Teodoro López-Cuesta Egocheaga, el rector de la Universidad de Oviedo en una etapa crucial de su desarrollo, el impulsor de la actualización de la institución académica asturiana, falleció ayer en Oviedo tras una larga y fructífera vida de 92 años. Llevó la Universidad a su propia transición, ocupando el rectorado entre 1975 y 1983 y tutelando su modernización y expansión en el paso de tres facultades a nueve y de mil alumnos a 25.000. Catedrático de Economía Política, Hacienda Pública y Derecho Financiero, no fue solamente profesor emérito y honorario de la Universidad de Oviedo, o rector honorario de la de León, o impulsor de la Conferencia de Rectores de la Universidad Española (CRUE). En su esquela se destaca además su condición de presidente y fundador de la Escuela de Estudios Hispánicos, promotora de los cursos de La Granda, pero tampoco fue solamente eso. En su intensa dimensión social y humanística ejerció además como patrono emérito y vicepresidente de la Fundación Príncipe de Asturias, director del Real Instituto de Estudios Asturianos o cofundador de la Real Academia de Jurisprudencia del Principado. Era miembro correspondiente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y titular de la Gran Cruz al Mérito Civil y de la medalla de plata de Asturias, entre otras condecoraciones. También tuvo tiempo de trabajar como controlador de cines, abogado y juez municipal suplente, como agente de seguros y banca y hasta a ser durante dos años secretario del Real Oviedo.

El funeral por su eterno descanso se oficiará el lunes a partir de la una de la tarde en la iglesia de los padres Carmelitas, en Oviedo, tras ser incinerado. Deja viuda, María Luisa Fernández García; un hijo, Teodoro, notario en Barcelona, y tres nietas.

Nacido en Oviedo en 1921, Teodoro López-Cuesta era el bisnieto de un poeta, el mierense Teodoro Cuesta, y el hijo de socialista represaliado, el odontólogo ovetense Teodoro López Cuesta, que fue concejal del Ayuntamiento de Oviedo, condenado a muerte al comienzo de la Guerra Civil y luego salvado al ser conmutada su pena por la cadena perpetua y más adelante por el indulto. A los quince años empezó a trabajar como administrativo en la Mantequera de Tineo, la guerra le encontró en Tercero de Bachillerato y completó los estudios de Derecho en la universidad de la que luego sería rector con premio extraordinadio de licenciatura y doctorado. Completó sus estudios en Müster y Heidelberg (Alemania) y con la Comunidad Económica Europea en fase embrionaria, en vísperas de la firma del Tratado de Roma, marzo de 1957, López-Cuesta leyó su tesis doctoral sobre la integración económica de Europa ante un tribunal que presidía el economista moscón Valentín Andrés Álvarez, a quien luego él sucedería como catedrático de Economía.

En 1959 se incorporó al cuerpo de profesores de la Universidad de Oviedo, no sin antes ejercer trabajos diversos, de controlador de la taquilla de un cine a asesor económico en el Banco Ibérico. En la Universidad, combinó la docencia con las labores del secretario de Extensión Universitaria, del decano de la Facultad de Derecho, del vicerrector de Extensión Universitaria y del rector en los ocho años fundamentales que van de 1975 a 1983. Inicialmente, ejerció el rectorado interinamente tras la dimisión de José Caso, y el 15 de julio de 1977, un mes después de las primeras elecciones democráticas tras la dictadura franquista y dos semanas después del nombramiento de Adolfo Suárez como presidente del gobierno, Teodoro López-Cuesta se enorgullecía de ser el primer rector de la Universidad de Oviedo de la recién restaurada democracia, el primero elegido no por nombramiento directo, sino democráticamente.

Además de tutelar la expansión de la Universidad en los años convulsos de la Transición o de apuntalar su extensión geográfica por encima de no pocas tensiones sociales, "Teo" participó decisivamente en la fusión de los intereses de las universidades españolas en la CRUE e incluso en la fundación de la Universidad de León. A cambio de estos esfuerzos, comentaba, sólo pidió en la provincia vecina "el nombramiento como rector honorario y que el escudo de la Universidad de León llevara la Cruz de la Victoria". Dicho y hecho, él ostentó el cargo y el emblema de la institución leonesa sigue luciendo la Cruz en su espacio superior.

Su compromiso con la cultura y el conocimiento, que le llevó por ejemplo a fundar la primera orquesta de cámara de la universidad española, cristalizó sobre todo en la institución, bajo sus auspicios, de la Fundación de la Escuela de Estudios Hispánicos. Con ella nacieron los encuentros de La Granda a partir de finales de los setenta, en un momento en el que España apenas sabía lo que eran unos cursos de verano.

El padre, que nunca hablaba del pasado, le aconsejó no meterse nunca en política. Y el hijo de aquel socialista represaliado, que muchas veces dijo sentirse "señalado" por ello, se vería a sí mismo con el tiempo "como un hombre independiente y liberal, muy liberal". Y aquel rector que tras abandonar el cargo fue a ver al entonces presidente del Principado, Rafael Fernández, "con lágrimas en los ojos", fue, según propia confesión, "un profesor vocacional" que tuvo un "compromiso total" con Asturias. Eso y una hoja de servicios que le permitía decir que dirigir la Universidad le pareció "fácil. Una persona que a los quince años entra como administrativo en una fábrica de mantecas y luego gestiona un club de fútbol o trabaja en un banco tiene visión de la gestión económica y administrativa".