendo la proliferación de consejeros, de consultores, de orientadores políticos de todo tipo que existen en la Junta se podría pensar que son estos los que llevan el peso de la labor en la Cámara.

¿Están dormidos? Despierten. Y asuman sus responsabilidades. Los diputados. No los asesores.