Oviedo, José A. ORDÓÑEZ

Desmontar tópicos -la mayoría negativos- sobre las instituciones europeas, subrayar los beneficios que ha supuesto y supone para España la pertenencia a la UE, entre ellos una aportación económica superior al "plan Marshall", y plantear alternativas para mejorar su eficacia. Son los objetivos de "Cartas a un euroescéptico", libro que firman el eurodiputado de UPyD, Francisco Sosa Wagner, y Mercedes Fuertes, catedráticos de Derecho Administrativo de la Universidad de León. Éstas son las principales propuestas del alegato europeísta.

El Parlamento. 750 diputados para una población de 500 millones de habitantes "no es una exageración" y su reducción podría ir en contra de los intereses de las minorías, afirman los catedráticos. Ahora bien, a su juicio, resulta necesario que la Cámara ejerza una "iniciativa legisladora" que hoy no tiene y que, al tiempo, potencie sus funciones de control sobre la Comisión y otras instituciones europeas, tales como el Tribunal de Cuentas, el Banco Central Europeo y la Oficina de Lucha contra el Fraude.

Los partidos europeos. En contestación a quienes abogan por ello, Sosa Wagner y Mercedes Fuertes sostienen que, en realidad, los partidos transnacionales ya existen y tienen sus estructuras propias. Es el caso del PP europeo, del partido de los socialistas, del de los liberales o del de los verdes. Quedan "huérfanas" las formaciones minoritarias, que deben hacer un esfuerzo especial para llegar a pactos con otras fuerzas. Los catedráticos defienden la existencia de un "grupo mixto" para acoger a aquellos parlamentarios que van por libre, pero que deben tener "los mismos derechos" que el resto.

La Comisión. Su actual composición, en la que cada Estado tiene derecho a contar con un comisario, tiene que ser modificada, afirman los autores de "Cartas a un euroescéptico". La situación actual es como si el Gobierno de España estuviera integrado por un representante de cada comunidad autónoma. Sostienen Sosa Wagner y Fuertes que debería ser el presidente de la Comisión quien escogiese a los comisarios, de acuerdo con su perfil ideológico y teniendo en cuenta el conocimiento del área del que se vayan a hacer cargo. En cualquier caso, consideran muy importante que el Gobierno responda a una coherencia ideológica, algo que facilitaría la creación de una "necesaria" oposición con "perfil y personalidad propia".

El Presidente. La elección directa del presidente de la Comisión por parte de los ciudadanos haría de la UE un régimen presidencialista no deseable, defienden los catedráticos. A su juicio, la Comisión debe encabezarla una persona que pertenezca a la familia política que gane las elecciones. En el caso de que no haya un resultado claro, sería el candidato seleccionado por la coalición que vaya a sostener al Gobierno en el Parlamento.

El Consejo. Sosa Wagner y Fuertes estiman que debe abolirse, tal y como está concebido, para que se convierta en una segunda cámara. Es, quizás, una de las propuestas más rompedoras de "Cartas a un euroescéptico". Las reuniones formales de los jefes de Estado y de Gobierno es "la mayor rémora que existe en el funcionamiento de la Unión, causa eficiente de muchos desprestigios y lugar de intercambio de favores y de cromos entre los estados".

El Presupuesto. Ha de nutrirse, a juicio de los expertos, de "tributos paulatinamente uniformados a nivel europeo, "sin descartar la introducción de algún impuesto propio de la UE, como ha empezado a hacerse con el de las transacciones financieras".

El encaje catalán. Responde Sosa Wagner: "Si se separa de España, debe pedir el ingreso en la UE. La apertura de la negociación precisa del acuerdo unánime de los jefes de Estado y de Gobierno, algo que ahora es imposible, y no sólo por parte de España. Otros estados estarían en contra".