La ciclogénesis explosiva "Nadja" procedente del Atlántico Norte azotó este fin de semana la fachada cantábrica con una intensidad y extensión como pocas veces, desde Galicia hasta el País Vasco. Olas de hasta 13 metros en la Estaca de Bares, paseos marítimos arrasados de Oeste a Este y daños millonarios en edificios públicos y privados, especialmente en Bermeo, jalonan un balance para el que los cuatro gobiernos autonómicos afectados han pedido tiempo antes de cuantificar los daños en cifras económicas.

Las olas de más de 10 metros que activaron la alerta roja en la madrugada del domingo en la provincia de La Coruña se llevaron por delante buena parte del paseo marítimo de la capital herculina, el tramo comprendido entre La Coraza y la plaza de Portugal. La violencia de la sacudida fue aún mayor en la Estaca de Bares, donde a las nueve de la noche del sábado una boya del Ministerio de Fomento registró una ola de 12,77 metros, equivalentes a una altura de más de cuatro pisos, la mayor en quince años.

El fuerte oleaje, que azotó con mayor violencia hacia las seis menos cuarto de la madrugada, arrasó 30 metros de hormigón del dique del puerto comercial de la localidad coruñesa de Cariño, donde los mariscadores llevan desde noviembre casi sin trabajar por el estado de la mar. En la provincia de Lugo el paseo marítimo de Covas quedó sepultado por la arena, mientras que en Foz hubo importantes daños en la depuradora y desprendimientos en varias carreteras.

La costa cántabra permaneció en alerta naranja por olas de hasta 8 metros. La coincidencia del temporal "Nadja" con la pleamar provocó inundaciones de plazas, garajes y locales en el Sardinero. El agua rebasó la línea de playa y se adentró en la ciudad, inundando establecimientos y locales, especialmente desde el final de la segunda playa del Sardinero, en la zona del hotel Chiqui. Los daños fueron aún mayores en el País Vasco, donde no se recordaban escenas similares desde el pasado siglo. La alerta de nivel rojo anunciada en la capital donostiarra evitó víctimas, pero hubo destrozos importantes en diversas localidades, sobre todo en Guecho y Zarautz, donde las barandillas y bancos desaparecieron engullidos por las olas de más de siete metros. En Bermeo, el embate de las olas destrozó varios tramos del muro de hormigón que protege el puerto pesquero y deportivo. Y en San Sebastián, los daños dejaron imágenes impactantes en el cauce del río Urumea. Las olas penetraron por la desembocadura, desplazando los enormes bloques del espigón de protección de la playa de Zurriola, para sacudir, uno tras otro, los cuatro enormes puentes que atraviesan el cauce, el último de ellos situado en el barrio de Amara, a cientos de metros de la costa. En su trayectoria, río arriba, el agua embravecida derribó metros de barandillas, tumbó semáforos y retorció señales de tráfico. Dos horas después de la pleamar, las olas todavía invadían el paseo de la Concha.

Un joven de 15 años fue arrastrado por las olas en la playa de A Rapadoira ayer, a las seis de la tarde. El adolescente iba en bicicleta con otro amigo, que también sufrió el embate del oleaje pero pudo salir del agua. Varios testigos avisaron a los servicios de Emergencias, que desplazaron un helicóptero con base en Celeiro y movilizaron a un equipo de búsqueda. Al anochecer fue recuperada la bicicleta del joven, que está desaparecido.