HISTORIA DE LA MEDICINA EN ASTURIAS (10)
Un mal decimonónico
El cólera morboasiático se convirtió en el principal problema sanitario del siglo XIX

Un mal decimonónico
Luis Vicente Sánchez Fernández
Profesor de Historia de la Ciencia de la Facultad de Medicina
El cólera es una enfermedad pestilencial que pasó a convertirse en el principal problema sanitario del siglo XIX. Su invasión ocurrió precisamente cuando los europeos consideraban que habían alcanzado un grado de bienestar difícilmente superable. Afectó a todas las capas sociales; sin embargo, se cebó especialmente en los lugares míseros, donde las condiciones sanitarias del proletariado eran más deficientes.
Este mal provoca en el individuo que la padece diarreas, vómitos, calambres musculares, pulso débil, postración importante y si no se pone remedio de forma eficaz causa la muerte en un alto número de ocasiones.
La suma total se encuentra próxima a 800.000 víctimas. También referimos que la primera y la segunda pandemias llegaron a Europa por vía terrestre y las dos últimas lo hicieron a través del mar. En general, comenzaban durante la primavera, mantenían la máxima virulencia en el verano y decrecían en la época invernal.
Una vez declarado el cólera en Egipto en 1883 los dos mejores microbiólogos del momento, Louis Pasteur y Robert Koch, se desplazaron a la zona conflictiva encabezando sendas comisiones científicas francesas y alemanas. La fortuna cayó de parte alemana, pues Robert Koch, en plena vigencia de la "mentalidad etiopatogénica", descubrió el microbio colérico o "Bacillus virgula". Koch expuso su hallazgo en la Conferencia de Berlín en 1884, momento en el que quedó clara la "doctrina microbiana" para esta enfermedad.
Poco tiempo después quedó aclarado que es una patología que se transmite desde los enfermos o portadores por las heces contaminadas. Aprovechando falta de higiene, el germen entra por vía oral. Los brotes tan intensos se explican por la contaminación del agua de bebida. Debemos referir que John Snow (1813-1858) fue el primero que esbozó la hipótesis de contagio por el agua contaminada, durante la epidemia de Londres de 1854. Con su razonamiento sentó las bases del método epidemiológico, aunque sus conclusiones pasaron desgraciadamente desapercibidas para sus contemporáneos.
La de 1854-55, también mixta, llegó cuando la población asturiana estaba muy depauperada, pues el "Manifiesto del hambre", de José María Bernaldo de Quirós, indica que de 500.000 habitantes que tenía la provincia, "más de 300.000" carecían de lo necesario. Afectó a Oviedo, Gijón, Mieres, Carreño, Llanes, Avilés, Siero, Noreña, Villaviciosa, Ribera de Arriba, Ribera de Abajo, Las Regueras, Lena, Morcín, Cudillero, Castropol y Ribadesella. En total, dejó tras de sí 3.319 fallecidos.
La de 1865-66, epidémica pura, provocó 78 óbitos ubicados en Oviedo. La de 1885, epidémica pura, mató a 83 asturianos entre Ribadesella, Gijón, Lena, Riosa, Llanes, Rivadedeva, Peñamellera y Avilés.
Por último, comentamos que detrás de cada oleada epidémica hubo un plan con el objetivo de que la enfermedad no volviese jamás. Así, una vez superada la epidemia de 1834, el gobernador civil envió a todos los ayuntamientos de la provincia unas circulares en las que solicitaba información sobre los cementerios. A la vez, estimulaba una limpieza general, porque estaba convencido de "que allí donde más aseo, más limpieza, más salubridad encontraba el mal, menos víctimas o casi ninguna inmoló". Incluso la misma Reina, en la primavera del año siguiente, incitaba a los asturianos a que saliesen del marasmo en el que habían caído; también pidió colaboración a los entes públicos para fomentar obras públicas y proporcionar trabajo a las clases menesterosas.
Pasada la epidemia de 1855, las autoridades centrales dispusieron que todos los municipios contratasen al menos a un facultativo de medicina; asimismo, era obligado que los alcaldes les remitiesen informes sobre el estado sanitario de las poblaciones de forma periódica. Al mismo tiempo, publicaron las "Instrucciones que deben observar los gobernadores de provincia y las autoridades locales para prevenir el desarrollo de una epidemia o enfermedad contagiosa, o minorar sus efectos en el caso desgraciado de su aparición".
Tras la epidemia de 1865 el gobernador civil exigió al alcalde ovetense más energía en el cumplimiento de las normas higiénicas, entre las que citaba la edificación de un nuevo cementerio, construcción de comunes y cocinas en todos los hogares, ventilación y saneamiento adecuado de las habitaciones, con blanqueo de las casas cada seis meses, y el cegado de charcas próximas a la población. Asimismo, se prohibía expresamente el hacinamiento de personas en las moradas, los depósitos de estiércol, el derrame de aguas sucias a la calle; con igual intención quedaban proscritas las deposiciones en cualquier punto de la vía pública o próximo a ella, como sucede en toda la línea del Jardín Botánico, detrás del teatro, calle de Campomanes y otros sitios, y plantear comunes públicos a fin de extirpar una costumbre tan impropia de un pueblo civilizado.
Debemos reconocer que esta enfermedad tuvo también efectos positivos, al servir de acicate para que las naciones civilizadas higienizaran el modo de vida, pues a partir de mediados del siglo XIX se promulgaron leyes sanitarias que mejoraron notablemente las condiciones higiénicas de pueblos y ciudades (abastecimiento de aguas, eliminación de excretas, viviendas más saludables, enterramiento de cadáveres en los cementerios, modernización de los hospitales, etcétera). Incluso gracias a ella se dignificó la hasta entonces denostada figura del médico, dejando de ser éste un mero sangrador para ser reconocido como alguien que tenía un conocimiento científico de las enfermedades.
- Hacienda devuelve a los pensionistas lo tributado de más por aportaciones a mutualidades
- La trágica muerte de Joel, exjugador del Oviedo de 20 años, tras un choque con su moto en Cabranes: 'Sentimos un golpe y nos echamos a temblar
- El Principado autorizó en 33 días sacar carbón en Cerredo cuando para la mina de Narcea tardó 81
- Fallece la asturiana Belén del Valle, primera mujer que entró en la carrera fiscal
- Así son los sistemas de atraque para aeropuertos que desarrolla Asturias y en los que están interesados casi 70 terminales de Europa, Oriente Medio y América
- La autopista del Huerna ve la luz al final del túnel: ya hay plazo para retirar el argayón, que requerirá nuevas voladuras
- Adiós a la asturiana Belén del Valle, la primera mujer fiscal de España: 'Era única e irrepetible
- Estos médicos de Asturias investigan y han sido premiados por ello: una herramienta para medir la esquizofrenia, la relación entre hierro y alzhéimer...