Los caminos del éxodo rural son inescrutables y el suroccidente asturiano, el área más afectada de Asturias, conoce huidas y pertinaces resistencias de todo tipo. Incluso hay algún caso en abierta contradicción con el modelo más habitual, ese que deja a los padres en el pueblo mientras los hijos se van a buscar fortuna. En Is (Allande) sucedió al revés. Los padres se mudaron a Pola y se quedó uno de los hijos, José Antonio López, que ahora es el único habitante de un pueblo soleado, perfectamente orientado al mediodía, que no se ve descuidado porque revive los veranos y casi todos los fines de semana. Vivir en este silencio «tien que gustar», afirma López, guarda del coto de caza de Allande, pero «el cuervo tira a la peña».