Todo empezó para Óscar J. González un día que descubrió, por casualidad, una vieja foto y unos documentos sobre los zamarrones de Lena. "Dirijo una productora de vídeos, y mi primera idea fue elaborar un reportaje sobre ellos. Sin embargo, aquel proyecto quedó totalmente relegado cuando decidí investigar un poco más sobre las mascaradas en todo el país", recuerda el autor del libro "Mascaradas de la península Ibérica", que ya se encuentra a la venta. En el mismo recoge un total de 321 de estas manifestaciones ancestrales en España y Portugal, detallando tanto las que continúan celebrándose como aquellas que ya han desaparecido.

"A medida que fui conociendo más sobre las mascaradas en Asturias me sentí completamente atraído por este tipo de celebraciones y me metí de lleno en una labor investigadora por toda la Península que me llevó cuatro años, pues empecé en 2009 y acabé el libro en 2013. Para ello, además de consultar a los clásicos como a Julio Caro Baroja, también me serví de internet, donde una mascarada me llevaba a otra. Así, fui localizando a las personas de más edad del lugar, que eran quienes me contaban cómo se celebraban en su época. También hay muchas imágenes de cómo eran estas celebraciones, algunas son auténticas joyas. Hay casos abundantes de celebraciones de este tipo que se perdieron hace muchos años y jamás se recuperaron. Otras fueron evolucionando y modificando, en ocasiones de forma sustancial, la apariencia de sus participantes. Eso sí, todas tienen numerosos puntos en común y en todas se repiten, de una u otra forma, los personajes cuyo aspecto, con ligeras variaciones, aparece en todas estas manifestaciones populares", señala el autor.

Sobre la antigüedad de las mascaradas Óscar J. González afirma que hay que retroceder hasta época prerromana. "Las primeras aparecen en el norte de la península Ibérica, el norte de la península Itálica y la zona de los Balcanes. Desde un indefinido origen remoto se transformaron con la llegada del cristianismo, creando así nuevos tipos sobre la misma base, no hay que olvidar que todas siguen el mismo patrón, acciones, personajes y actuación", matiza. Así, señala que las mascaradas, originariamente y hasta hace relativamente poco tiempo, siempre fueron interpretadas en todos sus personajes por hombres, incluidos los personajes femeninos, aunque actualmente participen mujeres en muchas de ellas. Se celebran desde Navidad hasta entrado el Carnaval. Es muy difícil encontrar mascaradas a partir de marzo. "Sí sucede que en ocasiones el propio Carnaval se mezcla con algunas mascaradas. De hecho, posiblemente en ellas tiene su origen esta fiesta, mucho más actual", afirma.

En España la mayor concentración tiene lugar en la zona norte y el centro peninsular, sobre todo en Galicia y Castilla y León, seguidos de Asturias, Cantabria, el País Vasco y Navarra. También se celebran mascaradas en Huesca, Teruel y Zaragoza (Aragón), así como un importante número en Guadalajara, Toledo y Cuenca (Castilla-La Mancha) y Madrid, Castellón (Comunidad Valenciana); Cáceres y Badajoz (Extremadura); Murcia, y en menor medida en Granada (Andalucía), Gerona (Cataluña), Mallorca (Islas Baleares) y en Lanzarote y Tenerife (islas Canarias).

En Portugal la mayor concentración es en Bragança y Vinhais, también en el norte. El etnólogo hace notar que el mayor número de mascaradas se registra en áreas del interior y donde entran en contacto unas comunidades con otras. "En zonas de costa hay muy pocas si las comparamos con las otras", resalta.

En líneas generales, los integrantes se dividen en personajes blancos y personajes negros. Los que anuncian la llegada de las mascaradas, acompañados de las comedias, son los fustigadores, que llevan los cencerros: zamarrones, diablos, choquéiros, entre otros, de los personajes negros, y los guirrios, botargas y boteiros, por citar algunos, si se trata de personajes blancos. Hay quien también hace esta separación diferenciándolos entre guapos y feos. Entre los que llevan cencerros están los Sidros de Valdesoto, los Diablos de Sarracín en Zamora, los Boteiros de Viana do Bolo en Orense, los Zamarrones de Pejanda (Cantabria), los Zamarrones de Riaño y los Diablos de Riofrío de Aliste, en Zamora, entre otros muchos que, además, van acompañados de la vieja que hila o filandera, como personaje negro. En esta categoría también entran los farraperos (que llevan ropas negras y viejas), así como los que se representan con armazones, como vaquillas, caballitos, gigantes y cabezudos, y otros como el oso y el domador, la vieja parturienta, el ciego con el lazarillo, la boda y diferentes oficios.

Entre algunas de las vaquillas están las de Membrillera, en Guadalajara; la Vaquilla de Carnaval de Anquela del Ducado, en Guadalajara; la Botarga y la Vaquilla de Puebla de la Sierra, en Madrid, o la fiesta de la vaca en San Pablo de los Montes, en Toledo.

Las mascaradas van, en ocasiones, de pueblo en pueblo visitando a los vecinos, e igualmente muchas de ellas hacen una representación, la de las comedias, que siempre es una crítica satírica y divertida sobre lo acontecido a lo largo del año. Ésta puede ser declamada o teatralizada. En cuanto a los personajes blancos, éstos son la madama y el galán, vestidos con ropas nuevas. También así van los danzantes que, para el baile, utilizan palos cortos, espadas o arcos. Algunos ejemplos son los Pauliteiros de Constantim, de Miranda del Duero; los Danzantes de Montüiri, en Mallorca; los Txantxos de Abaltzisketa y los Danzantes de Alija del Infantado, en León. Otro personaje que aparece mucho es el mayordomo o el rey, también como personaje blanco. Tales son los casos, por ejemplo, del Xeneral del Entroido do Ulla, en Touro, La Coruña; los de Vila de Cruces, en Pontevedra, y los de Santa Cristina de Vea, en La Estrada, Pontevedra.

Al tiempo que en algunas comunidades y pueblos se va recuperando en los últimos años esta tradición, sin embargo también se dan casos en los que ha desaparecido para siempre, aun habiendo tenido en su día un gran protagonismo. En el libro "Mascaradas de la península Ibérica" el autor también recupera del pasado las mascaradas que se han dejado de celebrar, dejando constancia de cómo eran y cómo se celebraban. Así, a modo de ejemplo, recuerda que en el libro, entre algunas fotos, "hay una donde se ve a un hombre enfermo que fue sacado a la calle, a petición propia, para ver a las madamas y a galanes en un pueblo de la parroquia de Domailo (Moaña), en Pontevedra. La foto fue hecha en 1951", dice Óscar González, quien a renglón seguido matiza que con su libro "lo que pretendo es dar un punto de vista general para facilitar un estudio comparativo de las mascaradas, sin entrar en hipótesis sobre su significado o procedencia".

Asturias recupera la tradición

La recuperación de los Sidros y las Comedias en Valdesoto se debe a los miembros de la Asociación Cultural El Cencerru, que las rescataron del olvido en el año 2005. Desde entonces hasta hoy no han dejado de salir un solo año el fin de semana posterior al día de Reyes, teniendo, como acto principal, la representación de "les comedies", algo que tiene lugar a las doce de la mañana frente a la iglesia de Valdesoto. Éstos, como cada año, partirán el próximo mes de mayo para Lisboa para participar en el Festival internacional de la máscara ibérica, donde siempre tienen gran protagonismo. Otra de las mascaradas recuperadas a partir de 2009, como recoge el autor en su libro, es la de Os Reises del Valledor, en Allande, que el 6 de enero visitan a los vecinos de Villalaín y San Salvador, donde van pidiendo el aguinaldo, acompañados en todo momento de gaita y tambor.

Sidros y las Comedias en Valdesoto.

En Ponga quien sale a caballo a recorrer el pueblo el 1 de enero, acompañado por un grupo de aguinalderos también a caballo, es el Guirria, que al tiempo que va dando besos a las mujeres llena de ceniza a los hombres. Viste un traje arlequinado de dos piezas en tonos azul y naranja, va cubierto con una máscara de piel con cejas y un larga barba de lana negra, y lleva en la cabeza un gorro en forma de cucurucho de los mismos colores. Los Guilandeiros de Tineo son los de más reciente recuperación, empezaron a salir de nuevo en 2012. Entre algunas de las mascaradas que se perdieron están los Aguilandeiros de Xedré (Cangas del Narcea), los Guinaldeiros de Balbona (Allande), la Zamarronada de Pola de Lena y el Aguilando en Ricabo (Quirós).