Ni Dijssolbloen, presidente del Eurogrupo, ni los dirigentes de la Troika (que incluye al FMI) tendrán que rendir cuentas ante, por ejemplo, los vecinos de Ponteareas que persiguen a sus concejales. Sin embargo, el Eurogrupo y la Troika son hoy el verdadero poder de Europa, bajo la tutela de la canciller alemana, Angela Merkel, y las medidas drásticas que llegan al ciudadano en forma de reducción de derechos sociales, pago por medicinas, recortes del sector público o pérdidas en participaciones preferentes caen a plomo desde ahí arriba, casi al detalle. El llamado «escrache» es un absurdo que procede de otro absurdo mucho mayor; una pequeña subversión a nivel de calle, sin duda no justificable pero cuyo origen último está en la subversión del sistema democrático europeo, hoy comandado por una élite que nunca responderá políticamente ante quienes sufren las desdichas fruto de sus decisiones.