"Molinera", la osezna liberada a finales de noviembre en la reserva de Muniellos tras ser rescatada herida dos meses antes en los montes de Cangas del Narcea ha sido capturada por técnicos de la Consejería de Agroganadería, después de haberse detectado su presencia en el núcleo urbano de Degaña, y ha sido trasladada al cercado de Santo Adriano, adonde ha llegado hacia las 19 horas.

La Consejería de Agroganadería tomó esta decisión después de constatar la incapacidad del animal para adaptarse de nuevo al medio natural, ya que el pasado día 6 inició una serie de aproximaciones a Degaña que finalizaron con varios días de presencia continuada en jardines, huertos, aparcamientos, polideportivo, cementerio y carretera de la localidad, llegando incluso a deambular entre las viviendas, por lo que fue necesaria la vigilancia permanente de la Guardería del Medio Natural.

Al comprobar el escaso resultado de las iniciales medidas disuasorias, el pasado día 17 se llevó a cabo un operativo con perros para alejar a la osezna del pueblo, pero al día siguiente regresó a Degaña, donde hizo frente a los cánidos y mostró un comportamiento agresivo, por lo que la Consejería considera al ejemplar un "oso familiar", que además podría constituir un peligro para las personas.

Así, reunidos esta mañana responsables de la Dirección General de Recursos Naturales, expertos de la Fundación Oso Pardo, de la Fundación Oso Asturias, del Fondo de Protección de los Animales Salvajes, el servicio veterinario de Cabárceno e integrantes de la Estación Biológica de Doñana, se determinó, por una amplia mayoría, de la que sólo desintió el FAPAS, capturar y trasladar a la osa al recinto donde ya conviven Paca y Tola.

Fue reintroducida el pasado 29 de noviembre

El Principado soltó el pasado 29 de noviembre a la osezna, que fue devuelta al monte en el entorno de Cangas del Narcea, concretamente a la reserva integral de Muniellos, próxima a Riomolín (Leitariegos), donde el pasado mes de septiembre fue recogida por los técnicos de la Consejería de Agroganadería y Recursos Naturales en muy mal estado de salud. La osezna ingresó de urgencia en la clínica Buenavista de Oviedo el pasado 19 de septiembre, aquejada de una avanzada insuficiencia renal y una grave luxación en la cadera. Se había despeñado por un barranco. Tenía nueve meses y pesaba seis kilos. Tras dos semanas de cuidados en la clínica y dos meses atendida en el Centro de Recuperación de Sobrescobio, la osezna fue liberada a punto de cumplir un año, con un peso de 29 kilos y «en perfectas condiciones», según aseguró Fina Álvarez, directora general de Recursos Naturales.

El animal fue sometido poco antes de ser soltado a pruebas exhaustivas para comprobar su buen estado de salud. Dos días antes fue a verla un equipo de veterinarios de Oviedo que confirmó que se encontraba bien. Igualmente, veterinarios de la Universidad de León le practicaron una radiografía para verificar que la cadera dañada, que finalmente no necesitó operación, como se había establecido en un principio, no le daba mayores problemas. Una vez chequeada entera y constatado su buen estado, los técnicos de la Consejería procedieron a colocarle los sistemas de localización que le aplicaron en el pelo y que le vigilaron durante todo este tiempo.

«Su movilidad era perfecta y su comportamiento también. Los especialistas coincidieron en que el animal no presentaba ninguna anomalía y eran partidarios de su reintroducción en el medio natural», agregó Fina Álvarez.

El Principado optó finalmente por liberarla en el Occidente, pese a que varias voces abordaron tiempo atrás la posibilidad de reintroducirla en lugares con menos población osera, como la zona oriental de la cordillera Cantábrica o incluso en la parte occidental de los Pirineos. Estas dos opciones se barajaron, pero siempre se tuvo claro la idoneidad de hacerlo en Cangas del Narcea: «Muniellos es una zona donde puede estar vigilada, con comida suficiente. donde hay zonas para que pueda hibernar. Además no hay una gran presencia humana», aseguró entonces Fina Álvarez.

De hecho, durante su tiempo en el centro de recuperación de Redes, «Molinera» tuvo el mínimo contacto posible con los humanos. El objetivo de los cuidadores fue, en todo momento, el de minimizar riesgos para evitar que la osa adquiriera unos vicios imposibles luego de remediar. Los especialistas tuvieron varias reuniones para controlar que todo fuera según lo previsto.