Antonio Fidalgo Fernández, llamado Toni, dos veces presidente del Real Oviedo (un mes durante 2007, hasta que dimitió, y ahora desde el 12 de julio de 2012), comprueba con la mano izquierda en el bolsillo hasta dónde han llegado las habladurías y declara que están hasta los huevos. Menciona los huevos para ponerles fecha de caducidad (el 3 de julio de 2013), pero no descarta que se acabe haciendo una tortilla -rompiendo los huevos- antes.

Los bolsillos están de moda, en parte por el hartazgo -como Toni-, en parte porque la exigencia de transparencia ha hecho que sean de cristal (uy, qué dentera y qué frío), como ha prometido y reiterado Javier Fernández Fernández, presidente del Principado. En la foto de presentación del Gobierno se ve que casi todos sabían lo de los bolsillos de cristal, de ahí esa pose protectora, de barrera ante lanzamiento de falta, con la excepción de Graciano Torre González, consejero de Economía y Empleo, o se lo ocultaron o le da igual y el próximo verano no va a Tapia de Casariego sino a Torimbia (Llanes) o, como es maestro y profesor de instituto, le gusta enseñar.

A la moda de los bolsillos se ha sumado Jorge Mario Bergoglio, llamado Francisco, obispo de Roma, para recordar que los sudarios no los tienen, como decía su abuela y como escribió Horace McCoy en una novela publicada por las ediciones Júcar de Silverio Cañada. Bergoglio se está volviendo muy influyente en la moda, porque ha presentado una temporada primavera-verano austera, de vuelta a la sobriedad, poco recargada, que mantiene los trajes talares hasta los talones pero en la que ya no se llevan nada los zapatos rojos.