Es una de las unidades policiales mejor preparadas, un destino que exige no sólo dureza, reciedumbre, sino también mucha resistencia, tanto física como psicológica. Los agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP), de los que hay 113 en Asturias (entre ellos una mujer), se quejan de que están mal pagados para el nivel de exigencia de su trabajo, que les obliga a cursos de reciclaje continuos, largas e inciertas jornadas de trabajo y un evidente riesgo personal. Agentes de la UIP de Oviedo están destinados actualmente en puntos tan calientes como Bagdad, Kabul o Islamabad, lo que habla a las claras de su excelente preparación. Sin embargo, la mayor crispación social está poniéndoles las cosas cada vez más difíciles. Si a ello se unen las órdenes expresas que les prohibieron el sábado usar material antidisturbios para repeler a los violentos de las marchas de Madrid, tenemos los ingredientes de un peligroso cóctel. "No es normal, hay un nivel de violencia que no se ha visto ni siquiera en la época de la kale borroka", asegura Joaquín Rodríguez González, miembro de la UIP durante 22 años y secretario de organización de la Confederación Española de Policía (CEP) en Asturias.

Entrar en las UIP's (hay once unidades en España, la IX en Oviedo, creada en junio de 1993) no es fácil. Cada uno o dos años, según las necesidades, se realizan pruebas para acceder al curso de formación. Hay que pasar unas pruebas físicas (subir una cuerda de 5 metros, hacer 100 metros en piscina, sprint de 50 y una carrera de resistencia de dos kilómetros), una prueba teórica que evalúa los conocimientos de derecho procesal, penal y constitucional, y finalmente un psicotécnico. Los seleccionados realizan entonces los cursos de acceso, uno de ejecución, otros de coordinación y mando y un tercero para subinspectores. "Son cinco semanas en el Centro de Formación Policial de La Enira, en Linares (Jaén), con pruebas físicas constantes, con los agentes sometidos a gran presión. Se trata de encontrar un perfil de gente muy bien amueblada psicológicamente, que no actúe por su cuenta, que se atenga a las órdenes de los jefes de equipo y mandos, con mucho temple, mucho aguante, resistente", señala Joaquín Rodríguez.

Una vez jurado el cargo, los agentes son destinados a una unidad en la diariamente se sigue un plan de formación y adecuación física en el que se profundiza en el uso de los medios y el despliegue. Se firma un contrato de tres años, al final del cual el agente puede solicitar la baja en la unidad y el destino en otro puesto o renueva por dos años. Anualmente, hay un curso de reciclaje de una semana en Linares. La movilidad es absoluta. Personal de la UIP de Oviedo ha estado en Ceuta, reforzando a las unidades de control de la inmigración, pero también hay destinos en el exterior y se suele echar mano de estos agentes para llevar a cabo repatriaciones masivas a África o América.

"La exigencia es mucho mayor que en otras unidades policiales. Por ejemplo, la UIP puede ser destinada fuera de su base durante periodos largos, que pueden llegar a los diez o doce días. Las jornadas de trabajo son de ocho horas, pero en algunos casos pueden alargarse a 16 e incluso 24. El exceso de horario no se paga, pero existe un fondo de compensación en forma de días libres, que no obstante son muy difíciles de coger", añade Rodríguez. El sueldo se sitúa en torno a los 1.800 o 1.900 euros mensuales, unos 300 más que el resto de los agentes de la Policía. "Estar aguantando escupitajos e insultos va haciendo mella", asegura Rodríguez, quien añadió: "Queremos demostrar que en los disturbios del sábado se ordenó aguantar lo más posible sin usar medios antidisturbios. En las primeras acometidas sólo se lanzaron salvas, para asustar".