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El profesor que hizo la transición

López-Cuesta lideró a finales de los setenta el profundo cambio que permitió multiplicar los centros y las titulaciones en la Universidad de Oviedo

Teodoro López-Cuesta, de pie, con los atributos de rector, durante un acto en la Universidad de Oviedo.

Teodoro López-Cuesta pasará a la historia regional como el hombre que hizo la transición de la Universidad de Oviedo, tanto por su tiempo como por su obra. Sus ocho años en el Rectorado alumbraron una de las mayores transformaciones de la cuatricentenaria institución académica, que dejó atrás unas arcaicas estructuras vinculadas a los estudios clásicos para abrirse a una oferta formativa diversificada, capaz de atender la desbordante demanda de alumnos a finales de los setenta y principios de los ochenta. Los datos son abrumadores: cuando el jurista accedió al cargo existían tres centros que sumaban mil plazas; al abandonarlo, había nueve, preparados par dar servicio a casi 20.000 matriculados.

La llegada de López-Cuesta al despacho rectoral se produjo en 1975, tras la dimisión de José Miguel Caso, su antecesor. Hasta ese momento, el ovetense había ocupado diferentes responsabilidades académicas, como secretario general y vicerrector de Extensión Universitaria. Y, apenas dos años después, se convertía en el primer mandatario universitario elegido democráticamente en Asturias tras el final del franquismo. Comenzaba entonces una auténtica revolución en las aulas de Educación Superior.

En ese momento, la Universidad de Oviedo contaba con un presupuesto de cien millones de pesetas para las facultades de Derecho, Letras y Ciencias (además de la Escuela de Ingeniería de Minas). Y ultimaba la puesta en marcha de la de Medicina. López-Cuesta dio el último impulso a este proyecto y transformó las antiguas secciones en nuevos centros. En paralelo, aprovechó su puesto en la Diputación Provincial para que el Hospital Clínico diera soporte práctico a los estudios sanitarios; y funda la Escuela Superior de Estomatología, pionera en España.

El flamante rector gestó también el embrión de la actual Facultad de Economía y Empresa con la constitución del Instituto de la Empresa (IUDE). E inició la primera revolución tecnológica, al adquirir un moderno equipamiento que informatizó una parte de los servicios administrativos de la Universidad. La expansión era imparable y pronto excedió los límites locales de Oviedo, con la creación de los primeros centros docentes en Gijón. La masiva entrada de la generación del "baby boom" a las facultades y escuelas implicó además la convocatoria de cientos de plazas para profesores, muchos de ellos procedentes de otras regiones.

Esta profunda mutación de la Universidad de Oviedo se produjo en un abrir y cerrar de ojos, con la impronta indiscutible de López-Cuesta. Y, como casi todos los procesos fulgurantes, dejaría en herencia grandes logros y evidentes carencias. Pero, sin discusión, este cambio marcaría un hito trascendental en la evolución social de la región.

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