Oviedo, M. J. IGLESIAS

La distribución de la renta cada vez es más desigual en Asturias y en el resto de España, lo que provoca un aumento «sin precedentes» de las desigualdades sociales, según el informe «Desigualdad y derechos sociales», elaborado por la Fundación Foessa, perteneciente a Cáritas. El estudio denuncia que la brecha entre pobres y ricos se hace más profunda a causa del aumento del desempleo, de la moderación salarial y de la reducción de las prestaciones sociales, como el subsidio del paro. A estas causas se une el aumento de la presión fiscal con el incremento de los tipos de interés del IRPF y del IVA. La crisis, agudizada por la insuficiente inversión pública, ha impulsado los indicadores de desigualdad a los niveles más altos de la Unión Europea.

La organización de la Iglesia católica advierte que desde 2006 los ingresos de la población con rentas más bajas han caído casi un cinco por ciento en términos reales cada año. Por el contrario, el crecimiento correspondiente a los hogares más ricos ha sido el mayor en todos los tramos de población. Las cifras actuales de renta per cápita son semejantes a las que existían hace más de diez años, lo que, según Cáritas, invita a pensar que España está ante «más de una década perdida».

Y es que la renta de 18.500 euros que recibieron de media los españoles en el año 2012 es inferior en términos de capacidad adquisitiva a la registrada en el año 2001. El estudio explica que, mientras que desde 2007 la renta media ha caído un 4%, los precios se han incrementado en un 10%. Esto ha dado origen a un deterioro de los ingresos de los españoles sin parangón en las últimas décadas.

Añaden que en el futuro existe un alto riesgo de que el ensanchamiento de las diferencias de renta entre los hogares se enquiste en la estructura social. «Los procesos de dualización social conllevan ruptura. No dotarnos de los mecanismos redistributivos necesarios supone empujarnos a la fragmentación social», señalan. El análisis concluye que en 2012 el mercado de trabajo registró los «peores resultados de la etapa democrática», con una tasa del paro superior al 26%. Esta tasa es dos veces y media más alta que el promedio de la UE y supera en diez puntos las de Portugal e Irlanda, que son los siguientes países de la Unión Europea donde es mayor la incidencia del desempleo.