Una peligrosa moda de la que se habla en internet y las redes sociales desde hace tres o cuatro años parece haber llegado con fuerza a la región. Se trata del llamado «tampodka» o «tampax on the rocks», el último método para emborracharse de una forma rápida y barata, sin los inconvenientes que puede traer la ingesta tradicional, como el aliento alcohólico. Se trata de impregnar un tampón de una bebida alcohólica e introducirlo en la vagina, en el caso de las chicas, las que más lo practican, o el ano, si son chicos. El alcohol pasa directamente a la sangre, sin ser filtrado por el hígado. En Asturias, concretamente en Gijón, ya se conocen tres casos de muchachas, dos de ellas menores de edad, con graves intoxicaciones etílicas y cuadros de dependencia relacionados con esta práctica. Los efectos pueden ser demoledores, según advierten los expertos que han tratado estos casos.

El médico Eduardo Carreño, que tiene una clínica en Gijón especializada en adicciones, trató uno de estos casos hace nueve meses. Se trataba de una gijonesa de 17 años que fue llevada a urgencias por sus amigos con una soberana intoxicación etílica. El uso prolongado del «tampax on the rocks» había hecho de ella una alcohólica y presentaba un cuadro agravado por un trastorno de ansiedad y otro de personalidad. «Hace dos meses que fue dada de alta, tras superar el estado en que se encontraba», indicó Carreño, muy preocupado por la posibilidad de que esta peligrosa práctica se extienda entre los jóvenes.

El «tampodka», indicó el médico, está asociado sobre todo al ambiente del «botellón» del fin de semana, en el que prima el deseo de emborracharse a la mayor brevedad. El método tiene sus «ventajas». Al no oler a alcohol los padres tienen más dificultades para detectar que sus hijos se han emborrachado.

La zona de la vagina y el ano está muy irrigada, con lo que la «absorción del alcohol es mayor», indica Eduardo Carreño. El riesgo, según los expertos, es que se puede producir un shock alcohólico con mayor facilidad, y todo puede derivar en el fallecimiento. No hay que olvidar «las repercusiones locales de esta práctica», añade Carreño. «El alcohol puede cargarse la mucosa de la vagina, debido a las infecciones que pueden producirse», señala.

El médico, especializado en adicciones, indica que es una práctica que, a rasgos generales, es similar al «eyeballing», consistente en absorber el alcohol a través del ojo. Esta práctica puede producir trombosis en la córnea, que conlleva la disminución de la visión o la pérdida del campo visual y que puede conducir a la ceguera en el peor de los casos.

Carreño asegura que, aparte de la joven que trató, ha tenido conocimiento por otros compañeros de profesión de otros dos casos de muchachas que sufrieron graves problemas por el «tampodka». Se trata de dos chicas gijonesas, una de 14 años y otra de 19, con cuadros similares a los de la menor tratada por el médico gijonés.

Eduardo Carreño señala que, en el caso de los chicos, la práctica del «tampodka» parece tomar la forma de un mal entendido «rito de iniciación», una forma de integrarse en una nueva pandilla de amigos. Carreño deja claro que el uso de tampones impregnados en alcohol no puede ligarse en absoluto a un trastorno mental y que los jóvenes que lo llevan a cabo son totalmente «normales». Y reconoce que es fácil que este tipo de información llegue a los jóvenes: «Todo está en internet».

Del «tampax on the rocks» se comenzó a hablar hace unos tres o cuatro años en las redes sociales y otras webs de la red. La moda parece haber partido de Estados Unidos y pasado a varios países de Iberoamérica. Los primeros casos en España se conocieron hace año y medio, indicó Carreño. Aunque en internet se ha dicho que esta práctica no dejaba de ser una leyenda urbana, el médico asegura que es completamente cierta. Se hace necesario, por tanto, una labor de prevención y advertencia de las consecuencias nefastas que puede traer este método para emborracharse de forma rápida y más potente.

A pesar de las manifestaciones de Carreño, la Consejería de Salud y fuentes hospitalarias gijonesas indicaron que no les constan los casos de las tres muchachas que sufrieron graves intoxicaciones por el «tampodka».