Ernesto Junco Rivera (Cabielles, Cangas de Onís) empezó el Bachiller con 18 años y alrededor de su afición a la naturaleza tiene conocimientos y práctica de taxidermia, cetrería, fotografía, cine, televisión, espeleología, arqueología... En 1982 tuvo un programa, «Fauna», en la programación asturiana de TVE, con la que mantuvo una larga colaboración. Es autor de «Aves rapaces de Asturias», entre otros libros de animales. Ha publicado fotos de naturaleza en revistas profesionales y ha dado charlas y conferencias. En 1988 fundó el zoo y centro de recuperación de animales de La Grandera (Cangas de Onís), que guarda unos 400 animales.

-¿Cómo llegó a trabajar de cetrero en 1972?

-Cuando Adena compró los asturcones del Sueve, su representante en Asturias, Miguel Ángel García-Dory, trajo a Félix Rodríguez de la Fuente.

-«El amigo de los animales», famoso por «Fauna» y otros programas en TVE.

-Me presenté a Félix en el hotel Principado de Oviedo con una carta que le había pedido a su amigo José Antonio Valverde (fundador de Doñana como espacio protegido). Cuando se marcaron los asturcones pasé el día con él y con Jaime de Foxá, cazador, que también tenía programa en TV. A Félix le interesó que yo cazara con gavilanes, algo que él no había conseguido. Me habló de su equipo de halcones y me dijo que podía necesitar halconeros. Yo estaba acabando el Bachiller. Ofrecía 25.000 pesetas de entonces. En octubre del año siguiente, 1972, me llegó un telegrama ofreciéndome trabajo de cetrero en Madrid, en los aeropuertos de Torrejón de Ardoz y Barajas.

-¿Qué tenía que hacer?

-Salíamos a primera hora a volar halcones al lado de las pistas para espantar lo que hubiera, avefrías, patos..., a veces también con escopeta o con los coches. Cuando los aviones eran de hélice no pasaba nada con las aves, pero desde la turbina un impacto de pájaro o pato puede echar abajo un avión.

-¿Por qué lo dejó al año?

-Los americanos tenían conflictos en Vietnam y Oriente Medio. Aunque siempre se negó, en la base de Torrejón de Ardoz había misiles nucleares. Teníamos la oficina al lado del polvorín y para volar los halcones nos desplazábamos kilómetro y medio en dirección a Madrid. En la carretera veíamos camiones que llevaban los misiles, con su cabeza pintada de rojo, en un bastidor sobre una red y luego los Phantom despegaban con ellos bajo las alas. Yo llevaba la cámara conmigo y cuando mandaba a revelar las fotos me decían que los rollos llegaban en blanco. Era por la radiación. Un capitán americano nos dijo que no nos acercáramos al radar, que había radiación nuclear. Aquello me dio miedo. A un capitán, ya colega, le preguntábamos si eran bombas atómicas, y él respondía «son para los chinos». Mauricio López-Roberts, marqués de Torrehermosa, luego relacionado con el crimen de los Urquijo, que estaba con nosotros, nos decía que eran misiles nucleares. Era especialista en armas. Como todos, tuve problemas con la mujer de Félix, que siempre estaba protestando y era más tacaña que una araña. En junio vine a examinarme de una asignatura pendiente del último curso, aprobé, saqué la reválida y quedé. No volví a tener relaciones con Félix prácticamente.

-Fue amigo de García-Dory, que dio a conocer los asturcones asturianos.

-Mucho. Era originario de Coviella (Cangas de Onís) e ingeniero agrónomo, pero sabía poco de animales, aunque le interesaban mucho. Tenía un Renault 4 L con el que íbamos a todas partes y le enseñé a distinguir animales.

-¿Qué hizo al volver a casa?

-Quería hacer Biología, pero no pude. Estuve un año trabajando de carnicero, con el cuñado de María Teresa Vega, luego mi mujer. Ella es de Villanueva, nos conocíamos de Cangas porque trabajaba cerca del instituto. Luego coincidimos en alguna fiesta. Poco a poco, empezamos a salir y nos casamos en 1974.

-¿Y la naturaleza?

-Se estaba creando ANA (Asociación de Amigos de la Naturaleza) y me fui a Oviedo, fichado por José Manuel Nebot, que me ayudó mucho, me llevó de secretario para el sindicato de los fotógrafos. Yo gestionaba en la oficina a los trescientos y pico fotógrafos afiliados en Asturias y también ANA. Entré en contacto con la sociedad ovetense y fomenté mucho más mi afición por la fotografía y el cine de naturaleza. Yo había tenido una experiencia en 1966 con una película comercial sobre la vida del salmón, «El gran crucero», dirigida por Guillermo Zúñiga. La parte del salmón se rodó en la piscifactoría de Infiesto. Estuve seis meses buscando nidos de martín pescador, nutrias, pájaros, insectos, ranas?

-Quedó en Oviedo.

-Con los fotógrafos, hasta que se desmanteló el sindicato vertical y pasé a Magistratura de Trabajo como funcionario laboral. También llevaba la representación de un laboratorio de fotografía de Madrid.

-ANA tenía una parte de tapadera del Partido Comunista.

-Yo veía la parte peleona contra la caza indiscriminada, la contaminación, etcétera. A finales del franquismo, época zorra en la que podías acabar en la cárcel, fui descubriendo, por Nebot y otros, lo que tenía el PC. Hasta entonces iba a lo mío, pensando que la política era para otros. Aunque estaba en ANA por la parte naturalista y científica -como Hartasánchez y Noval-, milité en el PCE para hacer bulto, después de la muerte de Franco, hasta que en 1980 me di cuenta de que detrás del comunismo no había nada. Me molestaba el culto a la personalidad, a La Pasionaria y a Carrillo, y que una huelga de un mes casi acaba con el laboratorio de Madrid para el que trabajaba y que era donde ganaba más dinero. ANA quedó en manos de chavaletes un poco talibanes que sólo querían evitar cualquier iniciativa por el impacto medioambiental. Luego se instaló la contaminante Du Pont y no pasó nada.

-Tiene dos hijos. ¿Fue un padre presente en su educación?

-Ernesto, desde que nació, tuvo afición a dibujar, que le dejé, le inculqué la de los libros y salía conmigo al campo lo que podía. Patricia, 5 años más pequeña, me cogió más ocupado en líos, pero le gustan los animales y es aficionada a la cetrería en Madrid, donde vive.

-¿Cómo siente que le trató la vida?

-Llevo casi 40 años trabajando como un burro, cotizando a la Seguridad Social sin cobrar un día de paro, y me asusta la situación del país, qué voy a dejar a los que vengan. La situación del zoo es muy mala. Veremos cómo salimos adelante. La comarca está desguazada.

-¿Por qué?

-El plan de transporte a los Lagos mató a la comarca y a todo el Oriente. La zona, Covadonga y los Lagos, es conocida en muchos sitios. Era la locomotora del turismo. En julio y agosto, los meses turísticos, impusieron «dejáis el coche aquí, pagáis por aparcar, pagáis por subir en autobús, os bajáis en un sitio donde si llueve o hay niebla te mojas, lejos de donde tomar un café». Los dos primeros años subieron a casi medio millón de personas, el tercer año bajó a poco más de 100.000 y este año ni llegaron a esa cifra, según datos de Alsa y el Consorcio del Transporte de Asturias. Dejaron de venir muchas personas. Quitaron plazas de aparcamiento para hacer un macroaparcamiento entre los dos lagos, sobre todo para autobuses. Servicio público, pero pensado siempre en Alsa. Hay otro macroaparcamiento en Cangas de Onís y otro debajo de Covadonga, no en Covadonga. La información es mala. En enero la gente pregunta si puede subir en coche o los suben en autocar. En 8 años sólo abrió un establecimiento y en invierno cerramos casi todos. La política de parques con los socialistas, casi siempre gobernantes, fue convertirlo en autonomía económica: mucho fondo estatal, mucho coche y mucho funcionario.

-¿No protege la naturaleza?

-Para eso hay cuatro vigilantes, la cotoya supera el metro de alto; si hay sarna de rebecos, miran para otro lado; los lobos acaban con la ganadería, y les molesta el turismo.