Antes de dar en 1982 el salto al Congreso de los Diputados, y de ahí, ocho años después, al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Luis Martínez Noval se tituló en Economía por la Universidad de Oviedo, donde ejerció como docente de Estructura Económica mientras trabajaba en la Cámara de Comercio ovetense. Su vinculación con Asturias nunca cesó. Incluso durante su etapa en el Gobierno su mujer y sus hijos vivían en Asturias. A principios de 1977, junto a Jesús Arango y avalados por el entonces secretario general de la UGT, Avelino Pérez, entraron en los grupos de trabajo de la FSA, donde conoció a quien sería uno de sus más próximos amigos, Jesús Sanjurjo.

«Desde el primer momento vi que era una persona con una capacidad intelectual extraordinaria, y no me gusta exagerar», rememoraba ayer Sanjurjo, removido por el dolor de su muerte. «Resulta irritante que, después de haber superado dos situaciones de salud muy graves -su relevo en el Ministerio se produjo semanas después de que se le hubiera diagnosticado una leucemia, que superó tras un autotrasplante en Barcelona, y posteriormente sufrió un ataque al corazón durante un congreso del Tribunal de Cuentas europeo en Cracovia (Polonia)-, aparentemente una caída tonta acabe con su vida», lamentó.

Sanjurjo conoció todo el recorrido vital de Martínez Noval. El ex ministro fue su vicesecretario en la FSA, y luego le sucedió al frente del partido. Siguió su trayectoria como diputado hasta el año 2000, y sus jornadas al frente de la cartera de Trabajo. «Aunque conmigo tenía una confianza muy grande, era una persona reservada, prudente», recuerda. Quizá de ahí, deduce, le venía la falsa fama de ser una persona quizá demasiado fría. Era su carácter serio, reservado, jacobino el que hablaba, asociado a una forma íntegra de entender las relaciones personales y la política. «Con algún Martínez Noval más, el socialismo español tendría hoy mejores perspectivas», afirmó Rodríguez-Vigil.

Liberado ya de sus responsabilidades políticas en Asturias, el PSOE le propuso como miembro del Tribunal de Cuentas, cargo que ejerció hasta septiembre del año pasado. Sólo después de abandonarlo retomó la actividad política y económica, que compaginó con un puesto de consejero en Hidroeléctrica del Cantábrico. Por el camino, además de ver crecer a sus hijos, le dio tiempo a terminar la tesis doctoral, que había quedado aparcada por su pasión política.